Como se dice vulgarmente, éramos muchos y parió la gata, la inflación no aparece y esto aunque suene raro es una mala noticia….
El pasado jueves, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó los resultados definitivos del Producto Bruto Interno (PIB) del cuarto trimestre de 2011. Como se esperaba, los datos son decepcionantes, con caídas en todos los componentes de la demanda interna. Justamente el menor consumo sería el responsable de la desaceleración de la inflación que se ha venido registrando desde hace cuatro meses. Una baja inflación en un contexto de crisis de deuda no es una buena noticia…
Según los datos del INE, la economía española experimentó una contracción en el nivel de actividad del 0,3% en el último trimestre del año pasado, respecto al anterior. Si bien el PIB terminó avanzando 0,7% en todo 2011, el comportamiento del cuarto trimestre deja a la economía al borde de una nueva recesión, algo que se descuenta que se confirmará.
La reducción del producto se debió a una disminución del consumo de los hogares de 1,1% en relación al mismo trimestre del año anterior, de 3,6% en el caso del consumo público y de 6,2% de la inversión. Así, la demanda interna hace un aporte negativo al crecimiento de 2,9%. Únicamente el sector externo realiza un aporte positivo, gracias al descenso de las importaciones, ya que las exportaciones presentaron una significativa desaceleración.
Por el lado de la oferta, la industria volvió a presentar una evolución negativa luego de seis trimestres. La construcción sigue sufriendo los efectos de los excesos del pasado y sigue retrocediendo. De este modo, los únicos sectores que presentaron crecimiento fueron las actividades primarias y los servicios.
Esta evolución del nivel de actividad y de demanda viene provocando una desaceleración en la variación de precios. De esta manera, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) registró un crecimiento interanual de 2% en enero, la cuarta reducción consecutiva y el menor valor en más de un año y medio.
La desaceleración es la inflación no solo es causa de la menor demanda, sino que también es una causante. En efecto, en un contexto de endeudamiento muy elevado, una forma de licuar la deuda es a través del aumento de precios. Como las deudas están denominadas en términos nominales, la inflación las reduce en términos reales. A mayor inflación, más rápido es el proceso de licuación. Por eso la desaceleración en la evolución del IPC hace más lento el proceso de desapalancamiento. Es por esto que una de las sugerencias que se realizan constantemente en este blog es que la política económica tiene que tender a generar inflación, ya que en este contexto sería un mal menor. Pero, como ya estamos acostumbrados en esta crisis, los responsables de la política económica no suelen coincidir con nuestras ideas.