¿Que sucede en Argentina y Brasil?

What would happen in Argentina and Brazil?  Argentine past elections has signed a change of direction with no precedent. It is the first time in a hundred years that neither Peronists, nor radicals, nor the military will form government, but someone who we can say that belongs to liberalism.

The circumstances require to take drastic policy changes in many fronts: economically undoubtedly; inflation and the exchange rate will be among the topics that occupy Macri government .

La triste historia de París nos ha alejado de algunas realidades y por ello primero que nada, recordar en este blog a toda la buena gente que sufre el terror.

Pasadas las elecciones argentinas tras un cambio de rumbo sin precedentes -es la primera vez en cien años que no gobiernan ni peronistas, ni radicales, ni militares, sino alguien que podemos decir que pertenece al liberalismo….- ahora toca gestionar muchos frentes: en lo económico, sin duda alguna, la inflación y el tipo de cambio serán dos de los temas que más ocupen al equipo de Macri.

Casi sin reservas (es un secreto a voces que las reservas se agotaron y que los swaps de China, también) el gobierno debe decidir un proceso de normalización monetaria que lo sitúe en los mercados internacionales; pues, sabemos que sin financiación no salimos adelante. Así que como primera condición previa, es necesario arreglar el lío de los fondos buitres.

Por otra parte, hay que desmontar una economía basada en los subsidios. El problema reside en que una parte significativa y heterogénea de la población reciben este tipo de ayudas. Por tanto, introducir racionalidad en este tema tiene, sin duda, un coste político que no es fácil de asumir, especialmente con tan poco margen y tan poco apoyo en la legislatura.

Los subsidios incluyen desde la subvención a la energía en los sectores más acomodados de la Recoleta porteña; pasando por un sistema cambiario que origina grandes desequilibrios productivos (proteccionismo y falta de competitividad); hasta transferencias de rentas a sectores muy humildes de la población que dependen de ellos para subsistir. Afrontar con decisión el fin de los subsidios es una tarea urgente porque el déficit público está en niveles cercanos al 7% (y, quién sabe si esta cifra es aún peor).

Por último, por terminar aquí la lista de desafíos que esperan al gobierno, tenemos que sumar los factores externos, que se pueden resumir en: el desplome del precio de las materias primas; y, la desaceleración del gigante asiático que ahora, y por bastante tiempo, comprará menos.

A favor de este gobierno, juega la ilusión y la confianza que genera un nuevo gobierno que en lo político, si bien debe su victoria a una “Alianza” (fruto de la segunda vuelta), tendrá que gestionar con inteligencia este activo, mientras observa la descomposición de un peronismo que, por ahora, ha caducado. Además de los problemas macroeconómicos, también habrá que pensar en cómo reducir el desempleo y mejorar la educación, luchar contra la corrupción, asegurar la independencia de la justicia, no interferir con los medios, salvaguardar el federalismo, restablecer relaciones internacionales tradicionales…

Sin embargo, estos problemas tienen una sombra muy grande (que realmente es lo que debería preocupar a los argentinos y, a gran parte de los latinoamericanos). Me refiero a la situación de Brasil que es, por decirlo suavemente, una amenaza en toda regla a la estabilidad y prosperidad de la región. Si Brasil logra pasar este temporal, sin contagiar a sus socios estaremos en el buen camino. De lo contrario la realidad, no solo de Argentina y Brasil, sino de varios países latinoamericanos puede parecerse a la de la década de los Ochenta y asomarnos a un período de estancamiento que no se conocería desde finales del siglo pasado.

Para Brasil, en comparación con los Ochenta, donde fue el elevado tipo de interés internacional lo que hizo de canal de trasmisión, hoy la situación es algo diferente, aunque no debemos menospreciar este problema. Un pequeño incremento del tipo de interés en las economías avanzadas (por ejemplo, en EE.UU.) puede afectar de manera desproporcionada el riesgo país en la región; y, con ello el fantasma de siempre: la falta de financiamiento internacional.

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Otros factores externos con los que debemos contar son la caída en el precio de las materias primas en todo el mundo y,  por supuesto, la desaceleración de China, elprincipal socio comercial de Brasil. Todo esto constituye el coctel ideal para que se desate la tormenta perfecta. Por si fuera poco, contamos, como en todas las recesiones, con la opacidad de la deuda pública (garantías) y también con la incertidumbre relativa a la deuda privada (apalancamiento). No se sabe bien su volumen, aunque la mayor parte de los investigadores apuestan por niveles que ni siquiera imaginamos.  Sobre esta última cuestión los denominados “bancos en la sombra” constituyen un fenómeno nuevo en las economías emergentes. Básicamente, el incremento del crédito y la deuda han circulado por este canal. Podemos colegir que, igual que en un sistema Ponzi, cuando la circulación se pare, la burbuja explote.

Si bien los datos del PIB de América Latina en 2015 son del -0,3%.  En Brasil, la economía mas grande de la región, la cifra es del -3%. El pronóstico no tiene visos de cambiar en 2016.  Por otra parte, Brasil mantiene un sistema flexible de tipo de cambio y, aunque en principio el tipo flexible es una ventaja,  en la medida que la depreciación del “real” (ya no la apreciación como estaba acostumbrado) siga adelante, las expectativas de la política económica se deteriorarán. Aparecerá la inflación acompañada de tipos de interés muy altos, lo que que generará recesión. Parece claro que Brasil ya no atrae capitales internacionales con la fuerza de antaño. Ni siquiera los llamados capitales “golondrinas”. Queda, pues, lejos otro verano para Brasil.

Otro factor que apareció en escena en 2014 es el déficit fiscal primario (hasta 2009 Brasil llegó a tener superávit fiscal del 3%). El déficit fiscal empuja  a una subida del tipo de interés, lo que se suma al argumento anterior. Confiar en ello para evitar inflación puede terminar siendo contraproducente.

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La conclusión es que Brasil, con un fuerte endeudamiento, déficit fiscal, alto interés y falta de financiamiento puede caer en una depresión que contagie a la región.  Por tanto, es urgente lograr, antes de que sea tarde, una cooperación internacional -por ejemplo del FMI- para que acude en ayuda del gigante del Sur y le asista en  recomponer sus finanzas. Las soluciones que pasen por ejecutar políticas fruto de una “sudden stop” y  recurrir al alto endeudamiento pueden ser un desastre.

Todos sabemos que este tipo de ayuda exige ajustarse el cinturón, justo ahora que una incipiente clase media ha aparecido en escena. Nadie quiere, por tanto, hablar de estos temas. Creo que sin esta ayuda, los problemas de devaluación e inflación pueden ramificarse a otros países (especialmente a Argentina) y generar dificultades como las que hemos vivido en otros años: guerra de devaluación y parón del financiamiento.

Brasil está en una situación muy difícil y no es fácil acertar en la forma de encarar la situación. Volviendo al principio del post, si yo fuera Macri estaría mas preocupado por los problemas de Brasil que de Argentina. Al menos en el mediano plazo, pues Argentina no puede salir adelante con un Brasil en crisis; y, eso lo cuenta muy bien la historia.

Carpe Diem

Daniel Sotelsek

Argentina entre la recesión, la inflación o la estanflación

 

In these days  of a chaotic situation, Argentina has been obtained Griesa contempt. What does this new situation alter the course of events?, what are the consequences?

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En estos primeros días de octubre y, en medio de una situación caótica en lo económico, la actuación de Argentina ha obtenido por parte del Juez Griesa el calificativo de desacato. ¿Qué significa esta nueva situación?, ¿cuáles son las consecuencias?.

En términos generales no significa más que eso: des-acato, no cumplir la sentencia; pero, en realidad subyace otra cuestión que tiene que ver con castigar no solo el incumplimiento de la sentencia (tema que ya hemos analizado en este blog. Es obvio que no se puede cumplir por parte de Argentina lo que dice el juez pues pasaríamos de un “default selectivo” a un “default en toda regla”) sino la insistencia del Gobierno argentino en generar procedimientos, leyes y mecanismos para no cumplirla. Quizás el próximo capítulo de esta saga tenga que ver con la multa que puede imponer el juez, pero mucho me temo que todavía esta parte del culebrón no esté maduro.

En favor de Argentina, podemos decir que la sentencia es a todas luces injusta en el tratamiento formal de los intereses que el juez acepta  como normales; y, por último que los fondos buitre al tener otros instrumentos de especulación CDS con la propia deuda no tienen ninguna ganas de negociar al menos en el corto plazo.

En contra de Argentina, lo más obvio a censurar es el comportamiento del Gobierno, donde CFK está llegando a límites insospechados como presidenta de un país (acusación de intento de matarla por parte de fuerzas ocultas de los Estados Unidos) y que, además, el ministro Kicillof sigue estropeando la posibilidad de una negociación indirecta por parte de un grupo financiero para la compra de esta deuda. Las deudas pueden ser mas o menos injustas, pero no se pueden repudiar. Lo cual no significa que se no puede plantear, en las condiciones apropiadas, un “concurso de acreedores”. Mientras Argentina no supere la posibilidad de financiarse en moneda nacional, es un poco absurdo pensar que habrá financiamiento en las condiciones que pretende la nueva legislación aprobada el 11 del 11.

Las consecuencias de todo esto se pueden ver desde dos puntos de vista: uno más general y que tiene que ver con la conciencia que poco a poco se va generando en un grupo mayoritario de países sobre la necesidad de una “regulación internacional a la hora de la reestructuración  deudas soberanas” .

El otro más concreto para la Argentina lo podemos visualizar desde tres ámbitos distintos: en el plano económico hay muchas opiniones al respecto, pero creo que este lio de Griesa agrava la evolución de los indicadores macroconómicos (producción, inflación, tipo de cambio blue, etc etc… ) pero, también es cierto que enmascara una realidad que se veía venir desde hace un tiempo. Tampoco podemos olvidar otro factor muy importante en lo relacionado con el sector exterior y es la repentina pero firme tendencia de Brasil a entrar en una recesión económica (no olvidemos que Brasil es el principal socio comercial de Argentina).

Otros, sin embargo, opinan que el efecto es tremendo y que de no llegar a un arreglo con los fondos buitres la caída del PIB para 2015 podría ser de 4,5% y la de 2014 de 3% (esto es un caída del PIB de un 6% mas de lo previsto).

En lo financiero si está más claro que a partir del 30 de julio pasado y de la declaración de desacato se han agravado los problemas de financiamiento en Argentina. El principal problema de la Argentina hoy es obtener una capacidad de financiación que le permita producir tanto para exportar como para asegurar la demanda interna. Esta restricción (que no es nueva para el país y se explicaba muy bien en los años-70 con los conocidos modelos de “dos y tres brechas“) implica que el gobierno y las empresas tiene como prioridad cuidar y encontrar dólares que permitan este financiamiento.

En este sentido, aparece el primer dilema de cómo hacer la política económica mas acertada que permita financiar la economía en una situación de default selectivo: 1) el Gobierno (digo el ministro de economía y no así Fábrega, ex presidente del BCRA) regula cada día más; y, con ello pretende reducir entre otras cuestiones las importaciones (en septiembre el dato en tasa interanual es una caída del 20%) para que no haya sangría de dólares. Pero esto provoca más recesión y desempleo. Este mayor control ayuda a no devaluar y tratar de controlar una inflación (que a estas alturas ya nadie publica y que los observadores sitúan en un 40% y subiendo). Esta política genera su propios antídotos, como son la falta de liquidación de las cosechas agrícolas hasta que el dólar tenga otra paridad y con ello genere menos impuestos al Gobierno. Lo que implica un tendencia al déficit desbordante (sobre todo porque el sistema de subsidios no permite bajar el gasto). Por otra lado, están los partidarios de un ajuste cambiario que permita mejorar la ecuación exportación-importación, mejorar la recaudación y no entrar en pánico con las reservas. Pero todo tiene un precio y el de la devaluación puede ser un aumento de la inflación que lleve a niveles inmanejables y cercanos a la hiperinflación, caída en el corto plazo de reservas internacionales y subidas de los tipos de interés, lo que también genera recesión y desempleo.

2) En segundo lugar, la consecuencia de la novela de Griesa también afecta a lo social y a lo político pues, igual que siempre, CFK ha dividido a la sociedad entre “patria y buitres” y, en mi opinión esto puede desembocar en problemas sociales muy importantes hacia finales de año cuando las consecuencias del desempleo y la inflación se dejen sentir.

Queda un año para las elecciones presidenciales. Es mucho pero que mucho tiempo en las circunstancias económicas del país. Si en enero se llega a un acuerdo es posible que el financiamiento dé una tregua para llegar a los comicios. De no ser así y de agravarse alguna otra variable como Brasil, mucho me temo que la situación será insostenible pues con caídas del 4,5% del PIB, inflación del 50%, dólar blue 100% y aumento de desempleo no hay economía ni sociedad que pueda permanecer impasible. A estas alturas casi cualquier cosa que haga el gobierno llega tarde y mal. Y, sin expectativas favorables no es posible bajo ninguna circunstancias acertar en política económica.

3) Por último qué hacer: no está muy claro los caminos que se pueden seguir. En todo caso, los economistas y responsables políticos deberían estar pensando casi en una sola cosa: como superar la restricción externa y cómo parar la inflación. Este cóctel populista nunca termina bien, pero los experimentos neoliberales ensayados en Argentina no han sido mucho mejores si tenemos en mente lo que sucedió en 2001.

Carpe Diem

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Daniel Sotelsek

El default argentino y la sátira neoyorkina.

El default argentino y la sátira neoyorquina.

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This post shows how is the reality of the Argentina default. However this situation is not easy to understand and every body, like in football, has an opinion. Due to so many opinions out there, I would like to share my point of view on a number of Argentinian sins. In a fact we can use the original version of the “original sin” to understand how Argentina and other underdeveloped countries fall “again” and “again”.

El 27 de agosto Argentina ha visto como parte de sus argumentos era avalados por algunos peces gordos, Soros poseedor de títulos de deuda argentina (bonos estatales) consideraba la posibilidad de demandar al Bank of New York porque éste había retenido el pago hecho por Argentina. De ese modo, la sentencia del juez Griesa podría originar una serie de demandas en cascada (Kill Bass del FMI y Hayman Capital opinaban lo mismo) contra el Bank of New York, lo cual sin duda no era ni mucho menos la intención del juez. Pero todo hay que decirlo, Soros no hace esto solo por convencimiento moral sino básicamente porque tiene un 3,5% del capital de YPF, cuyo principal accionista es el Gobierno y del que es acreedor en tanto que tenedor de bonos. Así que, con razón o sin ella, Soros debe pensar que, para seguir siendo socio debe aceptar al menos que: “mi socio ha tenido buena fe y ha cumplido”.

La historia de este “default selectivo” o “Griesafault” (bonito nombre para la hemeroteca) es, sin duda, muy controvertida porque depende de quién escribe el libreto. Como si de un partido de futbol jaleado por hinchas se tratara, cada uno ha elegido a un equipo y no atiende a razones: los que están a favor de Argentina (llámese Stiglitz) creen que se está cometiendo una injusticia muy grande pues un país está cumpliendo con sus compromisos y unos especuladores tratan que esto ocurra pero con sangre, sudor y lágrimas. Por otra parte, están los partidarios del juez Griesa y de la estabilidad del sistema financiero apoyando lo que llaman la legalidad internacional y el mantenimiento del sistema -como Eichengreen- que argumentan que si no se paga, todo puede irse al garete. Sin embargo, a mi me parece una historia muy ejemplarizante (lamentos aparte) para enumerar una serie de pecados que deberíamos tener presentes para futuros episodios de deuda, de ajustes, de democraduras, de prepotencia, de regulación financiera, etc, etc..

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Me voy a limitar por tanto, a describir estos pecados ya que la historia es mas que conocida

El primer pecado es contar la historia de la deuda como si esto no fuese con los argentinos ni con su gobierno. El origen es el que es: un país ha emitido deuda en moneda extranjera (por eso, también había aceptado la legalidad internacional y nacional de otro país). Y, algunos individuos, sociedades y gobiernos prestaron ese dinero comprando bonos. Todos ellos se supone que recibían unos réditos acorde con el riesgo pues no conozco a nadie que preste sin medir los riesgos, y, para ello no hay cobertura más sencilla como pedir mas rentabilidad. Que esto sucediese antes de la llegada del presidente Kirchner al poder no exime, ni siquiera debería ser argumento, para descalificar a los acreedores. Si se hizo un mal uso de estos recursos, si las condiciones no fueron las adecuadas es un problema de la Argentina. Por ello, debemos admitir que la deuda es legal y que tenía sus riesgos.

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El segundo pecado es pensar que un gobierno que reestructura su deuda o, simplemente entra en impago, comete una falta no solo legal sino también ética. La base del capitalismo se estructura en, al menos, tres pilares: uno de los cuales es la posibilidad de quiebra. Sin ello hubiera sido muy difícil que el capitalismo llegara hasta donde llegó (lo digo en sentido positivo, por ejemplo midiendo la renta per cápita y el crecimiento a nivel mundial). Por ello, las moratorias soberanas son eventos tan comunes como las quiebras empresariales. Es la aceptación de que no se puede pagar lo que se debe y un país lo valora a través del sacrificio que debería hacer. En ese sentido, Argentina había acumulado en 2001 una deuda interna muy grande en materia de pobreza, estabilidad y desempleo. Por ello, la reestructuración de la deuda Argentina en 2005 y en 2010 trataba de decir a los acreedores que solo podían pagar un porcentaje de la deuda y que harían todo el esfuerzo para ello si las condiciones ayudaban. El 92,3% creyó que este compromiso fungía como buen argumento y aceptaron el canje de deuda esperando que Argentina cumpliría su promesa; el 7,7,% encontró mercados secundarios mas amigables en los que deshacer posiciones y vender los bonos a los así llamados “fondos buitres”.

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El tercer pecado fue pensar que si no se paga al 7,7% y si al 92,3% Argentina entra en impago y su prestigio internacional caería en picado. El 7,7% y, más concretamente, el reclamo del 1% ante la justicia es de fondos eminentemente especulativos, que si les va mal a nadie le importará un bledo. Por ello, el problema de la sentencia del juez Griesa no es que cobren los fondos buitres, sino que no cobren los acreedores que ya confiaron en los argumentos de esa misma reestructuración. No tengo ninguna duda de que todos los esfuerzos del Gobierno y de la banca internacional van en esa dirección; y, por eso, es casi seguro que alguien pagará indirectamente la deuda al 7,7% para salvar al resto. Porque esto es lo único que importa y porque plantearse pagar la deuda a todos al precio ajustado a los buitres es imposible.

El cuarto pecado es el sistema legal. Este parece dar la razón al juez Griesa. Al fin y al cabo, los bonos se negociaron al amparo de esa jurisdicción y por ello es razonable pensar en que se cumplan las sentencias; pero como en todo proceso judicial cada uno busca las soluciones que parecen mas adecuadas. Argentina está buscando la suya y la verdad es que no parece muy difícil si pensamos en encontrar escenarios donde poder pagar la deuda a los acreedores que estén fuera del alcance de Griesa.

Lamentablemente, el sistema legal no esta preparado para este tipo de casos, como no lo estaba cuando se derramó el petróleo en las costas de Alaska y los jueces dijeron que las indemnizaciones a los daños suponían una cantidad ridícula por lo irreparable de los mismos. En este caso, el juez tampoco ha estado preparado para dictar una sentencia de consecuencias tan irreparables. La primera falla es pensar que un deudor ofrece intereses muy altos porque es posible y haya un riesgo de no pagar. Y, un juez considere estos intereses razonables y dicte una sentencia que condene al deudor a pagar si o, si; pero, con intereses que incluyen el riesgo de no pago. (Tampoco es tan difícil el argumento, al menos para una sentencia que disminuya los intereses reclamados).

El quinto y último pecado es que no hay que creerse las propias mentiras. Cuando el ministro del gobierno argentino ha explicado ante la prensa los resultados de la negociación con los fondos buitres -que se ha llevado a instancias del juez Griesa- en un momento ha llegado a decir que Argentina era un país más creíble que otros porque el ratio de deuda/PIB era el mas bajo de los últimos 25 años y que era la envidia de la mayor parte del mundo desarrollado. Si bien en términos nominales es cierto; lo real es que Argentina no tiene deuda por dos motivos principales (ninguno de los cuales son motivo de orgullo): uno, porque desde el año 2001 el grifo está cerrado y, dos, porque se ha reestructurado la deuda y la quita ha sido muy importante (en promedio mas de un 65%).

Son mucho más los pecados que podría enumerar, pero quería incidir en estos que se resumen en el llamado “pecado original” que en su día enunciaron Eichengreen y Hausmann sobre la imposibilidad que tienen los países subdesarrollados de endeudarse en su propia moneda ya que, si esto fuera posible ningún de los pecados anteriores se hubieran cometido.

Nadie repudia su propia deuda, el impago no se produce porque se puede emitir y vía inflación desaparece la deuda real. A todos se les paga por igual porque no es necesario hablar con ninguna de las partes. La legislación es nacional, así que nadie podría reducir la deuda nominal a golpe de reestructuración.

El día que el sistema de finanzas internacionales condicione, casi obligue, a los inversores financieros a que las deudas que se adquieran deben ser en la propia moneda nacional y que la ley debe de ser la del propio país tendremos algo más de tranquilidad. Menos jueces estrellas, menos especuladores, pero cuidado es posible que la financiación hacia aquellos países que no den garantías de largo plazo y de estabilidad jurídica e institucional desaparezca.

 Mi opinión es que, como en todo los conflictos, las culpas están repartidas. La Argentina quiere pagar, pero quiere imponer el “cuánto”; los deudores quieren cobrar; el juez quiere que se haga justicia aunque sea a favor de los injustos y que el mundo sufra las consecuencias (el sistema financiero); los buitres quieren maximizar sus beneficios. La vieja consigna sigue vigente “piratas siempre los hubo”, pero mientras tengamos el pecado original mucho me temo que la Argentina del 2015 será un “palindrome” con un default más en su calendario y un nuevo gobierno, que a través de la explotación del recién aparecido yacimiento de shale gas o gas de esquisto en Vaca Muerta (lo que convertiría a Argentina entre uno de os primeros tres productores mundiales), caerá en los mismos errores a la hora de buscar financiación internacional.

Daniel Sotelsek

No llores por mi Argentina

Argentina ha entrado nuevamente en el ciclo de impacto que estamos acostumbrados, el Rodrigazo en los 70´, la  hiperinflación en los 80´, el tequila en los 90´, el corrallito en el 00’. Y, por supuesto, todos esperan el próximo capítulo en el 14. El recorrido expuesto es una síntesis imperfecta porque se podría triplicar esta lista donde siempre se ha terminado… con fuga de cerebros y de capitales. Las cifras están, de nuevo, marcando ese camino, la inflación alta, el peronismo dividido en cuatro facciones, el dólar blue por las nubes, mayor nivel de pobreza neto (descontando las subvenciones directas a la población), pérdida de peso en América Latina (el PIB p/c es menor que el de Colombia) y un largo etcera. Con estos datos en mente, en este post me gustaría hacer una reflexión sobre un par de temas con los que tropecé esta semana en la red y que tienen algo en común:  Argentina a punto de sentarse a terapia de nuevo. Uno de los artículos que encontré reza lo siguiente: “Debido a la situación económica del país, cada vez son menos los argentinos que eligen este país para vivir”. La sobrecualificación de los puestos de trabajo, la calidad de vida que disminuye progresivamente y el descontento con las políticas del Gobierno son, entre otras, algunas de las realidades actuales que generan en los argentinos la necesidad de emigrar en busca de un mejor futuro. Cada vez son más los argentinos que dejan el país y, menos los extranjeros que eligen este destino para vivir. Esto hace que poco a poco la riqueza humana del país vaya disminuyendo. Muchos de los argentinos que toman la decisión de probar mejor suerte en el exterior están dispuestos a desempeñar cualquier tipo de trabajo. Si las circunstancias lo ameritan, teniendo o no un elevado grado de instrucción, no tienen reparo en ejercer de camareros si se puede cobrar 20$ por hora trabajada (para muchos el destino elegido es Australia). En Argentina, por el mismo trabajo, puedes aspirar a 20 pesos el día trabajado, salario con el que no se sobrevive. Sigue otro de los artículos “…en otros países tu dinero vale y tu vida vale, en Argentina no.” Muchos afirman que, mes a mes, se hace más palpable el deterioro de la calidad de vida, lo estancado de la producción nacional y el detrimento de la economía, que sólo se sostiene con la aportación de la enorme plantilla del Estado, que crece desorbitadamente. Por otra parte, hay también quienes defienden las acciones del gobierno de Kirchner y que irónicamente admiran la “idiosincrasia argentina”. Por su parte, la presidenta del Gobierno afirmó, recientemente y de manera reiterativa en todos los medios de comunicación, que el país no caerá nuevamente en “default” señalando que el pago de la deuda ya se había realizado; y, que “alguien bloquea y evita que el pago llegue a terceros”. Aprovechó, además, la ocasión para comentar que el actual gobierno está pagando la deuda que contrajeron  otros, aludiendo claramente al corralito de años anteriores. Por último, destacó la necesidad de incentivar el consumo interno y no generar “mala onda” a la compra de bienes pues impacta negativamente en la economía y termina siendo una profecía autocumplida. Teniendo en mente este panorama, Argentina, al igual que muchos países de bajo nivel de desarrollo, se encuentra nuevamente con el problema de la fuga de cerebros que implica una pérdida de talento joven; y asiste a una fuga financiera que implica una pérdida de oportunidades de inversión. ¿Será el destino que no ceja en su intento de quebrar países como Argentina? Pero no parece fácil. No llores por ti sino por ellos, Argentina. mafalda_nada

 

Daniel Sotelsek

Crisis de demanda (España) y de oferta (Argentina)

La indispensable coordinación entre la oferta y de la demanda

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Iberoamérica hoy presenta crisis de un lado y del otro del Atlántico. Por un lado, se encuentra España, con una recesión que lleva ya más de 5 años y que no logra resolver. Por el otro, está Argentina, una economía que presenta desequilibrios macroeconómicos hace ya un tiempo, pero que recién ahora está dando señales reales de una crisis como se conocen en América Latina. En este post se comparan ambas situaciones, de características diametralmente opuestas, tanto en términos de su gestación como de las políticas implementadas. Lo interesante de la comparación es que, como suele suceder, los extremos se juntan, en este caso, dan como resultado crisis económicas.

En relación a España, la historia es más conocida: a partir de la entrada en el Euro, los países relativamente menos competitivos debían ir cerrando la brecha con los más productivos. Sin embargo, la tendencia fue la inversa. Mientras los capitales fluyeron por toda la Zona Euro esta divergencia no se reflejaba de manera clara sobre la economía real. Pero, una vez estalla la crisis,  se pone en duda la capacidad de pago y permanencia en el Euro de los países del sur de Europa, los capitales huyen hacia plazas más seguras, la recesión comienza y se hace visible las dificultades relacionadas con la productividad. La receta seguida fue básicamente neoclásica, pues se centró en políticas que han apuntado a ganar competitividad mediante la reducción de costes, es decir políticas de ofertas, sin tener presente que esos “costes reducidos” que se generaron intentando ahorrar son también menor capacidad de demanda y, por lo tanto, más recesión y desempleo. Un 27% de paro lo dice todo…..

Al otro lado del Atlántico, desde inicios del presente siglo se han encontrado con un contexto internacional muy favorable, basado en una fuerte demanda de las materias primas que estos países típicamente exportan, lo que a su vez estableció unos términos de intercambio favorables y elevados, y un relativamente sencillo y barato acceso al mercado de capitales. De esta manera, las economías han crecido fuertemente y la distribución del ingreso ha mejorado, lo que provocó una caída importante en la pobreza (aunque tanto la distribución del ingreso como la cantidad de pobres sigue siendo un tema primordial para la región). En este contexto, la mayor parte de los países lograron superávits fiscales primarios, lo que les permitió reducir el endeudamiento, a la vez que acumularon importantes cantidades de reservas internacionales. Estas medidas, junto a una política monetaria contracíclica, posibilitaron que el aumento del nivel de actividad se diera sin que se generaran presiones inflacionarias significativas.

En cambio, luego de unos primeros años en los que se podría afirmar que la política fue básicamente contracíclica, Argentina volvió a las viejas andanzas del pasado de la región e inicio una política tanto fiscal como monetaria expansiva en una fase ascendente del ciclo económico (ver post anterior). Así, la economía se recuperó rápida y vigorosamente de la crisis mundial de 2008 – 2009, creciendo a tasas cercanas al 8% en 2010 y 2011. El aumento gasto público, financiado en buena parte con emisión monetaria, y un tipo de cambio competitivo en 2009 generaron el cóctel que posibilitó el aumento en la demanda necesaria para crecer a esas tasas. Pero, luego del aumento inicial en el nivel de actividad, las presiones inflacionarias se hicieron presentes, en una economía que ya presentaba variaciones de precios que rondaban el 25%. Al mismo tiempo, buena parte del aumento en la demanda se tradujo en importaciones, lo que fue reduciendo el superávit comercial. En definitiva, fomentar la demanda a niveles que la oferta local no puede acompañar fue parte de la explicación de la crisis de balanza de pagos con alta inflación que hoy vive el país. Casi un 35% anual lo dice todo…..

En conclusión, en España las políticas para salir de la crisis se centraron en el lado de la oferta, es decir, reducir costes laborales, salarios y precios, sin notar que parte de la solución se encuentra en fomentar la demanda. En Argentina, a diferencia de España, se fomentó la demanda, pero en un momento expansivo del ciclo, lo que provocó que se creciera a un ritmo demasiado intenso como para que la oferta pudiera acompañar. Asimismo, no se realizaron esfuerzos significativos en pos de aumentar la productividad, incrementar la oferta y evitar cuellos de botella por el lado del sector energético y la infraestructura. En resumen, en el primer caso se siguió una política únicamente de oferta; en el segundo, solamente de demanda. En ambos casos el resultado fue similar: una crisis económica de difícil solución, que amenaza la estabilidad de los gobiernos y abre la posibilidad a conflictos sociales de magnitud.

No es mi intención comparar en términos de igualdad la situación de Argentina (mucho mas comprometida a estas alturas tanto en lo económico como en lo social) con España (con ciertos indicadores que parecen predecir que el temporal está pasando) pero si dejar en claro que las políticas macroeconómicas se hacen desde la política y esa matiz puede explicar porqué tanto desde una posición como de otra pueden fracasar (o en su caso ser exitosas). Al final lo que cuentan son las expectativas….

La salida seguramente también será distinta y al margen de las recetas, nuevamente veremos como la política y las instituciones (en el sentido de Rodrik) será la que determine el éxito como el fracaso de la recuperación en materia de pobreza y distribución de la renta.

Daniel Sotelsek

Como me duele Argentina….

Como me duele Argentina (Do not cry for you Argentina)

The “crisis” term is very common  today. However, Spain is not the only country  that can be considered in this situation. Argentina is another good example and I believe that today begins again.

To understand Argentina, probably will have to understand a lot about its history, its people, its culture but certainly among these things, is necessary to discuss the repeated-financial economic crisis that happened in Argentina.

El término “crisis” hoy está muy relacionado a España. Sin embargo, nuestro país no es el único que puede considerarse en esta situación. Hoy hablaremos de otro país (también nuestro para muchos) en crisis, pero de características muy diferentes a la del sur de Europa. Me refiero a Argentina, país que logró tener un nivel de vida comparable, e incluso mejor, al de muchas regiones de Europa, pero que en los últimos 40 años las repetidas crisis equipararon su nivel de vida a la media latinoamericana.

Para entender Argentina, seguramente habrá que entender muchas cosas de su historia, de su gente, de su cultura pero seguro que entre éstas cosas está entender las repetidas crisis económicas-financiera por la que ha pasado la Argentina en los últimas décadas y que ha evidenciado que Argentina no es un país desarrollado y por el contrario los datos avalan una suerte de economía subdesarrollada crónica.

tasa del pibFuente: CEPAL

Esto significa muchas cosas pero, a los efectos de este post, nos centraremos en el análisis de su estructura productiva la cual no logra cubrir todos los sectores de la economía, sino solo unos pocos y sobretodo de relativa baja complejidad (esto afecta la productividad). En el caso de Argentina esto significa que posee un sector agropecuario competitivo, pero un sector industrial, de servicios, de innovación y tecnología cuya productividad no es suficiente para competir con las empresas que siguen las mejores prácticas internacionales. Esto provoca el primer gran problema histórico y es que para mantener un ritmo elevado y constante de crecimiento, es necesario recurrir a una suerte de crisis recurrente de la balanza de pagos, dicho en otras palabras, “escasez de dólares”.

¿Cómo es la dinámica de este hecho tan singular y que está en los genes de la Argentina? A medida que la economía crece, la industria va necesitando bienes de capital, los cuales tiene que ser adquiridos en el exterior, ante la falta de producción interna. Estas importaciones son financiadas con los dólares que provee el sector agropecuario y, eventualmente, con créditos del exterior. No obstante, durante la parte ascendente del ciclo económico, la industria crece a un ritmo mayor en relación al agro, por lo que las importaciones son cada vez más significativas, mientras que los dólares que provee las exportaciones de bienes primarios van siendo insuficientes para financiar las compras al exterior. Finalmente, llega un punto en que se genera un déficit en cuenta corriente, el cual obliga a la economía a desacelerarse, e incluso entrar en recesión, de forma de reducir las importaciones y restablecer el equilibrio externo. Muchas veces esto se ha postergado como resultado de la entrada de capital financiero golondrina que una vez obtenida la rentabilidad se retira generando una crisis mayor de Balanza de Pagos que la que evitó en su momento.

Pero esta vez las cosas parecían ir mejor, el mundo de la periferia tenía precios de intercambio favorable.  El último ciclo ascendente de Argentina, y de la mayor parte de los países cuya producción de bienes primarios es significativa, tuvo la particularidad de que fue acompañado por un incremento inusitado de los precios de los bienes que típicamente exportan. De esta manera, las exportaciones de productos primarios traían muchos dólares a la economía, los cuales en parte eran utilizados para importar los bienes de capital que la industria necesitaba para crecer. En otras palabras, la restricción externa de la que hablábamos en el párrafo anterior fue postergándose a medida de que los precios de los bienes primarios seguían aumentando.

Otro hecho importante es que Argentina en 2002 tuvo una crisis sin precedentes medido en términos de la pérdida de su producto anual, lo cual permitió que la recuperación fuera también fuerte, gracias a que había en el país mucha capacidad productiva sin utilizar, tanto trabajadores (desempleo) como bienes de capital. Pero, en 2005, ya se alcanzó el máximo de producción anterior, que era de 1998. A partir de allí, la historia se repetía, Argentina siguió creciendo como consecuencia de inversiones productivas que se fueron realizando, ayudadas por un contexto internacional –que se mencionaba previamente- de elevados precios de las materias primas y un relativamente fácil acceso a los mercados financieros internacionales (cabe recordar que Argentina cayó en cesación de pagos en 2002 y que en 2005 hace el canje de deuda con una importante quita, pero que le permitió comenzar nuevamente a pagar los compromisos de su deuda). Esto redujo aún más los tipos de interés que debía pagar para acceder a deuda, acercándose mucho a los precios que enfrentaban países como Brasil.

Sin embargo, este proceso de fuerte crecimiento (como se puede observar en el gráfico anterior) entre mediados de 2002 y mediados de 2008 Argentina creció casi un 10% por año), a medida que iba reduciendo el desempleo, también comenzaba a generar presiones inflacionistas. Este fue el problema que el gobierno no supo gestionar correctamente y que fue llevando la economía a la crisis en la que hoy se encuentra. En lugar de plantear una política económica contracíclica, de forma de moderar el aumento de la demanda y alinearla con las posibilidades de incremento de la oferta, en 2006 el gobierno buscó reducir la inflación –que había superado el 10% anual- mediante acuerdos de precios con las empresas. Ante el fracaso de esta estrategia, al año siguiente se decide intervenir el instituto de estadística del país, de manera de subestimar los datos de inflación. De esta manera, el gobierno se ahorraba buena parte de los intereses de la deuda, que había quedado indexada a la inflación luego de la reestructuración realizada tan solo dos años atrás… Pan para hoy, hambre para mañana…

Con el tipo de cambio anclado desde el año 2002, Argentina iniciaba el camino ya tantas veces recorrido de la Inflación. Evidentemente, con esta actitud Argentina decidía prescindir totalmente de los mercados de crédito internacionales, pues pocos pensaba en  prestar a un país que no dice la verdad acerca de su inflación real, con el objetivo de pagar menos intereses por la deuda contraída. A corto plazo, esto no representaba un problema, dado que en ese entonces Argentina poseía un muy elevado superávit externo, basado en las exportaciones de materias primas, cuyos precios seguían subiendo.

Pero, la crisis mundial iniciada en 2008, también marcó la desaceleración del crecimiento de los precios de las materias primas. Así, el valor de las exportaciones de Argentina también fue presentando una variación más moderada. Mientras tanto, la economía seguía creciendo fuertemente, a expensas de incrementos cada vez más importantes del gasto público. Para dar una idea de la situación, durante el gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) se hablaba de dos pilares de la economía: el superávit fiscal equivalente el 3% del PIB y la acumulación de reservas internacionales. En cambio, durante el primer mandato -y en lo que va del segundo- de Cristina Fernández de Kirchner, el superávit fiscal se fue reduciendo hasta alcanzar posiciones deficitarias (con la privatización del sistema de jubilaciones incluido, lo que implicó el traspaso de una gran cantidad de recursos). En definitiva, este crecimiento de la economía hacía que las necesidades de importaciones también se mantuvieran aumentando a un ritmo elevado, lo que fue erosionando el superávit de cuenta corriente, el cual no podía ser financiado por la cuenta capital, dado que la subestimación de la inflación –y por tanto del pago de intereses de la deuda- había generado una situación de desconfianza en el país.

La solución planteada volvió a ser cortoplacista: se decidió comenzar a restringir las importaciones de bienes, de forma de restablecer el superávit de cuenta corriente (exportaciones menos importaciones). Más allá de la forma en que se fueron tomando las decisiones acerca de permitir o no el ingreso de un determinado bien de importación (se dieron casos, por ejemplo, de faltante de insumos básicos para la producción o bien de medicamentos), esta medida logró su cometido de volver a presentar un superávit de cuenta corriente. El coste era muy claro: acelerar la salida de capitales, con lo que el remedio fue peor que la enfermedad y no se resolvió el tema de la escasez de dólares.

Resultado fiscal, cuenta corriente y variación de reservas internacionales (% del PIB)

cuenta corrienteFuente: CEPAL

La situación se agravó cuando se comenzó a percibir una situación que ya se venía viendo venir, pero que nadie quería asumir (la falta de inversión y los subsidios al consumo de energía son algunas de las variables que muestran porqué la crisis es inevitable): el déficit energético. Hace ya varias décadas que Argentina era exportador neta de petróleo. Sin embargo, el incremento de la demanda interna, sumado a la reducción en la producción, fue generando que los excedentes para la exportación se redujeran, hasta alcanzar una situación en que el país se vio obligado a importar combustibles y electricidad. Estas importaciones agravaron la escasez de dólares, con el agravante que –en una medida de dudosa efectividad- se decidió estatizar la petrolera estatal YPF. (Más allá de la discusión –válida, por cierto- acerca de la necesidad de que un país explote sus recursos naturales a través de una empresa pública, la forma en que se dio la estatización generó una mayor desconfianza aún en el país, con su consecuente profundización de la salida de capitales).

Generación de energía eléctrica por tipo, según sistemas interconectados.Total del país. Años 2007-2011

energiaFuente: Indec

En definitiva, en 2011 Argentina se encontraba en una situación en la que ya no estaba creciendo, una inflación que se estima (ya que no se cuenta con estadísticas oficiales confiables) por encima del 20% anual, déficit fiscal, déficit en cuenta corriente (leve gracias a la restricción de las importaciones) y salida de capitales que hacía que las reservas internacionales del banco central fueran disminuyendo día a día. La solución… nuevamente un parche de corto plazo: el denominado cepo cambiario. Esta medida implica la prohibición de la compra de dólares por una parte (la gente compra dólares para el ahorro igual que “él que se quema con leche ve una vaca llora”), y la fuerte restricción para usos comerciales por la otra (remisión de utilidades y turismo). De esta forma, se buscaba frenar la salida de dólares, pero realmente lo único que logró es la creación de un mercado cambiario paralelo e ilegal.

Desde la aplicación del cepo, las reservas siguieron cayendo a razón de 10.000 millones de dólares anuales. A día de hoy, el stock de reservas se encuentra por debajo de los 30.000 millones, lejos del récord de más de 50.000 millones que alcanzó hace pocos años atrás. Mientras tanto, la economía se encuentra prácticamente estancada y la inflación ya se sitúa en torno a 30% anual, con expectativas de seguir aumentando. Las respuestas de política pública no se vislumbran y la duda a día de hoy es si la crisis va a terminar estallado antes o después de que la presidenta culmine su segundo mandato en 2015.

Es probable y todos deseamos que la crisis no sea ni de cerca tan fuerte como la de 2001, ya que la economía tiene hoy características muy diferentes, entre las que se destaca que los contratos están denominados en moneda nacional, no hay un tipo de cambio fijo y la deuda externa es baja. Pero lo que preocupa, una vez más y van……, es la oportunidad perdida para que Argentina ordenara su estructura productiva de cara al desarrollo.

A diferencia del pasado, la crisis de balanza de pagos que vive Argentina hoy no puede ser considerada culpa de un contexto externo desfavorable. Por el contrario, si bien dejaron de crecer tan fuertemente, los precios de las materias primas siguen en valores elevados, mientras que los mercados financieros internacionales están ávidos de prestar a países de la región latinoamericana. Por lo tanto, se puede afirmar sin miedo a equivocaciones que la actual crisis de balanza de pagos de Argentina es totalmente auto-generada. La oportunidad perdida significa, entre otras cosas, que Argentina hoy podría estar en una situación macroeconómica muy estable, desendeudada como lo está, pero con equilibrio fiscal. Asimismo, podría tener un stock de reservas internacionales suficiente como para olvidarse de problemas de balanza de pagos por muchos tiempo, como por ejemplo puede ser el caso de Brasil. No obstante, las malas decisiones en materia de política económica y, fundamentalmente, no aceptar que esas decisiones fueron erróneas y, por lo tanto, no volver atrás ciertas decisiones incorrectas, sino siempre redoblar la apuesta siguiendo con medidas de corto plazo, lo impidieron.

Hoy ya no parece haber forma de volver a doblar la apuesta. Solo restaría ver si el gobierno actual se sienta a esperar a que la situación aguante hasta 2015 y dejar la solución al próximo, o bien si comienzan decididamente a modificar ciertas medidas tomadas en los últimos años. Si bien está habiendo ciertas señales de intentos de cambios de rumbos, estas se terminan quedando solo en el discurso. Mientras tanto la economía sigue estancada, la inflación está en aumento y las reservas continúan cayendo.

La diferencia con las anteriores crisis es que esta vez no hay forma de culpar al contexto internacional, las malas decisiones de política económica y el populismo generaron una estructura fiscal que no se puede soportar y la salida tendrá un coste importante que esta vez mucho me temo será más visible en la conformación de una estructura social distinta a la Argentina que conocimos.

Daniel Sotelsek

No llores por ti Argentina, llora por YPF

Hoy me siento mas argentino que nunca y por ello quiero comenzar diciendo que la expropiación de YPF es una barbaridad en toda regla , Argentina no se merece estas actuaciones que ponen al país y a sus habitantes al borde del ridículo.

Pero también creo oportuno decir que me siento mas español que nunca y por el mismo motivo quiero comentar que una defensa a ultranza de las actuaciones de REPSOL YPF no tienen porque ser la obligación de los habitantes de este país: Se puede ser cauto y no abanderarnos con REPSOL sin por ello decir bien alto y claro que la expropiación es un disparate.

No es momento de nacionalismos sino de cordura y análisis maduro: la expropiación es una barbaridad no porque haya sido REPSOL la elegida sino porque el principio de legalidad, confianza y de derechos ha sido vulnerado de una manera safia y partidista. Este es el camino del atraso y del populismo que ha costado tanto sacrificio y dolor en el siglo XX, y sobre todo proque las reglas de juego de una sociedad moderna son otras y están a la mano (sino que se lo pregunten a Evo Morales por poner ejemplos extremos y no muy buenos).

La popularidad de la presidenta Crsitina Fernández ha subido como la espuma pero no tengan dudas que de la misma forma va a caer y con eso cierro toda crítica y argumento en contra de la expropiación. No es necesario justificar, ni hablar 90 minutos en los medios explicado cifras, esto no es una cuestión de cifras. Con dos palabras se hubiera entendido y compartido lo deplorable de esta acción.

Pero permítanme comentar lo de no alinearse con Repsol a ultranzas: en primer lugar la historia de REPSOL YPF es suficientemente larga para afirmar que desde los comienzos se había hecho un pacto con el diablo y esas cosas ya sabemos donde acaban, en segundo lugar no hay justificación alguna para decir que repartir 90% de los beneficios en dividendos es algo obvio en la industria petrolera y por ello no vale la explicación “es que lo decía la presidenta o el presidente” esto no está bien y si a uno le falla “la chaveta” cabeza no hay porque pensar que los desequilibrios siempre estarán para un lado hay veces que la dirección cambia. En tercer lugar es muy cómodo dar energía a una población que paga 2 en lugar de 15 porque alguien, en este caso el gobierno, lo subsidia. Durante años ha sido una demanda de energía sin sobresaltos y eso era muy bueno porque la población sentía que la compañía servía su producto mas barato (hasta el gobierno se lo creía) pero todos y REPSOL el primero sabíamos que era una barbaridad. Pero llega un momento en que no se puede seguir manteniendo: 10 años subsidiando son muchos y no hubo ninguna presión por parte de REPSOL para revertir la situación, lo importante era que el subsidio cubra bien la diferencia y esa era la discusión.

Por ello una empresa es una empresa y no tiene nada que ver con los nacionalismos y por ello no me pidan TODO POR LA PATRIA NI TODO POR REPSOL (creo que en el tema ambiental como en muchos otros estaremos de acuerdo que no son esas las industrias mas virtuosas), pero eso no me quita el derecho a ser el primero en ponerme al frente de los que creen que una expropiación como la de YPF por parte del gobierno argentino es un auténtico DISPARATE que afectará a millones de personas a vivir peor y con menos bienestar.

Cada cosa en su sitio y soy de los que creo que REPSOL no volverá a ser la de antes, YPF tampoco pero Argentina mucho menos y esto últimos es lo que, de verdad, me da mucha mas pena.