Crónica de un final anunciado


Después de muchas idas y venidas acerca de si España iba a necesitar ayuda financiera de la Unión Europea, el sábado pasado el Eurogrupo ofreció al país créditos de hasta 100.000 millones de euros para recapitalizar a la banca. Mientras tanto, el gobierno hace lo imposible por negar que esto se trate de un rescate y que por tanto tenga que cumplir condiciones para acceder al dinero. Lo cierto que es las condiciones existirán y que no va quedar otra posibilidad que acatarlas si se desea permanecer en el Euro (¿se desea?). Ahora solo resta esperar que se afiance la posición de Hollande en las políticas europeas, de forma que las exigencias no sean tan duras y que no apunten únicamente a ahogar a la economía de cualquier posibilidad de recuperación.

Luego de una semana llena de rumores, que el gobierno se encargó de desmentir, acerca de que el pedido de rescate por parte de España sería inminente, el pasado sábado el gobierno solicitó un rescate por un monto de 100.000 millones de euros, esto es el 10% del PIB español. A diferencia de los rescates anteriores a Grecia, Irlanda y Portugal, esta vez los fondos no irán directamente a las arcas del Estado, sino que –como es dinero exclusivamente para recapitalizar a la banca- se direccionarán al Fondo de reestructuración ordenada bancaria (FROB), que  tiene por objeto gestionar los procesos de reestructuración de entidades de crédito. Bajo este hecho se ampara el gobierno para negar que se trate de un rescate, sino de un préstamo en mejores condiciones de las del mercado (como afirmó el ministro de economía De Guindos y parece que será al 3%: esto es lo mismo que tener una prima de riesgo de 150 puntos), así como que la operación conlleve exigencias.

Si bien es cierto que el dinero será destinado a los bancos, no es del todo cierto que no traerá aparejado condiciones a cumplir y costos al contribuyente. En primer lugar, el deudor frente a la Unión Europea es el Tesoro español y no los bancos. Es decir, España recibe un crédito de la Unión Europea, que destina a recapitalizar a la banca, bajo la promesa de su devolución posterior. De esta forma, si todo sale de la forma esperada, en unos años la banca se verá fortalecida, devolverá el dinero a España y finalmente España a la Unión Europea, sin costo para los contribuyentes. El problema radica en qué pasaría si la banca finalmente no se recupera y no es capaz de devolver el dinero a España. En ese caso, el país seguirá debiendo a la Unión Europea, por lo que sí tendría un coste real.

Por otro lado, está el tema de las exigencias. En la conferencia de prensa, donde el presidente del gobierno Rajoy brilló por su ausencia, el Ministro De Guindos aseguró que la única condicionalidad de la ayuda era para los bancos que la percibían, afirmando luego textualmente que “No habrá ningún tipo de condiciones macroeconómicas o fiscales”. Las exigencias a los bancos rescatados incluirían entre otras cosas rebajas o anulaciones en los dividendos, despido a los cargos políticos de las entidades y anulación de los bonos a los empleados.

No obstante, las declaraciones del ministro de economía acerca de que el préstamo no implicará condiciones macroeconómicas o fiscales son a mi juicio erróneas. En efecto, el comunicado de los ministros de Finanzas de la zona euro deja claro que se supervisará que el gobierno español continúe por el camino de la consolidación fiscal, las reformas estructurales y del mercado de trabajo, textualmente: “Revisaremos de cerca y regularmente los progresos en estas áreas, en paralelo con la asistencia financiera”.

Así, el gobierno español está aceptando ceder varios grados de soberanía y no ser totalmente independiente a la hora de definir las políticas económicas consideradas adecuadas para sortear esta difícil coyuntura. Por un lado, esto no parece un gran cambio, ya que el gobierno estaba cumpliendo a rajatabla con los deseos de las autoridades europeas. Sin embargo, el poder de negociación ahora se reduce, por lo que las medidas de austeridad que tanto han afectado a los países rescatados y que han generado un desempleo de la cuarta parte de la población activa española se podrían profundizar. Al parecer la única luz de esperanza tiene nombre y apellido, y es François Hollande. Si el presidente de Francia no logra imponer sus ideas en la Unión Europea y relajar las medidas de consolidación fiscal, casi con seguridad en breve estaremos escribiendo un post que no se titule como éste “Crónica de un final anunciado”, sino que respete con exactitud el título de la magistral novela de Gabriel García Márquez: “Crónica de una muerte anunciada”. El difunto por cierto no será otro que el EURO.

Dicho todo esto un voto de confianza al gobierno, creo que ha hecho lo que debía. No se podía seguir dando vueltas con un problema como este, lo importante es la unión de los partidos políticos cara a Europa, pero debe ser en serio no como se practica hasta ahora. En segundo lugar, los medios de comunicación tienen que hacer un esfuerzo por mostrar la mejor ( es necesario que opinen con mas conocimiento y no formen opinión para la audiencia) de la situación económica. Por ahora tenemos un problema menos, hay que aprovechar esta situación para convencer a los europeos pero sobre todo a los griegos y a los españoles etc.. que salir del euro es mucho peor que ceder soberanía y que esto último nos puede devolver parte del bienestar perdido y quizás avanzar en lo que será el nuevo orden político internacional donde las naciones ya no pintarán demasiado.

 

Buena suerte a la ROJA……