Hoy terminamos una semana de las más difíciles en lo que va del año, tanto el Gobierno como la sociedad española están comprobando que el camino de salida de la crisis es muy complicado y sobre todo doloroso.
El presidente está asustado ante lo que anuncia: medidas y reformas que implican una ajuste fiscal muy importante, en estos días se ha mostrado como nunca que el ajuste vía deflación no es la panacea sino posiblemente mucho mas doloroso que la tradicional salida de la inflación.
Pero no todo el problema es el déficit y la deuda publica sino también la situación de las familias que ven como sus deudas son cada vez más difíciles de pagar , el estado de bienestar ayuda a amortiguar la caída pero a medida que este deje de funcionar a toda máquina la sensación será cada vez peor . Para las rentas medias y bajas un subida del transporte, de las tasas de educación y de salud implican un nuevo ajuste de sus ingresos y por supuesto la sensación de caída libre aparece en el horizonte. En este sentido, el motor del consumo no aparecerá este año 2012 y posiblemente tampoco el 2013.
Estamos en el centro de la crisis y como en un huracán el problema no es cuando llega ni siquiera cuando se entra en él sino cuando aparecen los destrozos. A estas alturas los mercados y Europa sabe que España no cumplirá con sus compromisos porque las previsiones han sido my optimistas, transcurrido el primer trimestre se confirma la caídal del PIB en un 1,7 % o más quizás del 2%.
El camino de las refromas se está haciendo largo y no parece que las mismas se consoliden de verdad, la financiera sigue igual que siempre con tanta lentitud que nadie ve el final. El sistema está muy mal y además de los problemas de balance del ladrillo ahora se suma que los propios bancos tiene deuda espñola que la compran con dinero barato del BCE pero la paradoja es que mientras esperan buenas rentabilidades a medida que la deuda se deteriora los mrecados considerna que el sistema va peor en la medida que haya mayor probabilidad de impago por parte de España. En definitiva un lío, que es mucho más fácil de entender si nos centráramos en lo importante: el negocio bancario está arruinado por la herencia recibida pero sobre todo porque no hay pesrpectva de negocio en el futuro inmediato.
La reforma laboral más de lo mismo, bien recibida en los mercados y seguro que dará sus frutos en aumentos de productividad pero no ahora en el corto plazo ya que ahora toca el ajuste fino o sea llegar a 6 millones de parados que no reciben ingresos suficientes para recativar la demanda ni para pagar sus deudas.
El debate autonómico se posterga amparado en ideología centralistas del pasado y federalistas también del pasado y no se trata de eso sino de meter mano a las ineficiencias y de posibilitar una gestión que no implique negociación constante a 17 sino mecanismos de ejecución ágiles y creíbles.
Pero como en toda crisis a los analistas y sobre todo a los medios les gusta mirar hacia afuera y el centro del debate es que hace bien o mal Europa , que hace bien o mal el BCE, que hace bien o mal el FMI. Eso está bien pero es poco inteligente pensar que los de fuera harán los deberes por nosotros y mucho menos inteligente es pensar que al final todo se arregla porque a ellos les irá peor si a nostros nos va mal.
Si se ha elegido el camino de la deflación para salir de la crisis (y eso porque estamos en el euro y no podemos devaluar) habrá que explicarlo mejor a los ciudadanos. que el coste es muy duro, que la productividad y la mejora de la competitividad tarda en llegar y que las reformas están bien pero hay que hacerlas en todo los campos empezando por el financiero pero que los destozos aparecerán y que es posible, de ir todo bien, que en 2 o 3 años se retome la senda del crecimiento pero que la renta media de los españoles es posible haya perdido entre un 15 o un 20% y eso es mucho tano que el mayor desafio que veo es la compatibilidad entre gestionar una crisis como esta y que los gobiernos se puedan mantener en el poder (Itaia nos ha dado una pista de como son estas cosas).
Por último aquellos que claman un cambio de rumbo también deben explicar que los virajes brusco de timón en una crisis pueden ser muy costosos aunque el rumbo sea el correcto