España ante la encrucijada

España ante la encrucijada.

A few days away from an unprecedented political outcome, Spain faces another challenge (internal and external) that feels very similar to the one it had to face in 2008.

A solo unos días de un desenlace político inédito, España se enfrenta nuevamente a dos desafíos (interno y externo) similares a las que tuvimos que enfrentar en 2008.

En cuanto a la coyuntura interna, aparte del lio político que debo confesar ni lo entiendo ni creo que valga la pena profundizar mucho, el país tiene un nuevo desafío y es el de funcionar con un gobierno en minoría parlamentaria que sea capaz de llegar a acuerdos suficientes que garanticen la gobernabilidad.

Si los políticos, la opinión pública y la ciudadanía no entienden este nuevo escenario se hará muy difícil avanzar. La mejor muestra de que cuesta entenderlo es que las cuatro formaciones con aspiraciones de gobierno presentaron un programa electoral para el 20-D que sabían no iban a cumplir.

Pactar es ceder. Por eso, para que el electorado mejor informado pueda elegir, los partidos también deberían haber incluido en los programas el “grosor de sus líneas rojas”. De lo contrario, la alternativa que se impone es una visión asamblearia en la que en el momento en que las formaciones tienen que pactar, los partidos políticos nos dicen a los ciudadanos que consultarán a sus bases; pero se olvidan que no son las bases las que votan, sino los ciudadanos . Para muestra un botón, los militantes del PSOE -200 mil afiliados- pueden validar una propuesta de pacto que no consultarán a los 5,3 millones de sus votantes.

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En cuanto a la economía, la situación de lo que llamamos Macroeconomía está ahí, casi todos afirman que es mucho mejor y debemos entender que “sí” que la macro tiene que ver con la micro, solo es una cuestión temporal pero si la macro está bien la micro también. De lo contrario algo falla y quizás sea la propia macro pues no es de recibo pensar que la economía se divida en macro y micro sino que al final es una sola.

Un buen ejemplo es la medida del crecimiento económico y de la desigualdad. En el primer caso, si medimos el crecimiento económico a través de su evolución observamos cómo de una caída del 3,6% en 2009, la economía ha crecido al 3,4% en 2015. Pero como nos recuerda Hausman Klinger y Wagnern en un Documento de Trabajo muy interesante, hay diferencias a la hora de mirar el crecimiento: bien, a través del diagnóstico (tasas de crecimiento) bien, a través de la teoría económica (productividad total de los factores. PTF), o bien, a través de las opiniones (basado en ranking internacionales).

En este sentido, aún cuando la tasa es positiva cuando uno analiza el índice de competitividad global, la situación ya no es tan alentadora. Para dar solo un par de cifras (el índice tiene 12 pilares), en 2008 España ocupaba el lugar número 29 de este índice y hoy ocupa el 33; en algunos pilares como el institucional hemos pasado de estar en el lugar 43 al 65; y, en cuanto al ambiente macroeconómico, la situación ha ido a peor, pasando de estar en el lugar 30 al 116 . Por último, si usamos la teoría y una medida del PTF realizada por el (Banco de España) BDE entre 2002 y 2007, éste ha caído un -0,4; y, entre 2008 y 2012 ha caído -0,2; y, se espera que en el período 2013 al 2015 también tenga tasas negativas (aunque, a decir verdad, según se mire el mercado de trabajo, a veces estos datos bailan un poco).

En definitiva, España crece, pero no es competitiva internacionalmente y su productividad va en caída libre. Quizás esto puede explicar la disonancia que percibimos cuando observamos cómo vive la gente. Quizás el crecimiento se justifica por el comportamiento de las tres variables con que todo ministro de Economía sueña: una caída del precio de petróleo en una economía totalmente dependiente; una devaluación de su moneda del 20% en los últimos dos años; y, un Banco Central que está dispuesto a comprar toda la deuda a intereses bajos. Pero no nos engañemos: quizás lo que falla no es el puente entre la macro y la micro; sino que la propia economía no está tan bien.

El otro punto a debate es la desigualdad en España. La mayor parte de los ciudadanos tiene la percepción que esta crisis ha generado una situación de injusticia y desigualdad sin precedentes. Lo primero que deberíamos decir a la ciudadanía es que esta percepción no es del todo cierta. España ya figuraba antes de la crisis entre los países con mayores niveles de desigualdad de la UE, región que por cierto tiene una distribución bastante igualitaria comparada con otros países. El segundo comentario que hay que señalar es que cuando crece el ingreso (como sucedía antes de 2008), el problema de la desigualdad tiene que ver más con la estabilidad que con el tamaño. En otras palabras, que si nos va bien, solemos preocuparnos menos por la desigualdad.

Dicho esto, si es cierto que a partir de la crisis las rentas medias y bajas han sufrido un golpe importante. Y “la renta anual equivalente de la población” ha pasado en media de 17.000 € a 14.150 € entre 2009 y 2014. Pero lo mas importante de todo es que este impacto ha sido muy desigual: el primer decil de renta equivalente (10% de los más pobres) ha caído un 32,6 % durante el período de mayor ajuste 2008-2014, mientras que el décimo decil (10% mas rico) solo ha caído el 16%. O sea que cuando las cosas van mal, la distribución de los esfuerzos entre los ricos y los pobres es desigual.

La distribución de los esfuerzos es, por tanto, el meollo del asunto. El debate sobre la sobre la desigualdad debería centrarse en esta cuestión, más que en el propio indicador GINI (indicador de desigualdad). Las políticas públicas deberían orientarse a incorporar mecanismos para que una vez recuperada la economía, sean los sectores mas desfavorecidos los que reciban una recuperación mayor que los sectores más favorecidos.

Pero las cifras muestran otro dato curioso. Desde el decil 5 al 9 (una gran parte de la clase media) la caída y el esfuerzo es muy parecido al de las clases más favorecidas. Mi opinión es que, en esta primera etapa, es urgente recuperar a ese porcentaje que ha sufrido la crisis de forma mucho mas dura; y dejar para una segunda etapa, la mejora en la distribución entre toda la población. Esta elección implica que las políticas de apoyo deben ser claras y contundentes si esto es lo que se quiere, pues de lo contrario podemos caer en la tentación de recuperar a las clases medias, a costa de dejar en la cuneta a los sectores menos favorecidos.

Quizás valga la pena mencionar dos cuestiones adicionales que pueden condicionar los niveles futuros de desigualdad: una es la cuestión demográfica: el envejecimiento de la población y la precariedad laboral amenazan el mantenimiento de las futuras pensiones; y una segunda tiene que ver con la educación como vector de formación de un capital humano, que puede generar aumentos de productividad.

Respecto a la educación, cada vez hay más consenso en que lo relevante es discutir los aspectos relacionados con la calidad y no con la cobertura universal. Matiz que no siempre es bien entendido en los sectores progresistas de nuestra sociedad, puesto que la calidad es lo único que puede asegurarnos una mejor distribución de la renta en el futuro. La cobertura universal puede ser muy bien recibida, pero no asegura como hemos comprobado en los últimos 25 años mayores niveles de igualdad.

Otro tema que nos toca de cerca es la vulnerabilidad de nuestra economía frente a la amenaza de una crisis mundial, que de llegar a producirse causará estragos. La caída de las bolsas, si bien los mercados han exagerado en su reacción, auguran que algo está pasando. Las políticas monetarias no han logrado sacar adelante a las economías más desarrolladas, lo que a su vez genera problemas en el sector bancario. Este cada vez tendrá mas dificultades, tanto por el lado de una mayor regulación como, y esto es lo relevante, por la disminución de los márgenes del negocio, lo que amenaza la propia existencia del concepto bancario comercial tal cual lo conocemos hoy.

Por lo tanto, es obvio que habrá crisis del negocio bancario y en algún momento descubriremos que los bancos centrales tienen un límite. A este escenario, le sumamos que la panacea de los BRICS se ha esfumado. A excepción de la India todos los países de este grupo se encuentran en recesión y con problemas muy serios en sus estrategias de desarrollo. Al fin y al cabo pensar que las materias primas desarrollan a los países es un concepto poco realista en la historia económica.

Con este panorama no es de extrañar que en los próximos semestres asistamos a fuertes desajustes de la economía mundial, que pueden provocar serios reveses en la economía que afecten al movimiento de capitales, el comercio mundial y produzcan una ralentización del crecimiento.

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Con este escenario, vuelve a ponerse de moda el argumento del estancamiento secular, concepto puesto en circulación a fines del año 2013, por el ex Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Lawrence Summers. La idea no es nueva, viene de los años 30 del siglo pasado cuando Hansen (1938) atribuyó las dificultades para recuperar los niveles de actividad a factores de orden estructural. Hoy muchos piensan que la situación es similar; ya que, si bien hemos salido de la crisis, entramos en un estancamiento secular que no permite a la economía aprovechar su potencial. Summers habla que la diferencia entre lo que producimos y lo que podemos producir con nuestros recursos y tecnología es del 10% y todo esto porque hay factores estructurales que no permiten igualar los ahorros con la inversión. Por el contrario hay un exceso de ahorro y una exigua inversión, los precios caerán y la demanda no se recupera. Esto no es una nueva recesión sino que estamos transitando un estancamiento que a veces se disimula con políticas públicas pero estas no han sido suficientes o pero aún han sido poco adecuadas y cada tanto la realidad aparecerá en forma de amenaza de recesión hasta que por fin seamos capaces de explotar nuestro potencial, crear demanda e invertir (el ABC de la economía)

Más pronto que tarde, el próximo gobierno de España debe definir políticas que, por un lado, incluyan respuestas a las amenazas externas, que vendrán de la mano de contagios y que afectarán básicamente a las cuentas externas y a nuestra capacidad de financiación. Y, por otro lado, a las amenazas internas ocultas bajo la superficie, lo que implica tomarse en serio que crecer no es solo tener una “tasa de crecimiento”, sino, básicamente, mejorar la productividad y la competitividad internacional. Y, mientras reparar los efectos de la crisis en las capas mas desfavorecidas, que si bien no son muchos en términos cuantitativos si lo son en términos de perjuicios. El populismo puede echar por traste esta estrategia, y las políticas conservadoras pueden ahondar en las restricciones de una convivencia social que el 20% mas pobre de la población no creo que pueda seguir soportando.

El futuro del negocio bancario en entredicho

The future of banking: ⇓⇓⇓⇓

“Big bank have changed a lot, but not sufficient , since the crisis (2008-2009) it has become commonplace to argue that bank should be run as utilities, not casinos”. What happens to the profits?.

El futuro del negocio bancario: “un mal presagio”

Las próximas horas conoceremos los resultados de los test del Banco Central Europeo sobre la banca, lo que ha despertado las alarmas en la prensa económica. Por supuesto tendremos análisis para todos los gustos. Ya ha empezado The Economist (25/10/14) calentando motores con un artículo sobre la deuda de los países en el que viene a decir, mas o menos, que la deuda es impagable; y, más si se suma que a la recesión, lo siguiente es la deflación.


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También se han adelantado, al coro que vendrá, voces nacionales que alertan de la recesión europea, que de darse, también será española. Santiago Carbó escribe en El País (21/10/14) un artículo muy interesante sobre la foto de lo que sería el purgatorio (7 años) de la banca europea. Lo que no sabemos es cuántos van al infierno y cuántos van el cielo. En todo caso, lo que si parece un hecho es que Europa en conjunto, y España en particular, no despega a pesar del activismo de Draghi y de la buenas palabras del ministro Montoro. Europa está en recesión y deflación, y España tiene 5,4 millones de parados, 6% de déficit, 300% del PIB de deuda pública y privada…

Pero de lo que quería hablar es de un tema algo mas de fondo que de coyuntura, aunque sin duda no es fácil desvincularlos. Me refiero a que, poco a poco, se va descubriendo que el negocio bancario está en declive y que sus causas se han agravado con la crisis. La tendencia venía de antes y, por lo tanto, la industria de la banca (especialmente, la comercial) ya no será la misma en el mediano plazo. Algunos se atreven a decir que “ya no será” en el largo plazo. Frases como “Too big to fail” seguidas de “Too big to bail out”, “leverage”, “bail out”, “bail in”, “Basilea”, “Tobin Tax”, “big data”, “Euribor flat” deberían habernos dado una pista de que las cosas no iban bien.

Hasta 2007, según Oliver Wyman (la consultora bancaria por antonomasia) la banca americana tenía retornos del 30% (acciones). En la actualidad, una vez ajustado el sector, la rentabilidad no llegaría al 8%, rentabilidad mas parecida a las compañías de servicios públicos. Incluso en 2013, el promedio para los grandes bancos no ha superado el 5%.

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Lo que está pasando es que los tres pilares sobre los que se sustenta la rentabilidad bancaria comercial (al menos en el mundo desarrollado) se están quebrando y el camino no parece tener un retorno fácil.

1. Los bancos necesitan de un ambiente donde la intermediación entre el ahorro y la inversión sea necesaria. Antes los bancos ayudaban a reducir los así llamados costes de transacción y las asimetrías de información. En otras palabras, alguien (los bancos) estaban en el medio para evitar costes y riesgos no deseados. La crisis ha demostrado que esto ya no es así. Al contrario, cuando los riesgos llamados sistémicos aparecieron, la justificación de la intermediación y la confianza sobre la industria cayó en picado.

2. Los bancos necesitan una ecuación de rentabilidad-riesgo que les permita obtener ingresos suficientes para mantenerse en pie, que están disminuyendo inexorablemente. Algunas variables coyunturales como los bajos tipos de interés pueden cambiar la tendencia en el mediano plazo (aunque la sangría de estos años puede dejar huella para aquellas instituciones que no han realizado una adecuada reestructuración). El resto de ingresos como las comisiones por servicios y los préstamos en condiciones ventajosas del BCE tampoco parecen ser el camino. (por cierto, es un tema que atañe a la política de ayudas y subsidios, de la que curiosamente nadie en la UE quiere hablar demasiado).

Pero el tiro de gracia a esta, antaño virtuosa, ecuación rentabilidad-riesgo viene del lado de las regulaciones que en pocos meses más se empezarán a imponer. Las normas de Basilea III (además de ser muy complejas en su cálculo –casi 5.000 variables) apuntan básicamente a tres cuestiones relevantes: la primera es el aumento del capital exigible, tanto en calidad como en cantidad (mayor seguridad pero menos rentabilidad). Y, esto especialmente aplicable para los bancos “too big to fail” llegando incluso a niveles que duplican los ratio anteriores a la Crisis (del 8% al 15%.) La segunda tiene que ver con el ratio de liquidez que ajustan el balance para evitar en lo posible crisis de liquidez (pues el riesgo sistémico hace que la frontera entre liquidez y solvencia sea cada vez mas fino y evita las ganancias vía desfase temporal). Esto implica un sistema mas desapalancado (leverage) o, lo que es igual con menos activos. Lo que supone, voilà, un sistema con menos crédito. La tercera vía apunta a cómo se comportarán en la gestión y la transparencia los bancos, ya que se reducen los incentivos para generar productos financieros de alto riesgo, y, al tiempo, aparece una reglamentación del supervisor orientada a que los problemas no los paguen los contribuyentes (bail out) sino los accionistas (bail in).

Todo esto tiene un claro componente restrictivo desde el punto de vista del negocio y, por tanto, de la rentabilidad. En este contexto, la pregunta obvia es: ¿Quién pone capital en una actividad poco rentable? Si, como parece obvio la respuesta es negativa -a no ser que se asuman mas riesgos- los bancos tendrán problemas para mejorar su capital y, en consecuencia, en un entorno donde la situación de la economía no es favorable, la falta de eficiencia del sistema es elevada, los préstamos disminuyen, las ayudas públicas (rescates) solo existen luego de la perdida del capital, etc. etc. Se genera un circulo vicioso donde el resultado es una caída en la rentabilidad desconocida hasta ahora.

3. En tercer lugar, los bancos, como industria, necesitan de un ambiente donde los costes de entrada sigan siendo importantes. O, lo que es igual, en un negocio donde los competidores se mueven en un mercado imperfecto, lleva naturalmente a la formación de bancos mas grandes. Inevitablemente, la hegemonía de estos bancos “demasiado grandes para caer” conlleva dejar un poco de lado la presión regulatoria y supervisora. Pero es evidente que la globalización tiene un apellido llamado “innovación tecnológica” que favorece que los competidores en esta industria aumenten y aparezcan nuevos jugadores, que conocen mejor el juego de las nuevas tecnologías. Es posible que veamos novedosas fórmulas y transacciones financieras que lleven, en algunos casos, a un perfecta desintermediación…

Dicho esto, son muchos los elementos que estamos dejando de lado, entre los cuales vale la pena destacar la propuesta de Piketty ahora y de muchos otros antes sobre el “Tobin Tax” (impuesto a las transacciones bancarias). Hay mucha literatura al respecto que se puede consultar, solo quería incidir en que el cóctel del negocio bancario parece tener una difícil solución. Seguramente nos llevará a cuestionar el funcionamiento de muchas entidades cuya ecuación rentabilidad-riesgo no dará respiro a la salida de capitales de la industria en busca de otros derroteros, algunos de los cuales tomarán el relevo de la tradicional banca comercial.

Mientras tanto, en Europa seguimos deshojando la margarita sobre la famosa intervención del BCE que nunca llega. En este sentido, los resultados  sobre el sistema europeo de bancos pueden dar un primera pista, pero creo que las ramas del árbol nos siguen tapando el bosque.

Por último, creo importante diferenciar este análisis de países mas o menos desarrollados. A estos últimos, es posible que el tirón del negocio bancario les sea mas duradero. Todo dependerá de la capacidad de adaptación que a estas alturas se nos antoja muy difícil de predecir.

Daniel Sotelsek

¿Reforma impositiva o patada hacia delante?

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¿Reforma impositiva o patada hacia delante?

This past friday among so many news and political changes, the Prime Minister´s cabinet has disclosed the so called “tax reform” (truthfully the economic crisis has brought thousands of problems but one of them is that the goverment refers to any change as a “reform”) that in my opinon is not more than a slight “ricardian equivalence” adjustment wich does not affect the core taxation of our country.

The tax reform has consisted on reducing personal income taxes (which was increased), lowering corporation taxes (also increased in the previous reform), mantaining the indirect taxes and VAT.

Esta semana ha sido algo movidita, lo primero nuestra selección de fútbol no ha tenido la fortuna necesaria para pasar la primera ronda del mundial y como siempre pasa: “todo tiempo pasado fue mejor” aunque en este caso, si de agradecimientos por los servicios prestados se trata; a la “Roja” le debemos haber elevado nuestro estandarte a lo más alto y por más tiempo que ninguna otra selección. Lo segundo tiene que ver con el cambio de nuestro Jefe de Estado, la abdicación de un rey y la proclamación de otro, en medio de una tranquilidad institucional y un “cierto” fervor popular que  veremos si mejora con el tiempo. En este caso, desear suerte a nuestra ” monarquía parlamentaria” para que consolide un país en libertad y prosperidad para todos los españoles y de ser posible llevar el estandarte a lo más alto.

Por último, este viernes y casi pasando desapercibido en medio de tantas noticias y cambios, el Consejo de Ministros pone en marcha la “denominada reforma fiscal” ( la verdad es que la crisis trae muchos problemas pero uno de ellos es que se llama reforma casi a cualquier cosa) que a mi entender no es más que un pequeño ajuste de“equivalencia ricardiana”  que no afecta  el núcleo impositivo de la nación y en todo caso se queda en lo de siempre: reajustes poco profundos

La reforma ha consistido básicamente en bajar el IRPF (que había subido), en bajar los impuestos a sociedades (que había subido) , no tocar lo impuestos indirectos, ni hablar del IVA, algunos retoques menores y algo que no se ha dicho mucho que es  comenzar una campaña de publicidad para reducir los niveles de fraude fiscal (que no creo tenga mayor efecto que el de generar negocio de publicidad del Estado como anunciante en los medios de comunicación).

Sin entrar a valorar los cambios y las medidas específicas que se explican con detalle en muchos sitios en la Red,  me interesa hacer una reflexión sobre lo que veo, leo y escucho respecto a si esta reforma debería hacerse de esta u otra manera, si hay que cambiar la base tributaria, si……… En fin, algo parecido a la discusión que tuvimos con la “Roja” y con la “monarquía parlamentaria”.

Y esas valoraciones sobre nuestros sistema de impuestos  casi siempre consideran tres objetivos muy diversos: a) político (consiste en obtener la mayor rentabilidad en términos de votos), b) equidad (significa mejorar a través de los impuestos los niveles de desigualdad que tenemos y que, por cierto, va en aumento en los últimos cinco años), c) eficiencia u objetivo económico-financiero (consiste en obtener la máxima recaudación de ingresos, mejorar las cuentas públicas, financiar el gasto etc… sin menoscabar los cimientos de los fundamentos económicos). Y dicho así,  cada uno critica las reformas impositivas según estos tres elementos.

Lo  que sucede y  deberíamos aclararnos todos (incluido el Gobierno) es que en política económica no siempre se pueden cumplir todos los objetivos y que muchas veces toca renunciar a uno de ellos: el mejor ejemplo que los economistas y los políticos entienden rápidamente tienen que ver con el “trilema” del tipo de cambio: uno puede querer que el tipo de cambio sea flexible, querer controlar el tipo de interés y querer que exista libre movilidad de capitales pero todos sabemos que sólo es posible cumplir con dos de esos objetivos a la vez y, que siempre debemos renunciar al menos a uno de ellos.

En las cuestiones impositivas pasa algo similar, el trilema que se plantea es que no se puede hacer una reforma que coseche votos especialmente de las clases medias (la más numerosa), que disminuya la desigualdad social y, que se resuelva el problema de la financiación pública: si uno relaja y disminuye el impuesto de la renta es posible que coseche votos, pues es un factor que afecta, según el nivel de ingresos, casi a todos los ciudadanos; es posible que la bajada no incremente la desigualdad, pero dudo mucho que mejore la financiación del Estado (aún en los términos de las propuestas liberales relacionadas con la idea de la curva de Laffer).

En cambio cuando se habla del IVA la situación es distinta, al ser un impuesto que no se paga en función de la renta sus objetivos son claros: mejora la recaudación y, en su caso, puede ayudar a disminuir la desigualdad si se aplica a generar bienes públicos que se demandan por las personas de menos rentas; pero, sin duda lo que es claro es que no cosecha votos. Ahora imaginemos una situación donde el IVA de productos de lujo pasara al 28%. ¿Seguiríamos pensando que esto no cosecha votos?, ¿No sería algo que mejora la igualdad?. Pero, sin duda, también sabemos que esto no mejora la situación del déficit dado el volumen real de ingresos.

Cuando uno analiza lo que pasa en España está claro que hasta ahora el objetivo no ha sido otro que recaudar y no perder votos; por ello la igualdad ha sido la perjudicada y, ahora que estamos saliendo (por decir algo ya que  el 100% de deuda, el 7% de déficit y el 26% de paro no dan para mucho) parece que el Gobierno ha decidió utilizar los impuestos para cosechar votos y, creo que para mejorar en algo la igualdad; pero la recaudación no va a mejorar. Si el Gobierno yerra en sus previsiones, en muy poco tiempo veremos recortes por el lado del gasto (mejorar los ingresos a costa de mayor desigualdad) o, como yo estimo, veremos una subida del IVA o de otros impuestos indirectos que nos dejaran como antes. Eso sí, es posible que ya hayan pasado las elecciones municipales.

En todo caso, pensar que el trilema impositivo es de fácil solución es muy ingenuo. Al final las cifras de votos, los índices de desigualdad y las tasas de déficit son las que son. Por ello, es hora de quitar ciertos tabúes respecto a los impuestos directos o indirectos como síntomas de mayor o menor desigualdad. Una discriminación del IVA por productos según la franja de consumidores que lo consumen puede ser mucho mas justo desde el punto de vista de la desigualdad que cambiar el IRPF en una misma proporción a todos los tramos. Y, así ejemplos como este nos sobran pues de lo que se trata es de elegir ALGUNO/S DE LOS OBJETIVOS A LA HORA DE MODIFICAR LOS IMPUESTOS Y TENER LA PLENA SEGURIDAD QUE NINGÚN CAMBIO O REFORMA PUEDE CUBRIR TODOS LOS OBJETIVOS A LA VEZ.

Daniel Sotelsek

Crisis de demanda (España) y de oferta (Argentina)

La indispensable coordinación entre la oferta y de la demanda

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Iberoamérica hoy presenta crisis de un lado y del otro del Atlántico. Por un lado, se encuentra España, con una recesión que lleva ya más de 5 años y que no logra resolver. Por el otro, está Argentina, una economía que presenta desequilibrios macroeconómicos hace ya un tiempo, pero que recién ahora está dando señales reales de una crisis como se conocen en América Latina. En este post se comparan ambas situaciones, de características diametralmente opuestas, tanto en términos de su gestación como de las políticas implementadas. Lo interesante de la comparación es que, como suele suceder, los extremos se juntan, en este caso, dan como resultado crisis económicas.

En relación a España, la historia es más conocida: a partir de la entrada en el Euro, los países relativamente menos competitivos debían ir cerrando la brecha con los más productivos. Sin embargo, la tendencia fue la inversa. Mientras los capitales fluyeron por toda la Zona Euro esta divergencia no se reflejaba de manera clara sobre la economía real. Pero, una vez estalla la crisis,  se pone en duda la capacidad de pago y permanencia en el Euro de los países del sur de Europa, los capitales huyen hacia plazas más seguras, la recesión comienza y se hace visible las dificultades relacionadas con la productividad. La receta seguida fue básicamente neoclásica, pues se centró en políticas que han apuntado a ganar competitividad mediante la reducción de costes, es decir políticas de ofertas, sin tener presente que esos “costes reducidos” que se generaron intentando ahorrar son también menor capacidad de demanda y, por lo tanto, más recesión y desempleo. Un 27% de paro lo dice todo…..

Al otro lado del Atlántico, desde inicios del presente siglo se han encontrado con un contexto internacional muy favorable, basado en una fuerte demanda de las materias primas que estos países típicamente exportan, lo que a su vez estableció unos términos de intercambio favorables y elevados, y un relativamente sencillo y barato acceso al mercado de capitales. De esta manera, las economías han crecido fuertemente y la distribución del ingreso ha mejorado, lo que provocó una caída importante en la pobreza (aunque tanto la distribución del ingreso como la cantidad de pobres sigue siendo un tema primordial para la región). En este contexto, la mayor parte de los países lograron superávits fiscales primarios, lo que les permitió reducir el endeudamiento, a la vez que acumularon importantes cantidades de reservas internacionales. Estas medidas, junto a una política monetaria contracíclica, posibilitaron que el aumento del nivel de actividad se diera sin que se generaran presiones inflacionarias significativas.

En cambio, luego de unos primeros años en los que se podría afirmar que la política fue básicamente contracíclica, Argentina volvió a las viejas andanzas del pasado de la región e inicio una política tanto fiscal como monetaria expansiva en una fase ascendente del ciclo económico (ver post anterior). Así, la economía se recuperó rápida y vigorosamente de la crisis mundial de 2008 – 2009, creciendo a tasas cercanas al 8% en 2010 y 2011. El aumento gasto público, financiado en buena parte con emisión monetaria, y un tipo de cambio competitivo en 2009 generaron el cóctel que posibilitó el aumento en la demanda necesaria para crecer a esas tasas. Pero, luego del aumento inicial en el nivel de actividad, las presiones inflacionarias se hicieron presentes, en una economía que ya presentaba variaciones de precios que rondaban el 25%. Al mismo tiempo, buena parte del aumento en la demanda se tradujo en importaciones, lo que fue reduciendo el superávit comercial. En definitiva, fomentar la demanda a niveles que la oferta local no puede acompañar fue parte de la explicación de la crisis de balanza de pagos con alta inflación que hoy vive el país. Casi un 35% anual lo dice todo…..

En conclusión, en España las políticas para salir de la crisis se centraron en el lado de la oferta, es decir, reducir costes laborales, salarios y precios, sin notar que parte de la solución se encuentra en fomentar la demanda. En Argentina, a diferencia de España, se fomentó la demanda, pero en un momento expansivo del ciclo, lo que provocó que se creciera a un ritmo demasiado intenso como para que la oferta pudiera acompañar. Asimismo, no se realizaron esfuerzos significativos en pos de aumentar la productividad, incrementar la oferta y evitar cuellos de botella por el lado del sector energético y la infraestructura. En resumen, en el primer caso se siguió una política únicamente de oferta; en el segundo, solamente de demanda. En ambos casos el resultado fue similar: una crisis económica de difícil solución, que amenaza la estabilidad de los gobiernos y abre la posibilidad a conflictos sociales de magnitud.

No es mi intención comparar en términos de igualdad la situación de Argentina (mucho mas comprometida a estas alturas tanto en lo económico como en lo social) con España (con ciertos indicadores que parecen predecir que el temporal está pasando) pero si dejar en claro que las políticas macroeconómicas se hacen desde la política y esa matiz puede explicar porqué tanto desde una posición como de otra pueden fracasar (o en su caso ser exitosas). Al final lo que cuentan son las expectativas….

La salida seguramente también será distinta y al margen de las recetas, nuevamente veremos como la política y las instituciones (en el sentido de Rodrik) será la que determine el éxito como el fracaso de la recuperación en materia de pobreza y distribución de la renta.

Daniel Sotelsek

Repasando temas de “EMPLEO y DESEMPLEO”….

Reviewing issues of “Employment and Unemployment” ….

Today we will start with a new seccion on the blog called “Reviewing Economic Issues”. Here we are going to treat some ideas and topics that are not always clear for everyone: for example do we have 4.8 or 5.8 million unemployed?

Join us in the analysis of this article!

Hoy comenzamos con un nuevo bloque de “repasando temas de economía” para tratar algunas idea y temas que no siempre son claros para todo el mundo: por ejemplo ¿tenemos 4,8 o 5,8 millones de parados?

¿Qué significa realmente la tasa de paro?

El tema del paro en España es fuente de conversaciones en muchos sitios y no siempre resulta fácil interpretar las cifras que se publican, por ello este post trata de aclarar un par de conceptos que seguro nos ayudarán a interpretar mejor esta realidad.

Recientemente se han conocido los datos de paro de España, tanto el estimado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) como por el Servicio Público de Empleo Estatal (antiguo INEM). Si bien ambos organizaciones coinciden en que la cifra es muy elevada,  el primero indica una cantidad de parados que asciende a 5,77 millones de personas, el segundo dice que son 4,8 millones. ¿En qué se basa la diferencia?

El margen que separa ambas cantidades se debe a que miden cosas diferentes. El INE, a través de la Encuesta Permanente de Hogares (EPA), mide la cantidad de desempleados totales. La definición que utiliza de desempleado es aquella persona que quiere trabajar y busca activamente empleo. Es decir que, por ejemplo, un estudiante o un jubilado que no tiene trabajo, pero tampoco quiere tenerlo, no es considerado desempleado. Por su parte, el Servicio Público de Empleo Estatal mide la cantidad de desempleados registrados. Los desempleados registrados son aquellos que están inscritos en las oficinas del antiguo INEM, es decir los que tienen derecho a percibir alguna prestación por desempleo u otro beneficio. Esto quiere decir que el desempleo registrado excluye a ciertos colectivos demandantes de empleo, como ser los que buscan su primer empleo, los beneficiarios del subsidio agrario o personas apuntadas a cursos de formación de los Servicios Públicos de Empleo.

Explicada la diferencia entre desempleo total y registrado, pueden quedar muchas dudas en relación a los indicadores del mercado de trabajo. Por ejemplo, si España tiene unos 48 millones de habitantes, y la cantidad total de desempleados es menor a los 6 millones, ¿por qué se dice que el desempleo es del 25%?

Esto se debe a que la tasa de paro no se calcula sobre la población total, sino sobre la población económicamente activa (PEA). La PEA es toda persona que participa activamente en el mercado de trabajo, ya sea trabajando o buscando empleo. De este modo, aquel estudiante o jubilado que mencionábamos antes, que no trabajaba pero tampoco lo desea, no es desempleado ni considerado parte de la PEA. Entonces, el 25% es la relación entre los que no tienen trabajo y lo buscan activamente, y los que participan activamente en el mercado de trabajo (estos mismos desempleados más los que tienen empleo).

Pero si el cociente se mide sobre la PEA, ¿cómo puede ser que la tasa de empleo sea del 45%? ¿No debería ser del 75%? El problema aquí surge porque la tasa de empleo se mide sobre la población en edad de trabajar (entre 15 y 65 años), al igual que la tasa de actividad, que es la cantidad de activos (pertenecientes a la PEA) como porcentaje del total de habitantes en España. Actualmente la tasa de actividad es del 60%. Entonces, si se multiplica la tasa de actividad por el cociente de empleados sobre PEA, alcanzamos la cifra de la tasa de empleo: 60% x 75% = 45%.

 

Cabe destacar que bajo estas definiciones los trabajadores informales son parte de los ocupados, es decir que no son considerados desempleados. En el extremo, una economía en donde todos los pertenecientes a la PEA están empleados a en la economía informal, la tasa de paro sería cero, ya que este indicador no está diseñado para medir el problema de la informalidad. En cambio, la tasa de informalidad, medida como la cantidad de trabajadores informales sobre la cantidad total de trabajadores, sería 100%.

En conclusión, se debe tener mucho cuidado al interpretar los indicadores, ya que cada uno está hecho para un fin específico y no puede dársele cualquier interpretación (¡el eventual error no es de los indicadores, sino de las personas que lo interpretan!). Así, es incorrecto decir que la cuarta parte de los españoles está desempleado, ya que no es el 25% del total de la población total, sino de la población que participa activamente en el mercado de trabajo. Hay que tener en cuenta cuál es la magnitud de referencia. También se debe considerar la distinción entre desempleo total y desempleo registrado, ya que estos últimos son una parte (no todos) de los primeros. Finalmente, si bien el desempleo es un problema muy grande, que hoy sufrimos todos los habitantes de España, un país sin desempleo no deja de tener problemas. Por ejemplo, muchas economías latinoamericanas hoy cuentan con tasas de paro muy bajas, pero tasas de informalidad muy elevadas. Al punto de que en muchos países estar trabajando no es garantía de no ser pobre absoluto, ya que el salario es menor que la canasta básica. Pero ésta es otra distinción que dejamos para otro post.

Definición Tasa
Población económicamente activa (PEA) Población que participa en el mercado de trabajo, ya sean empleados y desempleados que buscan trabajo en forma activa Tasa de actividad = PEA / población en edad de trabajar
Ocupados Población que se encuentra empleada Tasa de empleo = ocupados / población en edad de trabajar
Ocupados informales Población ocupada en trabajos no registrados, sin cotizaciones a la seguridad social Tasa de informalidad = ocupados informales / ocupados totales
Desempleados Población que no posee empleo y que busca trabajo en forma activa Tasa de paro = desempleados / PEA
Desempleados registrados Población inscrita en el Servicio Público de Empleo Estatal

Sí a la consolidación fiscal, o no, o todo lo contrario

Sí a la consolidación fiscal, o no, o todo lo contrario

Yes for fiscal consolidation, or not, or the opposite…..

Spain, after Greece has the worst economy forecast, the expectation is a fall of 1.3% of GDP. No one doubts that in the long term Spain and most of Europe must reduce its public deficit and debt levels. Though the latest IMF report does not indicate that objective is being achieved with measures of short-term consolidation, just the opposite…

Mientras los socios del Euro siguen discutiendo los términos del mecanismo de rescate, al que más temprano que tarde acudirá nuestro país, la crisis sigue su curso. Hoy justo hace una semana, el Fondo Monetario Internacional (FMI) presentó sus previsiones económicas para 2013 de los 185 países del mundo. España es, después de Grecia, la economía con peor evolución, al esperarse una caída de su PIB de 1,3%. Esto también hace de España el país donde se presentó un mayor deterioro en las previsiones, ya que el año pasado el FMI esperaba un crecimiento de 1,8% para 2013. Esta evolución desde ya que no es independiente de las medidas de ajuste que viene implementando el gobierno.

Pero esto no es todo. Como no podía ser de otra manera, el menor crecimiento se traduce en una disminución de los ingresos fiscales y una mayor dificultad para cumplir con los plazos de reducción de déficit. En efecto, según las previsiones del FMI el gobierno no será capaz de cumplir con el objetivo de déficit de 6,3% del PIB de este año, ni tampoco con el de 4,5% del año próximo. De ser más precisas las cifras del organismo internacional en comparación a las del gobierno, que espera una caída de medio punto porcentual en el PIB para 2013, entonces nos esperan más y más medidas de ajuste. ( solo para recordar: 2 puntos casi 20.000 millones más deuda y caso 1.000 de intereses anuales)

Pero esto tampoco asegura que se vaya a poder cumplir con los objetivos de déficit. Al respecto, otro estudio del FMI llega a la conclusión de que el multiplicador fiscal a corto plazo (el impacto sobre la economía de las variaciones en los gastos e impuestos) no es de 0,5 veces como se creía, sino de entre 0,9 y 1,7 veces. Así, una política contractiva de un punto del PIB no provoca un menor crecimiento de medio punto, sino de entre 0,9 a 1,7 puntos del PIB. De esta forma, dependiendo de la elasticidad de PIB respecto a los ingresos fiscales, es posible que las medidas de ajuste no solo contraigan el nivel de actividad, sino también que sean contraproducentes en términos de su objetivo inmediato de reducción del déficit. Pero como ya se ha dicho muchas veces si no se te prestan dinero a intereses soportables a los niveles de actividad el camino del gasto simplemente no es posible.

Con base en las nuevas noticias, no es de extrañar que el mismo día en que el FMI publicaba sus previsiones, la prima de riesgo de España volvía a subir por motivos exclusivamente internos, dado que la italiana por ejemplo evolucionaba en sentido contrario. Lo más sorprendente de todo es que las recomendaciones de política del FMI parecen sacadas de otro texto. Aun poniendo en duda la capacidad de mejora de la solvencia de las medidas de ajuste, y sin dejar de admitir su efecto contractivo en una economía con el agravante de tener ya un 25% de desempleo, sigue insistiendo en la necesidad de la consolidación fiscal. Nadie duda que a largo plazo España y la mayor parte de Europa deban reducir su déficit público y su nivel de endeudamiento. Pero a partir del mismo informe del FMI, no se desprende que se alcance dicho objetivo con medidas de consolidación de corto plazo, sino todo lo contrario.

Y sin más dilación, las agencias rebajan la nota de la deuda, el mercado se cierra y los nubarrones aparecen por todas partes y se pueden convertir en tormenta si Obama pierde las elecciones por ejemplo.

La reunión del FMI y el BM

El FMI y el BM tienen dos nuevas preocupaciones: a) El contagio de la crisis a los BRICS y Japón y  b) Una caída global que empeore el subdesarrollo mundial.

Para ello una consigna “políticas de ajuste con crecimiento”. (parece que lo de la paridad no está muy presente y no ha sido un tema de debate al menos por la foto)

[youtube=http://youtu.be/SvZ73ISYRi8]

La deuda interna una cuestión de prioridad

La deuda interna

La semana pasada estuvo plagada de malas noticias para España. En primer lugar, se confirmó algo que ya se sabía: con la segunda caída consecutiva del PIB en el primer trimestre del presente año, la economía entró oficialmente en recesión. De esta forma, no puede sorprender el dato de paro, que se situó por encima del 24% de la PEA. Algunos pensarán que estos son los costos necesarios para equilibrar el resultado fiscal, pero ni siquiera eso. Los ingresos públicos se erosionan con la recesión, por lo que no se alcanzan los objetivos de déficit. En parte por eso, pero fundamentalmente porque no hay expectativas de mejoras, S&P rebajó la calificación de la deuda española, dejando a dos escalones de bono basura. El Gobierno, mientras tanto, no aprende la lección y se dispone a subir el IVA en 2013.

Esatmos en recesión: nuevamente,  la principal responsable de la caída fue la demanda nacional, de la mano de los ajustes públicos y la desconfianza que provoca reducciones en el consumo y la inversión privadas, parcialmente compensada por un aporte positivo del sector externo, gracias a un incremento en las exportaciones y una disminución en las importaciones.

Como no podía ser de otra manera, las caídas en el nivel de actividad suelen venir acompañadas por destrucción de empleo. Y este caso no fue la excepción, sino todo lo contrario. La destrucción de empleo alcanzó a 375 mil puestos de trabajo, lo que significó un aumento en el paro de 366 mil personas, alcanzando al 24.44% de la población económicamente activa (PEA). Pero lo peor de todo es que ya 1,7 millones de familias no cuentan con ningún miembro ocupado, mientras que la mitad de los jóvenes de menos de 25 años está sin trabajo. Esto se da en un contexto de ajuste, que también alcanza a las prestaciones sociales, por lo que buena parte de estas familias no poseen ningún tipo de ingresos.

Las políticas de ajuste se realizan para incrementar la solvencia del país. Pero contrariamente al objetivo, esta semana también nos encontramos con una rebaja en el rating de la deuda española por parte de S&P de “A” a “BBB+” (y con perspectiva negativa), tan solo dos escalones por encima de la nota considerada bono basura. En este punto hay que ser sinceros. Quien piense que la deuda española no está mas cerca del bono basura, está equivocado. Los fundamentos de la economía española son mucho peores que los de otros países considerados inversiones de riesgo y las políticas implementadas no apuntan a mejorar la situación.

En este contexto el gobierno no parece estar dispuesto a modificar sus políticas de ajuste, a tal punto que la semana cerró con una declaración del ministro de economía, Luis de Guindos, anunciando la subida de los impuestos al consumo (IVA e impuestos especiales) a partir de 2013, contradiciendo por cierto una promesa electoral. El gobierno parecen no entender al menos dos cosas. Por un lado, antes que la deuda externa, los países deben preocuparse por la situación social de sus habitantes. En otras palabras, ocuparse de la deuda interna. Por otro, que por más ajuste que haya, hasta que no se crezca, la solvencia seguirá deteriorándose. En términos generales, estos dos objetivos no son contradictorios. Una mejora en las condiciones sociales de los españoles, impulsada por un crecimiento económico, suele ser la única forma de asegurar el pago de la deuda. Pero hay momentos en los que hay que elegir por el mal menor: afectar a los que menos tienen a través de los ajustes, o a los que tienen la posibilidad de ahorrar, mediante una renegociación de deuda. Seamos claros, si España no crece, tanto la situación social como la solvencia empeorará. La única forma de crecer hoy por hoy es a partir de aumentar la demanda pública porque es lo más rápidpo y porque genera confianza en el gasto privado. Para ello, posiblemente sea necesaria una reestructuración de deuda tanto pública como privada, cuanto más se tarde, más costosa será.

Por ello es imprescindible ser mas imaginativos y no despreciar las políticas utilizadas en muchos países de menor desarrollo ante problemas similares, no tenemos la devaluación pero si muchos otros instrumentos. Como nos recuerda el premio nobel Stiglitz hay vida despues de la reestructuración…..

http://www.cincodias.com/articulo/economia/stiglitz-afirma-austeridad-llevara-europa-suicidio/20120426cdscdseco_9/