Una explicación de la crisis a través de la síntesis neoclásica-keynesiana

Aprovechando la menor actividad de agosto y teniendo en cuenta que en septiembre el tema será el “rescate”  y “Grecia” me puse a repasar algunos autores indispensables para todo economista, me adentré en los aportes a la teoría monetaria de los neoclásicos, keynesianos y monetaristas. El resultado de toda esta discusión fue la denominada síntesis neoclásico-keynesiana, que afirma que en términos generales la economía funciona como indicaban los neoclásicos y monetaristas, pero que había situaciones extremas en las que los preceptos keynesianos eran válidos. Básicamente, la economía es neoclásica cuando los precios ajustan rápidamente para alcanzar nuevos equilibrios ante perturbaciones exógenas. Pero cuando los precios no ajustan con la rapidez suficiente, se pueden dar casos de paro involuntario, por lo que la economía sería básicamente como la planteaba Keynes. No obstante, esta síntesis no le da suficiente importancia a las expectativas, ya que al introducirlas en el análisis incluso con precios flexibles pueden darse casos de paro involuntario. Pero dejaremos ese tema para otro post aunquees punto muy relevante en la actual crisis.

Lo que me interesa destacar hoy son unos pasajes de la obra “Dinero, interés y precios” de  Patinkin. Él es uno de los autores que destaca los aportes de Keynes, pero que afirma que sus proposiciones son válidas bajo condiciones muy limitadas. Estas condiciones son justamente cuando hay rigideces de precios y de los tipos de interés. En estos casos la política monetaria deja de tener efecto, dado que la mayor preferencia por la liquidez de las familias y empresas hace que el incremento de la oferta de dinero no disminuya su precio. El autor dice que en estos casos el Estado tiene una alternativa: utilizar la emisión monetaria para comprar deuda pública. De esta forma, el interés pagado por el Estado disminuirá, arrastrándolo al resto de la economía (claro que el suponía que existen Banco Centrales).

Pero aun así, el menor tipo de interés puede no fomentar la demanda agregada. Esto sucede justamente porque si las expectativas estás muy deprimidas, por menores que sean los costos las empresas no producirán, mientras que las familias intentarán conservar todo el dinero que puedan para asegurarse contra la incertidumbre (hay qu etener cuenta la deuda privada). En estos casos, es necesario un shock exógeno de demanda para retornar al equilibrio, shock que Keynes propone que se haga cargo el Estado a través del incremento del gasto público y reducción de impuestos .

A partir de este brevísimo repaso teórico, intentaré interpretar la lógica de las autoridades europeas frente a la crisis. Las políticas de ajuste y la no intervención del Banco Central Europeo (BCE) hacen pensar que nuestros representantes están pensando en una economía neoclásica, donde los precios terminarán ajustando hasta retomar un equilibrio sin paro involuntario. Esto se lograría con reducciones de salarios, de forma de incentivar la creación de puestos de trabajo, y de precios, de forma de ser más competitivos y fomentar el nivel de actividad a través de una mejora en la balanza comercial. Pero la realidad está mostrando que el mundo es más parecido a la parte keynesiana de la síntesis. Los precios no ajustan con la rapidez suficiente. Ya van cinco años de crisis, dos recesiones, y la creación de empleo no aparece, ni tampoco la mejora en la competitividad.

Mientras tanto, el BCE se niega a comprar deuda no solo en el marcado primario, sino también en el secundario. Las últimas novedades muestran que si un país desea la intervención del BCE, entonces debe solicitarlo y atenerse a las exigencias, es decir a los ajustes. De esta forma, a través de las compras del BCE se podría relajar el tipo pagado por el Estado, pero no se propone la forma de modificar las expectativas a través de un impulso a la demanda.

En definitiva, ya no quedan dudas de que las políticas actuales llevarán al fracaso del modelo europeo. La pregunta que queda es si éstas medidas las toman convencidos de que son el camino adecuado para la supervivencia del Euro (lo que implicaría un error de más de 100 años de progreso de la teoría económica) o porque ya no están interesados en su existencia. Pero lo cierto es que si se desea continuar con el proyecto europeo es necesaria la intervención mucho más activa del BCE en la compra de deuda de los países en dificultades, sin que ello lleve a exigencia de deprimir aún más la demanda y las expectativas. Por si no se enteraron todavía, en términos de la síntesis neoclásico-keynesiana, nos encontramos en una de esas situaciones supuestamente excepcionales en la que los precios no ajustan y las expectativas no colaboran. Es decir, que solo un shock exógeno puede llevarnos nuevamente al pleno empleo, y el único capaz de provocar tal efecto parece ser el BCE y los Estados europeos, en especial aquéllos que poseen mayor capacidad financiera.

Esto último es la ayuda que necesitamos para salir de la crisis. Ahora bien para crecer la cuestión, como ya dijimos en un post anterior, es bastante mas compleja pero un buen comienzo siempre ayuda. No descarto que al final se vea ésta como una salida donde los beneficios superan a los costes al menos para algunos de los países pero recordemos que para otros nuestros beneficios son susu costes y nuestros costes son sus beneficios.

Un buen resumen sobre los recortes

Para los que tengan 10 minutos la pelea del siglo entre Keynes y Hayek

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