El Medio Ambiente y la encíclica LaudatioSi´

Environment and Encyclical LauadatioSi´

The idea of this post comes from the recent publication of the encyclical of Pope Francisco I, LaudatioSI´and the UN proposal on “Sustaniable Development Goals” (ODS). I don´t want to go beyond a general reflection on the issues we can find underline in the encyclical and particullary think about the “trilema”; development-enviroment-poverty.

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La idea de este post parte de la reciente publicación de la encíclica LaudatoSI´ del Papa Francisco y de la propuesta de la ONU sobre los “Objetivos de Desarrollo Sostenible” (ODS). No pretende ir más allá de una reflexión muy general sobre cuestiones que están subyacentes en la encíclica y especialmente sobre los problemas ambientales más significativos. Cuestiones ambientales, justamente en un año donde, además, de sumarse la Iglesia Católica con la encíclica de Francisco, la ONU echa el resto en París y New York con objeto de dar impulso a los llamados “Objetivos de Desarrollo Sostenible” (ODS) y lograr compromisos que revitalicen el Protocolo de Kyoto para mejorar uno de los problemas ambientales mas serios a los que se enfrenta la humanidad: el calentamiento global.

No tiene demasiado sentido analizar cuáles son los problemas ambientales más importantes, pues mal que bien (la encíclica y la ONU) los describen de una manera adecuada; la primera, en el capítulo primero -Lo que le está pasando a nuestra casa- y, los ODS, en un sentido muy parecido, también los describe con precisión.

Mi primera reflexión es que resulta poco estimulante considerar solamente los problemas de carácter global, aunque resulta muy efectista; pues, también, hay problemas ambientales de carácter nacional y local, que, si bien no  influyen de manera determinante en el futuro del Planeta, están ahí. Y, afectan al bienestar de las personas.

En este sentido, el desplante que se le hace a la “Economía Ambiental” es notorio. Muchos problemas ambientales, locales y nacionales, se han resuelto, y, ha mejorado el bienestar de la sociedad, a partir de soluciones que da la Economía. Tal es el caso de las “técnicas de valoración monetaria” (pensemos por ejemplo cuánto debe ser la tasa acústica para las compañías que operan en los aeropuertos); o, la aplicación de “instrumentos económicos”en las políticas ambientales (qué útiles han resultado ser los mecanismos de desarrollo limpio -MDL)

En segundo lugar, la Ecología, sin lugar a dudas, tiene mucho que decir a la hora de comprender como funcionan los sistemas que conforman el funcionamiento de la vida en nuestro planeta. Esta reflexión tiene que ver con las intenciones de los que se empeñan en recurrir en proponer metas exigentes y dan cifras sobre reducciones de CO2 (por poner un ejemplo), que sin duda son complicadas de cumplir. Muchos dirán (y, en esto, la Encíclica es un claro ejemplo) que hay que perseguir la utopía; pero, resulta que en las negociaciones que dan lugar a los acuerdos sobre el clima hay dos variables a considerar: una los límites que se proponen (umbrales); y, otra es la probabilidad de que el evento sea posible (incertidumbre).

Simplemente aplicando la teoría de juegos se demuestra que, mientras mejores estén definidos los umbrales, menor probabilidad de incertidumbre se produce, y, el resultado es que la cooperación es mayor. Hasta ahora, y, tanto la Encíclica como la ONU, insisten en poner umbrales exigentes. Y, así solo logran mayor incertidumbre y menos cooperación, tal y como ilustran la historia de los acuerdos y sus denuncias.

Así podemos entender que establecer umbrales menos ambiciosos no significa ser irresponsables, sino todo lo contrario. Pero muchas veces lo “politicamente correcto” es proponer más y más. Un estupendo ejemplo sobre la aplicación de la teoría de juegos en el ámbito de la negociación del clima lo encontramos en Barret, S. and Dannenberg, A (2012).

Una tercera reflexión tiene que ver sobre quién le da valor al Medio Ambiente. Por descontado, esta pregunta nos obligaría a un post específico y mucho más detallado. No obstante, parece que hay cierto acuerdo en que, para bien o para mal, es el “hombre”el único que puede asignar un valor al medio ambiente. Esta visión antropocéntrica, posiblemente es bastante limitada. No se nos escapa que necesitamos extenderla a fin de considerar casos, donde algunas cuestiones ambientales tienen un valor muy elevado. La visión antropocéntrica debe ampliarse.El ser humano es el único depositario de valores morales, y, en esa singularidad reside el imperativo que le compele a reconocerse con obligaciones consigo mismo y con su entorno, deberes de protección y cuidado con aquello que conocemos como la “naturaleza”.

En este sentido, la Iglesia, y esta Encíclica en particular, nos ofrecen una revisada exégesis de la narración que nos ofrece el Génesis de la “Creación”. Afirma su convicción de que “el hombre dominará esta Tierra”, para seguidamente agregar “responsablemente”. Lo cual sigue siendo una visión antropocéntrica. Y sigue, aunque ampliada, quedando alejada de algunas visiones ecologistas donde existe una clara contradicción a la hora de proponer mejoras. Tampoco es fácil dar contenido al término “responsablemente”. Quién suponemos que ostenta la legitimidad de decidir el alcance de lo responsable. Llegados a este punto, relacionando el uso responsable de los recursos con el concepto de pobreza, la cuestión se torna compleja. Muchas veces para paliar la pobreza, el ser humano no actúa responsablemente con la naturaleza. ¿Tiene derecho a ello?. Desde mi punto de vista, claro que sí.

Hemos pasado de la única época estable para la Tierra (unos 1000 años) el Holoceno a la del Antropoceno, y, por ello, son muchas las presiones y los límites que hoy deben afrontarse con un paradigma diferente, donde el crecimiento de la población estén en el centro del debate, parafraseando a Rockstrom (un video que vale la pena ver) :

“El problema es que estamos exprimiendo a este pobre planeta; una explotación que, como presión principal, tiene al crecimiento demográfico, claro. Pero esto no se trata sólo de números. No se trata sólo de que somos 7.000 millones de personas en vías de ser 9.000 millones, también es una cuestión de equidad. La mayoría de los impactos ambientales en el planeta han sido provocados por la minoría rica; el 20% que se subióal tren industrial a mediados del siglo XVIII. La mayor parte del planeta, que aspira al desarrollo, que tiene derecho al desarrollo, aspira con ansias un estilo de vida insostenible, una presión trascendental.

En este sentido, la Iglesia no ha sido capaz de mencionar de forma clara en esta Encíclica la primera fuente de presión: el crecimiento de la población y la necesidad de hacer algo para conseguir la sostenibilidad. Tampoco la ONU ha sido explícita diciendo que este debería ser un objetivo. En mi opinión, como en la de muchos, no es la única presión, pero, sin lugar a dudas, para lograr un desarrollo sostenible, controlar la explosión demográfica actual es una condición necesaria.

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Una cuarta reflexión muy breve que me gustaría comentar es que la Encíclica si pone el dedo en la llaga al redefinir el concepto de sosteniblidad, ya que incorpora la equidad intra-generacional, que el mundo de la ecología ha ido abandonando poco a poco en beneficio del discurso inter-generacional. Lo único relevante para mejorar la sostenibilidad es reducir los niveles de pobreza, o, lo que es igual, solo logrando mayor equidad, seremos capaces de saber si estamos dispuestos a cuidar este planeta para las futuras generaciones. Olvidarse de este tema es no querer enfrentar el problema. Se hace necesario volver al espíritu de la definición de DS que se pensó en 1983 por la Comisión Brundtland (un informe original que vale la pena leer con atención)

“Está en manos de la humanidad hacer que el desarrolla sea sostenible, duradero, o sea, asegurar que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias.La Comisión cree que ya no es inevitable la pobreza general. La pobreza es no sólo un mal en sí misma. El desarrollo duradero exige que se satisfagan las necesidades básicas de todos y que se extienda a todos la oportunidad de colmar sus aspiraciones a una vida mejor. Un mundo donde la pobreza es endémica estará siempre propenso a ser víctima de la catástrofe ecológica o de otro tipo.”

Debo decir que, es tanto lo que cuesta desde el punto de vista ambiental lograr la equidad intra-generacional, que solo es posible con una reducción sustancial de los niveles de vida de los países de la OCDE. ¿De verdad creemos que es posible algo así?. Personalmente, creo que no; y, si no estoy equivocado, el discurso que vincula la pobreza y el medio ambiente puede ayudar y tranquilizar conciencias; pero, no es realista. Una buena forma de evitar instalarnos en el cinismo puede ser poner el énfasis en las generaciones venideras….. (en la equidad intergeneracional)

Para terminar, una reflexión sobre la imposibilidad de lograr todos los objetivos. Todo no se puede, la Encíclica pide todo a la vez, y, creo que no posible. La idea (que se repite de forma constante en la Encíclica) de corregir el funcionamiento del capitalismo mundial, de evitar las externalidades negativas de la globalización etc.. sin duda pueden ayudar a generar un ambiente mas sostenible, pero no necesariamente conlleva un desarrollo tal cual lo entendemos. Porque muchos de los beneficios que hacen que el ser humano disfrute de niveles de vida impensables hace cien años llevan implícitos el modo de producción capitalista. Podemos ilustrarlo con dos ejemplos: la energía y el empleo. En el primer caso, es necesario el crecimiento, y, por tanto, el aumento de la demanda de energía que no puede ser cubierta por las energías“renovables”en el mediano plazo. ¿Qué hacemos?. Producimos energía mas cara, quizás una solución intermedia sea mejorar la eficiencia. Respecto al empleo, su creación es una necesidad acuciante que se prioriza muy por encima de la sostenibilidad. La economía no generará el empleo suficiente para cubrir una oferta creciente, sin un crecimiento económico acelerado. ¿Qué hacemos?. Dejar a la población en el paro indefinido. No creo que esto sea posible.

En definitiva, los temas que hoy se debaten, por supuesto, que son relevantes. Pero, sobre todo implican un trilema a la hora de buscar soluciones: medio ambiente- crecimiento  y pobreza.


MAFALDAMUNDO

Daniel Sotelsek