El recorte del gasto público o el aumento de impuestos para hacer frente a una crisis de deuda es siempre un arma de doble filo. Por un lado, se supone que mejoraría las cuentas fiscales y la solvencia. Pero por otro genera un efecto contractivo sobre la economía, lo que merma los ingresos fiscales. Es por eso que desde el anuncio de las medidas de austeridad por parte del nuevo gobierno, se dudaba acerca de la reacción del mercado. El último jueves se realizó la primera subasta desde el anuncio, con un buen resultado.
Ante el incumplimiento por parte de España de disminución del déficit al 6% del PIB durante 2011 (se ubicó en torno al 8%), el gobierno anunció un nuevo ajuste. En esta oportunidad se incrementaron impuestos -IRPF, rentas del capital e IBI- y se redujo el gasto en 8.900 millones de euros al presupuesto de los ministerios. La pregunta que restaba era acerca de la reacción de los mercados ante las medidas.
El pasado jueves se realizó la primera subasta desde el anuncio. El objetivo inicial era colocar 5.000 millones de euros. No obstante, ante la demanda de 18.300 millones por parte del mercado y los bueno precios ofrecidos, el Tesoro terminó adjudicando casi 10.000 millones de euros en bonos a 3, 4 y 5 años. El tipo de interés pagado para todos los plazos fue inferior a los de las últimas subastas. De esta forma, la prima de riesgo de la deuda española en relación a la alemana en el mercado secundario se redujo de 350 a 334 puntos básicos. Así, la subasta puede ser considerada como exitosa, aunque también se debe tener en cuenta el efecto del extraordinario aumento de la liquidez por parte del Banco Central Europeo.
En definitiva, el nuevo gobierno logró superar satisfactoriamente un primer obstáculo. Sin embargo, aún quedan muchas dudas acerca de la eficacia a mediano y largo plazo de las medidas de ajuste para ir superando la crisis y eludir una nueva recesión. El crecimiento del empleo y la reducción de la tasa de paro son objetivos que todavía se ven muy alejados.