El último post del blog se titulaba “Del dicho al hecho…”, refiriendo a que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, había dado a entender que compraría deuda de los países en dificultades (léase España e Italia) en el mercado secundario. De esta forma, se buscaría reducir el diferencial de tipo que pagaban respecto al bono alemán y así permitir que puedan financiarse en el mercado primario a un costo menor.
En efecto, tan solo las declaraciones del presidente del BCE calmaron a los mercados y permitieron que diferenciales se relajen. Pero como decíamos, del dicho al hecho hay mucho trecho, y en este caso el trecho es nada más y nada menos que pedir al mismo BCE un rescate de la economía.En nuevas declaraciones, Draghi afirmó que el BCE está obligado a tomar medidas en “circunstancias excepcionales de los mercados y los riesgos para la estabilidad financiera”. Sin embargo, no aclaró los plazos de las medidas ni el alcance de las mismas. Lo que sí precisó es que la decisión de la compra de deuda no partirá desde la institución bancaria europea, sino desde los propios gobiernos; y una vez se solicite el “salvavidas” el gobierno quedará sujeto a una condicionalidad “estricta y efectiva”. Esta condicionalidad, por si quedaba alguna duda, significa ceder a Bruselas (y Berlin) la confección de los presupuestos, de forma de asegurarse la aplicación de las medidas de ajuste.
Este nuevo anuncio parece ser una batalla ganada por Alemania, país que se opone a la compra de deuda por parte del BCE, alegando la necesidad de mantener la independencia del banco central (¿si el banco central tiene que ser independiente, entonces por qué se ejerce tanta presión sobre él?) y que su función principal es preservar el valor de la moneda, es decir mantener la inflación en torno al 2% anual. Como si en una situación como la actual el riesgo de inflación fuera cierto. Incluso de serlo, tampoco sería el peor problema al que se enfrentaría la economía, dada la recesión que se avecina en todo el continente y que ya está presente en varios países. Más aún, una inflación algo mayor en Alemania aliviaría los planes de ajuste de las economías del sur de Europa. Pero no, todos estos argumentos no son suficientes para convencer a Alemania en la necesidad de que el BCE actúe.Pero no todas las voces en Alemania van en la misma dirección. Peter Bofinger, asesor del gobierno alemán, considera “incomprensible que el Bundesbank se oponga a la compra de bonos”. De hecho, para sostener su afirmación hace uso de la historia y recuerda que el propio Bundesbank en 1975 “invirtió miles de millones de marcos en bonos soberanos alemanes, para reducir los intereses”, sin que ello tuviera un efecto significativo en los niveles de inflación.Por su parte, respecto al gobierno español, toda esta situación parece haber quitado una disyuntiva.
Ya no se puede esperar a que el BCE actúe y así evitar pedir el rescate completo de la economía. Ahora, justamente para que el BCE compre deuda, se debe pedir otro rescate. Entonces, el panorama parece más claro que nunca: España deberá pedir el rescate. En efecto, los tipos afrontados no son sostenibles. Incluso, luego de los anuncios de Draghi, el diferencial se disparó en más de 50 puntos, lo que se constituyó como la peor jornada de la era euro. Entonces, con la prima de riesgo rondando los 600 puntos básicos y el costo de la deuda por encima del 7%, y con tendencia ascendente, el gobierno no parece tener alternativa si desea permanecer en el Euro. En definitiva, las palabras de Draghi que comentábamos en el post anterior fueron tan solo un oasis en medio de un desierto, oasis que terminó siendo un espejismo. Desde este blog insistimos en la necesidad de coordinar las políticas fiscales y monetarias para propiciar una salida algo menos dolorosa de la crisis. En ese sentido, sería necesaria la acción del BCE en la compra de deuda de países en problemas. Pero, como decíamos, la política fiscal debe acompañar con estímulos a la demanda.
Por lo tanto, si para que intervenga el BCE es necesario un rescate que se va a traducir en más ajuste, la estrategia nuevamente no será efectiva. La situación parece ser un juego de presiones de Alemania al sur de Europa para ver cuánto aguantan y así minimizar el costo que deberá soportar para preservar el Euro. Otra opción es que los dirigentes alemanes ya tengan decidido que no desean tener una moneda común con los países del sur. En ese caso, todas estas medidas son útiles para ganar tiempo y reducir la exposición de la economía alemana a los países del sur. De esta forma, también reducen el costo, pero esta vez no de la preservación del Euro, sino de su ruptura.
En clave interna, los partidos políticos este verano deben estudiar el manual de cómo hacer política con rescate ya que se avecinan unos meses muy complejos donde, sin duda, las probabilidades de conflictos internos en el PP y en el PSOE son mayores, los conflictos autonómicos aumentarán por la falta de solvencia y en ese caso, es probable que estemos como en ITALIA (pidiendo un gobierno tecnocrático).
En clave externa sigue vigente la alerta de USA, qué pasará con OBAMA y por supuesto una incógnita respecto a ITALIA cuyos fundamentales de la crisis son peores que los de ESPAÑA y lo que si es seguro es que sea como sea el rescate con ITALIA , Europa tendría intervenida casi el 35% de la economía europea y eso es mucho arroz para el pollo.