No llores por mi Argentina

Argentina ha entrado nuevamente en el ciclo de impacto que estamos acostumbrados, el Rodrigazo en los 70´, la  hiperinflación en los 80´, el tequila en los 90´, el corrallito en el 00’. Y, por supuesto, todos esperan el próximo capítulo en el 14. El recorrido expuesto es una síntesis imperfecta porque se podría triplicar esta lista donde siempre se ha terminado… con fuga de cerebros y de capitales. Las cifras están, de nuevo, marcando ese camino, la inflación alta, el peronismo dividido en cuatro facciones, el dólar blue por las nubes, mayor nivel de pobreza neto (descontando las subvenciones directas a la población), pérdida de peso en América Latina (el PIB p/c es menor que el de Colombia) y un largo etcera. Con estos datos en mente, en este post me gustaría hacer una reflexión sobre un par de temas con los que tropecé esta semana en la red y que tienen algo en común:  Argentina a punto de sentarse a terapia de nuevo. Uno de los artículos que encontré reza lo siguiente: “Debido a la situación económica del país, cada vez son menos los argentinos que eligen este país para vivir”. La sobrecualificación de los puestos de trabajo, la calidad de vida que disminuye progresivamente y el descontento con las políticas del Gobierno son, entre otras, algunas de las realidades actuales que generan en los argentinos la necesidad de emigrar en busca de un mejor futuro. Cada vez son más los argentinos que dejan el país y, menos los extranjeros que eligen este destino para vivir. Esto hace que poco a poco la riqueza humana del país vaya disminuyendo. Muchos de los argentinos que toman la decisión de probar mejor suerte en el exterior están dispuestos a desempeñar cualquier tipo de trabajo. Si las circunstancias lo ameritan, teniendo o no un elevado grado de instrucción, no tienen reparo en ejercer de camareros si se puede cobrar 20$ por hora trabajada (para muchos el destino elegido es Australia). En Argentina, por el mismo trabajo, puedes aspirar a 20 pesos el día trabajado, salario con el que no se sobrevive. Sigue otro de los artículos “…en otros países tu dinero vale y tu vida vale, en Argentina no.” Muchos afirman que, mes a mes, se hace más palpable el deterioro de la calidad de vida, lo estancado de la producción nacional y el detrimento de la economía, que sólo se sostiene con la aportación de la enorme plantilla del Estado, que crece desorbitadamente. Por otra parte, hay también quienes defienden las acciones del gobierno de Kirchner y que irónicamente admiran la “idiosincrasia argentina”. Por su parte, la presidenta del Gobierno afirmó, recientemente y de manera reiterativa en todos los medios de comunicación, que el país no caerá nuevamente en “default” señalando que el pago de la deuda ya se había realizado; y, que “alguien bloquea y evita que el pago llegue a terceros”. Aprovechó, además, la ocasión para comentar que el actual gobierno está pagando la deuda que contrajeron  otros, aludiendo claramente al corralito de años anteriores. Por último, destacó la necesidad de incentivar el consumo interno y no generar “mala onda” a la compra de bienes pues impacta negativamente en la economía y termina siendo una profecía autocumplida. Teniendo en mente este panorama, Argentina, al igual que muchos países de bajo nivel de desarrollo, se encuentra nuevamente con el problema de la fuga de cerebros que implica una pérdida de talento joven; y asiste a una fuga financiera que implica una pérdida de oportunidades de inversión. ¿Será el destino que no ceja en su intento de quebrar países como Argentina? Pero no parece fácil. No llores por ti sino por ellos, Argentina. mafalda_nada

 

Daniel Sotelsek

Crisis de demanda (España) y de oferta (Argentina)

La indispensable coordinación entre la oferta y de la demanda

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Iberoamérica hoy presenta crisis de un lado y del otro del Atlántico. Por un lado, se encuentra España, con una recesión que lleva ya más de 5 años y que no logra resolver. Por el otro, está Argentina, una economía que presenta desequilibrios macroeconómicos hace ya un tiempo, pero que recién ahora está dando señales reales de una crisis como se conocen en América Latina. En este post se comparan ambas situaciones, de características diametralmente opuestas, tanto en términos de su gestación como de las políticas implementadas. Lo interesante de la comparación es que, como suele suceder, los extremos se juntan, en este caso, dan como resultado crisis económicas.

En relación a España, la historia es más conocida: a partir de la entrada en el Euro, los países relativamente menos competitivos debían ir cerrando la brecha con los más productivos. Sin embargo, la tendencia fue la inversa. Mientras los capitales fluyeron por toda la Zona Euro esta divergencia no se reflejaba de manera clara sobre la economía real. Pero, una vez estalla la crisis,  se pone en duda la capacidad de pago y permanencia en el Euro de los países del sur de Europa, los capitales huyen hacia plazas más seguras, la recesión comienza y se hace visible las dificultades relacionadas con la productividad. La receta seguida fue básicamente neoclásica, pues se centró en políticas que han apuntado a ganar competitividad mediante la reducción de costes, es decir políticas de ofertas, sin tener presente que esos “costes reducidos” que se generaron intentando ahorrar son también menor capacidad de demanda y, por lo tanto, más recesión y desempleo. Un 27% de paro lo dice todo…..

Al otro lado del Atlántico, desde inicios del presente siglo se han encontrado con un contexto internacional muy favorable, basado en una fuerte demanda de las materias primas que estos países típicamente exportan, lo que a su vez estableció unos términos de intercambio favorables y elevados, y un relativamente sencillo y barato acceso al mercado de capitales. De esta manera, las economías han crecido fuertemente y la distribución del ingreso ha mejorado, lo que provocó una caída importante en la pobreza (aunque tanto la distribución del ingreso como la cantidad de pobres sigue siendo un tema primordial para la región). En este contexto, la mayor parte de los países lograron superávits fiscales primarios, lo que les permitió reducir el endeudamiento, a la vez que acumularon importantes cantidades de reservas internacionales. Estas medidas, junto a una política monetaria contracíclica, posibilitaron que el aumento del nivel de actividad se diera sin que se generaran presiones inflacionarias significativas.

En cambio, luego de unos primeros años en los que se podría afirmar que la política fue básicamente contracíclica, Argentina volvió a las viejas andanzas del pasado de la región e inicio una política tanto fiscal como monetaria expansiva en una fase ascendente del ciclo económico (ver post anterior). Así, la economía se recuperó rápida y vigorosamente de la crisis mundial de 2008 – 2009, creciendo a tasas cercanas al 8% en 2010 y 2011. El aumento gasto público, financiado en buena parte con emisión monetaria, y un tipo de cambio competitivo en 2009 generaron el cóctel que posibilitó el aumento en la demanda necesaria para crecer a esas tasas. Pero, luego del aumento inicial en el nivel de actividad, las presiones inflacionarias se hicieron presentes, en una economía que ya presentaba variaciones de precios que rondaban el 25%. Al mismo tiempo, buena parte del aumento en la demanda se tradujo en importaciones, lo que fue reduciendo el superávit comercial. En definitiva, fomentar la demanda a niveles que la oferta local no puede acompañar fue parte de la explicación de la crisis de balanza de pagos con alta inflación que hoy vive el país. Casi un 35% anual lo dice todo…..

En conclusión, en España las políticas para salir de la crisis se centraron en el lado de la oferta, es decir, reducir costes laborales, salarios y precios, sin notar que parte de la solución se encuentra en fomentar la demanda. En Argentina, a diferencia de España, se fomentó la demanda, pero en un momento expansivo del ciclo, lo que provocó que se creciera a un ritmo demasiado intenso como para que la oferta pudiera acompañar. Asimismo, no se realizaron esfuerzos significativos en pos de aumentar la productividad, incrementar la oferta y evitar cuellos de botella por el lado del sector energético y la infraestructura. En resumen, en el primer caso se siguió una política únicamente de oferta; en el segundo, solamente de demanda. En ambos casos el resultado fue similar: una crisis económica de difícil solución, que amenaza la estabilidad de los gobiernos y abre la posibilidad a conflictos sociales de magnitud.

No es mi intención comparar en términos de igualdad la situación de Argentina (mucho mas comprometida a estas alturas tanto en lo económico como en lo social) con España (con ciertos indicadores que parecen predecir que el temporal está pasando) pero si dejar en claro que las políticas macroeconómicas se hacen desde la política y esa matiz puede explicar porqué tanto desde una posición como de otra pueden fracasar (o en su caso ser exitosas). Al final lo que cuentan son las expectativas….

La salida seguramente también será distinta y al margen de las recetas, nuevamente veremos como la política y las instituciones (en el sentido de Rodrik) será la que determine el éxito como el fracaso de la recuperación en materia de pobreza y distribución de la renta.

Daniel Sotelsek