Esta semana se realizó la décimo quinta cumbre de la Unión Europea (UE) en 22 meses, para resolver la crisis que azota a Europa. Es también la decimo quinta vez que el acuerdo parece insuficiente para comenzar a desactivar la bomba que significaría la salida de algunos países de la Unión. Incluso, en esta oportunidad las medias parecen ir en sentido contrario al objetivo.
En efecto, el lunes pasado se acordó ratificar y luego firmar el Pacto Fiscal de Unión Europea. El punto más relevante es la regla de oro que limitará a partir del 1 de enero del año próximo el déficit estructural al 0,5% del PIB y estipula multas de hasta el 0,1% del PIB para quien no lo cumpla. Justamente en una crisis de demanda, esto la deprime aún más, por lo que no se encuentra la forma de salvar al Euro. Asimismo, el acuerdo no se realizó por unanimidad, dado que Reino Unido y República Checa no lo firmaron (ver post).
En un intento de compaginar el ajuste fiscal con el crecimiento económico y la creación de empleo, otro de los acuerdos de la cumbre fue destinar los fondos comunitarios disponibles a apoyar a las pymes y a programas de fomento del empleo juvenil. Desde ya que no se plantea el aporte de fondos adicionales para este plan, sino que se financiaría mediante la redistribución de 22.000 millones de euros del Fondo Social Europeo (FSE) sin utilizar correspondientes al período 2007-2013.
Esta es la primera declaración en la que los líderes europeos se centran exclusivamente en la grave situación del empleo. Se señala que en la UE hay actualmente 23 millones de parados, y advierte de que la tasa de desempleo “seguirá siendo alta” si no se mejora el ritmo de crecimiento económico. Lo llamativo es que las medidas justamente apuntan a la consolidación fiscal, desalentando el crecimiento. Sin demanda no hay plan de empleo eficaz.