“A New Bretton Woods for the Emerging World”
Last June was the 70th anniversary of the Bretton Woods agreement signing. That day, on July the 22nd of 1944, in the city of New Hampshire, the creation of three institutions that would form the core at the center of the worlds’ economic and monetary policy took place. The shared goal was to adopt a system that would maintain the exchange rate tying the currency to the U.S. dollar, and tying the later to gold. The fantastic trio was formed by: the International Monetary Fund (IMF), in charge of the monetary stability and the financial crisis management; the World Bank, supporting the system as a development bank by lending money to the poorest countries; and The General Agreement on Tariffs and Trade (GATT), which served as a debate forum to encourage international commerce.
“Un nuevo Bretton Woods del mundo emergente”
El pasado junio se cumplían setenta años de la firma en New Hampshire de los “acuerdos de Bretton Woods”. (BW) En esa efemérides, el 22 de julio de 1944 se creaban, entre otras instituciones, las tres que formarían el núcleo central de lo que vendría a ser el núcleo de la política económica y monetaria mundial bajo un denominador común: adoptar un sistema de tipo de cambio fijo con el dólar y de éste con el oro. Los tres magníficos eran el Fondo Monetario Internacional (FMI), cuyo principal objetivo era la estabilidad monetaria y la gestión de crisis financieras, el Banco Mundial (BM) que perseguía apoyar el sistema, como banco de desarrollo prestando a los países más pobres y el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio General (GATT en sus siglas en inglés) que tenía por misión ser un foro de discusión que fomentara el comercio internacional.
Es curioso pero en ese año de 1944 también se cumplían casi setenta años desde que Alemania adoptara en 1871 el patrón oro (seguido rápidamente por el resto de países europeos) y, ahora setenta años más tarde, asistimos a una cumbre en Fortaleza (Brasil) donde los conocidos como países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se reúnen para tratar básicamente los mismos problemas que hace ciento cincuenta años: el orden económico, financiero y comercial mundial.
En cuanto a BW no me extenderé en temas que son de sobra conocidos, sino más bien voy a insistir en tres preguntas que considero relevantes: la primera consiste en responder si los acuerdos tuvieron éxito y la respuesta es un rotundo si. Tras la I y II Guerra Mundial, el mundo ha conocido una época de expansión sin precedentes en cuanto a crecimiento económico se refiere. La distribución de la renta y los niveles de vida de todo el planeta habían progresado y, por último, muchos países se independizaron del régimen colonial para constituirse en naciones libres. Hacia 1971, el sistema comenzó a fallar y el espíritu del sistema de tipo de cambio fijo desapareció; para volverse a sistemas de flotación libres y semilibres.
Esto nos lleva a la segunda cuestión: ¿Cuál es el sistema de tipo de cambio mejor? Y, la respuesta no puede ser otra que “no lo sabemos” o, mejor dicho estoy seguro de que no lo sabemos.
El sistema de tipo fijo ayuda a mantener la disciplina, a mantener los objetivos de inflación a raya, a incentivar el comercio, etc, etc. En cambio, el sistema de tipo flexible permite un mayor manejo de la política monetaria, una mayor movilidad de capitales y, también puede mejorar el comercio, amén que reduce la vulnerabilidad.
Cada día estoy más convencido de que la adopción de sistemas fijos o flexibles responde más a una cuestión de ciclos que de reglas contrastadas. Hacia finales del siglo pasado, la Unión Europea nuevamente ensayó con un sistema fijo (el euro) y diez años más tarde muchos cuestionan la moneda única y piden una mayor flexibilidad. Los países de menor desarrollo ven ahora con buenos ojos sistemas flexibles, que les permiten mantener grandes reservas y sistemas fijos en los países de su entorno. El mejor sistema sería el que acompañe el ciclo y las necesidades de ese momento. La historia reciente nos muestra ese ciclo de adopción de sistemas fijos y flexibles de forma muy clara.
Por último, la tercera cuestión es si en BW se negociaron las distintas propuestas iniciales de los países: la respuesta a esta pregunta es en parte negativa, pues si bien había varias propuestas, EE.UU .fue el que impuso su criterio a través de la fuerza que le otorgaba tener el 50% del PIB Mundial y el 7% de la población y, además, ser el vencedor de la contienda.
Básicamente Keynes era el impulsor de una propuesta donde la liberalización del comercio fuera controlada de manera tal de que no se generasen desequilibrios entre las naciones ricas y las pobres. Y, por otra parte, se proponía una moneda internacional (ICU) para hacer crecer la demanda y evitar la deflación. Finalmente EE.UU. impuso sus condiciones: liberalización del comercio sin restricciones y un sistema donde todas las monedas se vincularan al dólar y, donde solo el dólar podía tener la posibilidad de devaluarse con el oro. Y, por supuesto, los organismos estaban controlados por el sistema de cuotas que EE.UU. y sus aliados asignaron en ese momento.
Dicho esto, en 2014 los países BRICS han decidido dar un paso adelante y organizar una conferencia a imagen y semejanza de BW, al menos en las cuestiones de fondo: cómo organizar una política económica mundial para este grupo de países que ahora representa mas del 25% del PIB mundial y casi el 45% de la población. En cuanto a las formas, Fortaleza no es New Hampshire y Keynes aunque su espíritu mas vivo que nunca en muchos foros, no ha estado presente ni nadie que se le parezca..
El 15 de julio de 2014, los BRICS se reunieron en su sexta cumbre anual y sentaron las bases para la creación de nuevas instituciones internacionales que de alguna forma vienen a reemplazar, al menos para ellos, al FMI y el BM. Se crea el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB en sus siglas en inglés) para financiar proyectos de infraestructuras y generar un desarrollo sostenible. El capital inicial será de 50 mil millones de dólares (con el objetivo de que la contribución de otros países, le permita llegar a los 100 mil millones dólares); y, una segunda institución denominada Acuerdos de Reservas de Contingencia (CRA en sus siglas en inglés) con un capital de 100 mil millones dólares se asemeja a la idea inicial del FMI.
Sin embargo los comienzos están siendo difíciles pues China e India se disputan la residencia de la sede (al final será en Shangai); y, Rusia y Brasil se disputan los votos de la Mesa del directorio y de los puestos de los gobernadores, que no siempre van en la misma dirección. Otra cuestión importante es que las magnitudes si importan. China es treinta veces mayor que Sudáfrica, la renta de Rusia e India es de diez veces mayor y, así podemos mencionar muchas más diferencias. En todo caso, un buen comienzo es que el capital inicial del Banco de Desarrollo nace con aportes iguales y esto es una buena señal.
Volviendo a nuestras cuestiones iniciales: ¿Funcionará esta iniciativa? Seguramente si, pues cualquier cuestión que ayude a la coordinación siempre viene bien a la política económica; y, además un banco de desarrollo para países en desarrollo siempre es una buena noticia. En segundo lugar, ¿Cuál será el sistema de tipo de cambio que regirá en el futuro? Como siempre no lo sabemos, pero lo más probable es que China imponga, igual que EE.UU. en 1944, su moneda como moneda de reserva; y, eso implica volver de alguna manera a tipos fijos hacia el interior del subdesarrollo; y, sistemas flexibles con el euro y con el dólar. En tercer lugar ¿Cuál será la tesis que se imponga? sin lugar a dudas será China la que marque el rumbo de ese acuerdo y será China quién posea las cuotas mayoritarias.
Una cuestión pendiente será la actitud de los BRICS ante la estancada y prometida reforma del FMI y el BM. Mucho me temo que no habrá movimientos en el corto plazo y es posible que veamos posturas dispares sobre estos organismos internacionales por parte de los BRICS. Está claro que el futuro de los organismos de desarrollo está en fomentar no solo el desarrollo como en 1944, sino también en fomentar un desarrollo inclusivo y sostenible; y, en este último caso los BRICS llevan ventaja.
Un último punto a tener en cuenta es que este acuerdo nace de forma explícita con una clara voluntad política de fomentar un sistema de regulación internacional multipolar y cooperativo contando con la función central de Naciones Unidas. Es un buen inicio, pues hasta ahora ejemplos como los de Irak y Libia muestran que las decisiones unilaterales no siempre llevan a un buen final.
Daniel Sotelsek