España ante la encrucijada

España ante la encrucijada.

A few days away from an unprecedented political outcome, Spain faces another challenge (internal and external) that feels very similar to the one it had to face in 2008.

A solo unos días de un desenlace político inédito, España se enfrenta nuevamente a dos desafíos (interno y externo) similares a las que tuvimos que enfrentar en 2008.

En cuanto a la coyuntura interna, aparte del lio político que debo confesar ni lo entiendo ni creo que valga la pena profundizar mucho, el país tiene un nuevo desafío y es el de funcionar con un gobierno en minoría parlamentaria que sea capaz de llegar a acuerdos suficientes que garanticen la gobernabilidad.

Si los políticos, la opinión pública y la ciudadanía no entienden este nuevo escenario se hará muy difícil avanzar. La mejor muestra de que cuesta entenderlo es que las cuatro formaciones con aspiraciones de gobierno presentaron un programa electoral para el 20-D que sabían no iban a cumplir.

Pactar es ceder. Por eso, para que el electorado mejor informado pueda elegir, los partidos también deberían haber incluido en los programas el “grosor de sus líneas rojas”. De lo contrario, la alternativa que se impone es una visión asamblearia en la que en el momento en que las formaciones tienen que pactar, los partidos políticos nos dicen a los ciudadanos que consultarán a sus bases; pero se olvidan que no son las bases las que votan, sino los ciudadanos . Para muestra un botón, los militantes del PSOE -200 mil afiliados- pueden validar una propuesta de pacto que no consultarán a los 5,3 millones de sus votantes.

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En cuanto a la economía, la situación de lo que llamamos Macroeconomía está ahí, casi todos afirman que es mucho mejor y debemos entender que “sí” que la macro tiene que ver con la micro, solo es una cuestión temporal pero si la macro está bien la micro también. De lo contrario algo falla y quizás sea la propia macro pues no es de recibo pensar que la economía se divida en macro y micro sino que al final es una sola.

Un buen ejemplo es la medida del crecimiento económico y de la desigualdad. En el primer caso, si medimos el crecimiento económico a través de su evolución observamos cómo de una caída del 3,6% en 2009, la economía ha crecido al 3,4% en 2015. Pero como nos recuerda Hausman Klinger y Wagnern en un Documento de Trabajo muy interesante, hay diferencias a la hora de mirar el crecimiento: bien, a través del diagnóstico (tasas de crecimiento) bien, a través de la teoría económica (productividad total de los factores. PTF), o bien, a través de las opiniones (basado en ranking internacionales).

En este sentido, aún cuando la tasa es positiva cuando uno analiza el índice de competitividad global, la situación ya no es tan alentadora. Para dar solo un par de cifras (el índice tiene 12 pilares), en 2008 España ocupaba el lugar número 29 de este índice y hoy ocupa el 33; en algunos pilares como el institucional hemos pasado de estar en el lugar 43 al 65; y, en cuanto al ambiente macroeconómico, la situación ha ido a peor, pasando de estar en el lugar 30 al 116 . Por último, si usamos la teoría y una medida del PTF realizada por el (Banco de España) BDE entre 2002 y 2007, éste ha caído un -0,4; y, entre 2008 y 2012 ha caído -0,2; y, se espera que en el período 2013 al 2015 también tenga tasas negativas (aunque, a decir verdad, según se mire el mercado de trabajo, a veces estos datos bailan un poco).

En definitiva, España crece, pero no es competitiva internacionalmente y su productividad va en caída libre. Quizás esto puede explicar la disonancia que percibimos cuando observamos cómo vive la gente. Quizás el crecimiento se justifica por el comportamiento de las tres variables con que todo ministro de Economía sueña: una caída del precio de petróleo en una economía totalmente dependiente; una devaluación de su moneda del 20% en los últimos dos años; y, un Banco Central que está dispuesto a comprar toda la deuda a intereses bajos. Pero no nos engañemos: quizás lo que falla no es el puente entre la macro y la micro; sino que la propia economía no está tan bien.

El otro punto a debate es la desigualdad en España. La mayor parte de los ciudadanos tiene la percepción que esta crisis ha generado una situación de injusticia y desigualdad sin precedentes. Lo primero que deberíamos decir a la ciudadanía es que esta percepción no es del todo cierta. España ya figuraba antes de la crisis entre los países con mayores niveles de desigualdad de la UE, región que por cierto tiene una distribución bastante igualitaria comparada con otros países. El segundo comentario que hay que señalar es que cuando crece el ingreso (como sucedía antes de 2008), el problema de la desigualdad tiene que ver más con la estabilidad que con el tamaño. En otras palabras, que si nos va bien, solemos preocuparnos menos por la desigualdad.

Dicho esto, si es cierto que a partir de la crisis las rentas medias y bajas han sufrido un golpe importante. Y “la renta anual equivalente de la población” ha pasado en media de 17.000 € a 14.150 € entre 2009 y 2014. Pero lo mas importante de todo es que este impacto ha sido muy desigual: el primer decil de renta equivalente (10% de los más pobres) ha caído un 32,6 % durante el período de mayor ajuste 2008-2014, mientras que el décimo decil (10% mas rico) solo ha caído el 16%. O sea que cuando las cosas van mal, la distribución de los esfuerzos entre los ricos y los pobres es desigual.

La distribución de los esfuerzos es, por tanto, el meollo del asunto. El debate sobre la sobre la desigualdad debería centrarse en esta cuestión, más que en el propio indicador GINI (indicador de desigualdad). Las políticas públicas deberían orientarse a incorporar mecanismos para que una vez recuperada la economía, sean los sectores mas desfavorecidos los que reciban una recuperación mayor que los sectores más favorecidos.

Pero las cifras muestran otro dato curioso. Desde el decil 5 al 9 (una gran parte de la clase media) la caída y el esfuerzo es muy parecido al de las clases más favorecidas. Mi opinión es que, en esta primera etapa, es urgente recuperar a ese porcentaje que ha sufrido la crisis de forma mucho mas dura; y dejar para una segunda etapa, la mejora en la distribución entre toda la población. Esta elección implica que las políticas de apoyo deben ser claras y contundentes si esto es lo que se quiere, pues de lo contrario podemos caer en la tentación de recuperar a las clases medias, a costa de dejar en la cuneta a los sectores menos favorecidos.

Quizás valga la pena mencionar dos cuestiones adicionales que pueden condicionar los niveles futuros de desigualdad: una es la cuestión demográfica: el envejecimiento de la población y la precariedad laboral amenazan el mantenimiento de las futuras pensiones; y una segunda tiene que ver con la educación como vector de formación de un capital humano, que puede generar aumentos de productividad.

Respecto a la educación, cada vez hay más consenso en que lo relevante es discutir los aspectos relacionados con la calidad y no con la cobertura universal. Matiz que no siempre es bien entendido en los sectores progresistas de nuestra sociedad, puesto que la calidad es lo único que puede asegurarnos una mejor distribución de la renta en el futuro. La cobertura universal puede ser muy bien recibida, pero no asegura como hemos comprobado en los últimos 25 años mayores niveles de igualdad.

Otro tema que nos toca de cerca es la vulnerabilidad de nuestra economía frente a la amenaza de una crisis mundial, que de llegar a producirse causará estragos. La caída de las bolsas, si bien los mercados han exagerado en su reacción, auguran que algo está pasando. Las políticas monetarias no han logrado sacar adelante a las economías más desarrolladas, lo que a su vez genera problemas en el sector bancario. Este cada vez tendrá mas dificultades, tanto por el lado de una mayor regulación como, y esto es lo relevante, por la disminución de los márgenes del negocio, lo que amenaza la propia existencia del concepto bancario comercial tal cual lo conocemos hoy.

Por lo tanto, es obvio que habrá crisis del negocio bancario y en algún momento descubriremos que los bancos centrales tienen un límite. A este escenario, le sumamos que la panacea de los BRICS se ha esfumado. A excepción de la India todos los países de este grupo se encuentran en recesión y con problemas muy serios en sus estrategias de desarrollo. Al fin y al cabo pensar que las materias primas desarrollan a los países es un concepto poco realista en la historia económica.

Con este panorama no es de extrañar que en los próximos semestres asistamos a fuertes desajustes de la economía mundial, que pueden provocar serios reveses en la economía que afecten al movimiento de capitales, el comercio mundial y produzcan una ralentización del crecimiento.

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Con este escenario, vuelve a ponerse de moda el argumento del estancamiento secular, concepto puesto en circulación a fines del año 2013, por el ex Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Lawrence Summers. La idea no es nueva, viene de los años 30 del siglo pasado cuando Hansen (1938) atribuyó las dificultades para recuperar los niveles de actividad a factores de orden estructural. Hoy muchos piensan que la situación es similar; ya que, si bien hemos salido de la crisis, entramos en un estancamiento secular que no permite a la economía aprovechar su potencial. Summers habla que la diferencia entre lo que producimos y lo que podemos producir con nuestros recursos y tecnología es del 10% y todo esto porque hay factores estructurales que no permiten igualar los ahorros con la inversión. Por el contrario hay un exceso de ahorro y una exigua inversión, los precios caerán y la demanda no se recupera. Esto no es una nueva recesión sino que estamos transitando un estancamiento que a veces se disimula con políticas públicas pero estas no han sido suficientes o pero aún han sido poco adecuadas y cada tanto la realidad aparecerá en forma de amenaza de recesión hasta que por fin seamos capaces de explotar nuestro potencial, crear demanda e invertir (el ABC de la economía)

Más pronto que tarde, el próximo gobierno de España debe definir políticas que, por un lado, incluyan respuestas a las amenazas externas, que vendrán de la mano de contagios y que afectarán básicamente a las cuentas externas y a nuestra capacidad de financiación. Y, por otro lado, a las amenazas internas ocultas bajo la superficie, lo que implica tomarse en serio que crecer no es solo tener una “tasa de crecimiento”, sino, básicamente, mejorar la productividad y la competitividad internacional. Y, mientras reparar los efectos de la crisis en las capas mas desfavorecidas, que si bien no son muchos en términos cuantitativos si lo son en términos de perjuicios. El populismo puede echar por traste esta estrategia, y las políticas conservadoras pueden ahondar en las restricciones de una convivencia social que el 20% mas pobre de la población no creo que pueda seguir soportando.

El futuro del negocio bancario en entredicho

The future of banking: ⇓⇓⇓⇓

“Big bank have changed a lot, but not sufficient , since the crisis (2008-2009) it has become commonplace to argue that bank should be run as utilities, not casinos”. What happens to the profits?.

El futuro del negocio bancario: “un mal presagio”

Las próximas horas conoceremos los resultados de los test del Banco Central Europeo sobre la banca, lo que ha despertado las alarmas en la prensa económica. Por supuesto tendremos análisis para todos los gustos. Ya ha empezado The Economist (25/10/14) calentando motores con un artículo sobre la deuda de los países en el que viene a decir, mas o menos, que la deuda es impagable; y, más si se suma que a la recesión, lo siguiente es la deflación.


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También se han adelantado, al coro que vendrá, voces nacionales que alertan de la recesión europea, que de darse, también será española. Santiago Carbó escribe en El País (21/10/14) un artículo muy interesante sobre la foto de lo que sería el purgatorio (7 años) de la banca europea. Lo que no sabemos es cuántos van al infierno y cuántos van el cielo. En todo caso, lo que si parece un hecho es que Europa en conjunto, y España en particular, no despega a pesar del activismo de Draghi y de la buenas palabras del ministro Montoro. Europa está en recesión y deflación, y España tiene 5,4 millones de parados, 6% de déficit, 300% del PIB de deuda pública y privada…

Pero de lo que quería hablar es de un tema algo mas de fondo que de coyuntura, aunque sin duda no es fácil desvincularlos. Me refiero a que, poco a poco, se va descubriendo que el negocio bancario está en declive y que sus causas se han agravado con la crisis. La tendencia venía de antes y, por lo tanto, la industria de la banca (especialmente, la comercial) ya no será la misma en el mediano plazo. Algunos se atreven a decir que “ya no será” en el largo plazo. Frases como “Too big to fail” seguidas de “Too big to bail out”, “leverage”, “bail out”, “bail in”, “Basilea”, “Tobin Tax”, “big data”, “Euribor flat” deberían habernos dado una pista de que las cosas no iban bien.

Hasta 2007, según Oliver Wyman (la consultora bancaria por antonomasia) la banca americana tenía retornos del 30% (acciones). En la actualidad, una vez ajustado el sector, la rentabilidad no llegaría al 8%, rentabilidad mas parecida a las compañías de servicios públicos. Incluso en 2013, el promedio para los grandes bancos no ha superado el 5%.

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Lo que está pasando es que los tres pilares sobre los que se sustenta la rentabilidad bancaria comercial (al menos en el mundo desarrollado) se están quebrando y el camino no parece tener un retorno fácil.

1. Los bancos necesitan de un ambiente donde la intermediación entre el ahorro y la inversión sea necesaria. Antes los bancos ayudaban a reducir los así llamados costes de transacción y las asimetrías de información. En otras palabras, alguien (los bancos) estaban en el medio para evitar costes y riesgos no deseados. La crisis ha demostrado que esto ya no es así. Al contrario, cuando los riesgos llamados sistémicos aparecieron, la justificación de la intermediación y la confianza sobre la industria cayó en picado.

2. Los bancos necesitan una ecuación de rentabilidad-riesgo que les permita obtener ingresos suficientes para mantenerse en pie, que están disminuyendo inexorablemente. Algunas variables coyunturales como los bajos tipos de interés pueden cambiar la tendencia en el mediano plazo (aunque la sangría de estos años puede dejar huella para aquellas instituciones que no han realizado una adecuada reestructuración). El resto de ingresos como las comisiones por servicios y los préstamos en condiciones ventajosas del BCE tampoco parecen ser el camino. (por cierto, es un tema que atañe a la política de ayudas y subsidios, de la que curiosamente nadie en la UE quiere hablar demasiado).

Pero el tiro de gracia a esta, antaño virtuosa, ecuación rentabilidad-riesgo viene del lado de las regulaciones que en pocos meses más se empezarán a imponer. Las normas de Basilea III (además de ser muy complejas en su cálculo –casi 5.000 variables) apuntan básicamente a tres cuestiones relevantes: la primera es el aumento del capital exigible, tanto en calidad como en cantidad (mayor seguridad pero menos rentabilidad). Y, esto especialmente aplicable para los bancos “too big to fail” llegando incluso a niveles que duplican los ratio anteriores a la Crisis (del 8% al 15%.) La segunda tiene que ver con el ratio de liquidez que ajustan el balance para evitar en lo posible crisis de liquidez (pues el riesgo sistémico hace que la frontera entre liquidez y solvencia sea cada vez mas fino y evita las ganancias vía desfase temporal). Esto implica un sistema mas desapalancado (leverage) o, lo que es igual con menos activos. Lo que supone, voilà, un sistema con menos crédito. La tercera vía apunta a cómo se comportarán en la gestión y la transparencia los bancos, ya que se reducen los incentivos para generar productos financieros de alto riesgo, y, al tiempo, aparece una reglamentación del supervisor orientada a que los problemas no los paguen los contribuyentes (bail out) sino los accionistas (bail in).

Todo esto tiene un claro componente restrictivo desde el punto de vista del negocio y, por tanto, de la rentabilidad. En este contexto, la pregunta obvia es: ¿Quién pone capital en una actividad poco rentable? Si, como parece obvio la respuesta es negativa -a no ser que se asuman mas riesgos- los bancos tendrán problemas para mejorar su capital y, en consecuencia, en un entorno donde la situación de la economía no es favorable, la falta de eficiencia del sistema es elevada, los préstamos disminuyen, las ayudas públicas (rescates) solo existen luego de la perdida del capital, etc. etc. Se genera un circulo vicioso donde el resultado es una caída en la rentabilidad desconocida hasta ahora.

3. En tercer lugar, los bancos, como industria, necesitan de un ambiente donde los costes de entrada sigan siendo importantes. O, lo que es igual, en un negocio donde los competidores se mueven en un mercado imperfecto, lleva naturalmente a la formación de bancos mas grandes. Inevitablemente, la hegemonía de estos bancos “demasiado grandes para caer” conlleva dejar un poco de lado la presión regulatoria y supervisora. Pero es evidente que la globalización tiene un apellido llamado “innovación tecnológica” que favorece que los competidores en esta industria aumenten y aparezcan nuevos jugadores, que conocen mejor el juego de las nuevas tecnologías. Es posible que veamos novedosas fórmulas y transacciones financieras que lleven, en algunos casos, a un perfecta desintermediación…

Dicho esto, son muchos los elementos que estamos dejando de lado, entre los cuales vale la pena destacar la propuesta de Piketty ahora y de muchos otros antes sobre el “Tobin Tax” (impuesto a las transacciones bancarias). Hay mucha literatura al respecto que se puede consultar, solo quería incidir en que el cóctel del negocio bancario parece tener una difícil solución. Seguramente nos llevará a cuestionar el funcionamiento de muchas entidades cuya ecuación rentabilidad-riesgo no dará respiro a la salida de capitales de la industria en busca de otros derroteros, algunos de los cuales tomarán el relevo de la tradicional banca comercial.

Mientras tanto, en Europa seguimos deshojando la margarita sobre la famosa intervención del BCE que nunca llega. En este sentido, los resultados  sobre el sistema europeo de bancos pueden dar un primera pista, pero creo que las ramas del árbol nos siguen tapando el bosque.

Por último, creo importante diferenciar este análisis de países mas o menos desarrollados. A estos últimos, es posible que el tirón del negocio bancario les sea mas duradero. Todo dependerá de la capacidad de adaptación que a estas alturas se nos antoja muy difícil de predecir.

Daniel Sotelsek

Argentina entre la recesión, la inflación o la estanflación

 

In these days  of a chaotic situation, Argentina has been obtained Griesa contempt. What does this new situation alter the course of events?, what are the consequences?

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En estos primeros días de octubre y, en medio de una situación caótica en lo económico, la actuación de Argentina ha obtenido por parte del Juez Griesa el calificativo de desacato. ¿Qué significa esta nueva situación?, ¿cuáles son las consecuencias?.

En términos generales no significa más que eso: des-acato, no cumplir la sentencia; pero, en realidad subyace otra cuestión que tiene que ver con castigar no solo el incumplimiento de la sentencia (tema que ya hemos analizado en este blog. Es obvio que no se puede cumplir por parte de Argentina lo que dice el juez pues pasaríamos de un “default selectivo” a un “default en toda regla”) sino la insistencia del Gobierno argentino en generar procedimientos, leyes y mecanismos para no cumplirla. Quizás el próximo capítulo de esta saga tenga que ver con la multa que puede imponer el juez, pero mucho me temo que todavía esta parte del culebrón no esté maduro.

En favor de Argentina, podemos decir que la sentencia es a todas luces injusta en el tratamiento formal de los intereses que el juez acepta  como normales; y, por último que los fondos buitre al tener otros instrumentos de especulación CDS con la propia deuda no tienen ninguna ganas de negociar al menos en el corto plazo.

En contra de Argentina, lo más obvio a censurar es el comportamiento del Gobierno, donde CFK está llegando a límites insospechados como presidenta de un país (acusación de intento de matarla por parte de fuerzas ocultas de los Estados Unidos) y que, además, el ministro Kicillof sigue estropeando la posibilidad de una negociación indirecta por parte de un grupo financiero para la compra de esta deuda. Las deudas pueden ser mas o menos injustas, pero no se pueden repudiar. Lo cual no significa que se no puede plantear, en las condiciones apropiadas, un “concurso de acreedores”. Mientras Argentina no supere la posibilidad de financiarse en moneda nacional, es un poco absurdo pensar que habrá financiamiento en las condiciones que pretende la nueva legislación aprobada el 11 del 11.

Las consecuencias de todo esto se pueden ver desde dos puntos de vista: uno más general y que tiene que ver con la conciencia que poco a poco se va generando en un grupo mayoritario de países sobre la necesidad de una “regulación internacional a la hora de la reestructuración  deudas soberanas” .

El otro más concreto para la Argentina lo podemos visualizar desde tres ámbitos distintos: en el plano económico hay muchas opiniones al respecto, pero creo que este lio de Griesa agrava la evolución de los indicadores macroconómicos (producción, inflación, tipo de cambio blue, etc etc… ) pero, también es cierto que enmascara una realidad que se veía venir desde hace un tiempo. Tampoco podemos olvidar otro factor muy importante en lo relacionado con el sector exterior y es la repentina pero firme tendencia de Brasil a entrar en una recesión económica (no olvidemos que Brasil es el principal socio comercial de Argentina).

Otros, sin embargo, opinan que el efecto es tremendo y que de no llegar a un arreglo con los fondos buitres la caída del PIB para 2015 podría ser de 4,5% y la de 2014 de 3% (esto es un caída del PIB de un 6% mas de lo previsto).

En lo financiero si está más claro que a partir del 30 de julio pasado y de la declaración de desacato se han agravado los problemas de financiamiento en Argentina. El principal problema de la Argentina hoy es obtener una capacidad de financiación que le permita producir tanto para exportar como para asegurar la demanda interna. Esta restricción (que no es nueva para el país y se explicaba muy bien en los años-70 con los conocidos modelos de “dos y tres brechas“) implica que el gobierno y las empresas tiene como prioridad cuidar y encontrar dólares que permitan este financiamiento.

En este sentido, aparece el primer dilema de cómo hacer la política económica mas acertada que permita financiar la economía en una situación de default selectivo: 1) el Gobierno (digo el ministro de economía y no así Fábrega, ex presidente del BCRA) regula cada día más; y, con ello pretende reducir entre otras cuestiones las importaciones (en septiembre el dato en tasa interanual es una caída del 20%) para que no haya sangría de dólares. Pero esto provoca más recesión y desempleo. Este mayor control ayuda a no devaluar y tratar de controlar una inflación (que a estas alturas ya nadie publica y que los observadores sitúan en un 40% y subiendo). Esta política genera su propios antídotos, como son la falta de liquidación de las cosechas agrícolas hasta que el dólar tenga otra paridad y con ello genere menos impuestos al Gobierno. Lo que implica un tendencia al déficit desbordante (sobre todo porque el sistema de subsidios no permite bajar el gasto). Por otra lado, están los partidarios de un ajuste cambiario que permita mejorar la ecuación exportación-importación, mejorar la recaudación y no entrar en pánico con las reservas. Pero todo tiene un precio y el de la devaluación puede ser un aumento de la inflación que lleve a niveles inmanejables y cercanos a la hiperinflación, caída en el corto plazo de reservas internacionales y subidas de los tipos de interés, lo que también genera recesión y desempleo.

2) En segundo lugar, la consecuencia de la novela de Griesa también afecta a lo social y a lo político pues, igual que siempre, CFK ha dividido a la sociedad entre “patria y buitres” y, en mi opinión esto puede desembocar en problemas sociales muy importantes hacia finales de año cuando las consecuencias del desempleo y la inflación se dejen sentir.

Queda un año para las elecciones presidenciales. Es mucho pero que mucho tiempo en las circunstancias económicas del país. Si en enero se llega a un acuerdo es posible que el financiamiento dé una tregua para llegar a los comicios. De no ser así y de agravarse alguna otra variable como Brasil, mucho me temo que la situación será insostenible pues con caídas del 4,5% del PIB, inflación del 50%, dólar blue 100% y aumento de desempleo no hay economía ni sociedad que pueda permanecer impasible. A estas alturas casi cualquier cosa que haga el gobierno llega tarde y mal. Y, sin expectativas favorables no es posible bajo ninguna circunstancias acertar en política económica.

3) Por último qué hacer: no está muy claro los caminos que se pueden seguir. En todo caso, los economistas y responsables políticos deberían estar pensando casi en una sola cosa: como superar la restricción externa y cómo parar la inflación. Este cóctel populista nunca termina bien, pero los experimentos neoliberales ensayados en Argentina no han sido mucho mejores si tenemos en mente lo que sucedió en 2001.

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Daniel Sotelsek

El default argentino y la sátira neoyorkina.

El default argentino y la sátira neoyorquina.

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This post shows how is the reality of the Argentina default. However this situation is not easy to understand and every body, like in football, has an opinion. Due to so many opinions out there, I would like to share my point of view on a number of Argentinian sins. In a fact we can use the original version of the “original sin” to understand how Argentina and other underdeveloped countries fall “again” and “again”.

El 27 de agosto Argentina ha visto como parte de sus argumentos era avalados por algunos peces gordos, Soros poseedor de títulos de deuda argentina (bonos estatales) consideraba la posibilidad de demandar al Bank of New York porque éste había retenido el pago hecho por Argentina. De ese modo, la sentencia del juez Griesa podría originar una serie de demandas en cascada (Kill Bass del FMI y Hayman Capital opinaban lo mismo) contra el Bank of New York, lo cual sin duda no era ni mucho menos la intención del juez. Pero todo hay que decirlo, Soros no hace esto solo por convencimiento moral sino básicamente porque tiene un 3,5% del capital de YPF, cuyo principal accionista es el Gobierno y del que es acreedor en tanto que tenedor de bonos. Así que, con razón o sin ella, Soros debe pensar que, para seguir siendo socio debe aceptar al menos que: “mi socio ha tenido buena fe y ha cumplido”.

La historia de este “default selectivo” o “Griesafault” (bonito nombre para la hemeroteca) es, sin duda, muy controvertida porque depende de quién escribe el libreto. Como si de un partido de futbol jaleado por hinchas se tratara, cada uno ha elegido a un equipo y no atiende a razones: los que están a favor de Argentina (llámese Stiglitz) creen que se está cometiendo una injusticia muy grande pues un país está cumpliendo con sus compromisos y unos especuladores tratan que esto ocurra pero con sangre, sudor y lágrimas. Por otra parte, están los partidarios del juez Griesa y de la estabilidad del sistema financiero apoyando lo que llaman la legalidad internacional y el mantenimiento del sistema -como Eichengreen- que argumentan que si no se paga, todo puede irse al garete. Sin embargo, a mi me parece una historia muy ejemplarizante (lamentos aparte) para enumerar una serie de pecados que deberíamos tener presentes para futuros episodios de deuda, de ajustes, de democraduras, de prepotencia, de regulación financiera, etc, etc..

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Me voy a limitar por tanto, a describir estos pecados ya que la historia es mas que conocida

El primer pecado es contar la historia de la deuda como si esto no fuese con los argentinos ni con su gobierno. El origen es el que es: un país ha emitido deuda en moneda extranjera (por eso, también había aceptado la legalidad internacional y nacional de otro país). Y, algunos individuos, sociedades y gobiernos prestaron ese dinero comprando bonos. Todos ellos se supone que recibían unos réditos acorde con el riesgo pues no conozco a nadie que preste sin medir los riesgos, y, para ello no hay cobertura más sencilla como pedir mas rentabilidad. Que esto sucediese antes de la llegada del presidente Kirchner al poder no exime, ni siquiera debería ser argumento, para descalificar a los acreedores. Si se hizo un mal uso de estos recursos, si las condiciones no fueron las adecuadas es un problema de la Argentina. Por ello, debemos admitir que la deuda es legal y que tenía sus riesgos.

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El segundo pecado es pensar que un gobierno que reestructura su deuda o, simplemente entra en impago, comete una falta no solo legal sino también ética. La base del capitalismo se estructura en, al menos, tres pilares: uno de los cuales es la posibilidad de quiebra. Sin ello hubiera sido muy difícil que el capitalismo llegara hasta donde llegó (lo digo en sentido positivo, por ejemplo midiendo la renta per cápita y el crecimiento a nivel mundial). Por ello, las moratorias soberanas son eventos tan comunes como las quiebras empresariales. Es la aceptación de que no se puede pagar lo que se debe y un país lo valora a través del sacrificio que debería hacer. En ese sentido, Argentina había acumulado en 2001 una deuda interna muy grande en materia de pobreza, estabilidad y desempleo. Por ello, la reestructuración de la deuda Argentina en 2005 y en 2010 trataba de decir a los acreedores que solo podían pagar un porcentaje de la deuda y que harían todo el esfuerzo para ello si las condiciones ayudaban. El 92,3% creyó que este compromiso fungía como buen argumento y aceptaron el canje de deuda esperando que Argentina cumpliría su promesa; el 7,7,% encontró mercados secundarios mas amigables en los que deshacer posiciones y vender los bonos a los así llamados “fondos buitres”.

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El tercer pecado fue pensar que si no se paga al 7,7% y si al 92,3% Argentina entra en impago y su prestigio internacional caería en picado. El 7,7% y, más concretamente, el reclamo del 1% ante la justicia es de fondos eminentemente especulativos, que si les va mal a nadie le importará un bledo. Por ello, el problema de la sentencia del juez Griesa no es que cobren los fondos buitres, sino que no cobren los acreedores que ya confiaron en los argumentos de esa misma reestructuración. No tengo ninguna duda de que todos los esfuerzos del Gobierno y de la banca internacional van en esa dirección; y, por eso, es casi seguro que alguien pagará indirectamente la deuda al 7,7% para salvar al resto. Porque esto es lo único que importa y porque plantearse pagar la deuda a todos al precio ajustado a los buitres es imposible.

El cuarto pecado es el sistema legal. Este parece dar la razón al juez Griesa. Al fin y al cabo, los bonos se negociaron al amparo de esa jurisdicción y por ello es razonable pensar en que se cumplan las sentencias; pero como en todo proceso judicial cada uno busca las soluciones que parecen mas adecuadas. Argentina está buscando la suya y la verdad es que no parece muy difícil si pensamos en encontrar escenarios donde poder pagar la deuda a los acreedores que estén fuera del alcance de Griesa.

Lamentablemente, el sistema legal no esta preparado para este tipo de casos, como no lo estaba cuando se derramó el petróleo en las costas de Alaska y los jueces dijeron que las indemnizaciones a los daños suponían una cantidad ridícula por lo irreparable de los mismos. En este caso, el juez tampoco ha estado preparado para dictar una sentencia de consecuencias tan irreparables. La primera falla es pensar que un deudor ofrece intereses muy altos porque es posible y haya un riesgo de no pagar. Y, un juez considere estos intereses razonables y dicte una sentencia que condene al deudor a pagar si o, si; pero, con intereses que incluyen el riesgo de no pago. (Tampoco es tan difícil el argumento, al menos para una sentencia que disminuya los intereses reclamados).

El quinto y último pecado es que no hay que creerse las propias mentiras. Cuando el ministro del gobierno argentino ha explicado ante la prensa los resultados de la negociación con los fondos buitres -que se ha llevado a instancias del juez Griesa- en un momento ha llegado a decir que Argentina era un país más creíble que otros porque el ratio de deuda/PIB era el mas bajo de los últimos 25 años y que era la envidia de la mayor parte del mundo desarrollado. Si bien en términos nominales es cierto; lo real es que Argentina no tiene deuda por dos motivos principales (ninguno de los cuales son motivo de orgullo): uno, porque desde el año 2001 el grifo está cerrado y, dos, porque se ha reestructurado la deuda y la quita ha sido muy importante (en promedio mas de un 65%).

Son mucho más los pecados que podría enumerar, pero quería incidir en estos que se resumen en el llamado “pecado original” que en su día enunciaron Eichengreen y Hausmann sobre la imposibilidad que tienen los países subdesarrollados de endeudarse en su propia moneda ya que, si esto fuera posible ningún de los pecados anteriores se hubieran cometido.

Nadie repudia su propia deuda, el impago no se produce porque se puede emitir y vía inflación desaparece la deuda real. A todos se les paga por igual porque no es necesario hablar con ninguna de las partes. La legislación es nacional, así que nadie podría reducir la deuda nominal a golpe de reestructuración.

El día que el sistema de finanzas internacionales condicione, casi obligue, a los inversores financieros a que las deudas que se adquieran deben ser en la propia moneda nacional y que la ley debe de ser la del propio país tendremos algo más de tranquilidad. Menos jueces estrellas, menos especuladores, pero cuidado es posible que la financiación hacia aquellos países que no den garantías de largo plazo y de estabilidad jurídica e institucional desaparezca.

 Mi opinión es que, como en todo los conflictos, las culpas están repartidas. La Argentina quiere pagar, pero quiere imponer el “cuánto”; los deudores quieren cobrar; el juez quiere que se haga justicia aunque sea a favor de los injustos y que el mundo sufra las consecuencias (el sistema financiero); los buitres quieren maximizar sus beneficios. La vieja consigna sigue vigente “piratas siempre los hubo”, pero mientras tengamos el pecado original mucho me temo que la Argentina del 2015 será un “palindrome” con un default más en su calendario y un nuevo gobierno, que a través de la explotación del recién aparecido yacimiento de shale gas o gas de esquisto en Vaca Muerta (lo que convertiría a Argentina entre uno de os primeros tres productores mundiales), caerá en los mismos errores a la hora de buscar financiación internacional.

Daniel Sotelsek

Bankia: Demasiado grande para caer y demasiado grande para no ser injusto con los contribuyentes.



Hace ya más de dos semanas, el gobierno nacional y el sector financiero en general están lidiando con la salida de la situación de Bankia, el cuarto banco en importancia del país, con más de 10 millones de clientes y 350 mil accionistas, la mayor parte pequeños inversores. Con una capitalización de 3.000 millones de euros, el pedido por parte de su consejo de administración de una ayuda pública de 23.500 millones de euros, es prueba suficiente de que se trata de un caso de insolvencia y no de iliquidez. De esta forma, es poco probable que el dinero público destinado a su rescate pueda ser recuperado posteriormente. El accionar del gobierno resulta así muy controvertido, más aun teniendo en cuenta que estaría destinando la mitad del ahorro resultante de los ajustes en el gasto público de este año, en el salvataje de una entidad privada. También es cierto que su caída puede generar una situación de desconfianza que provoque un pánico financiero y la caída de más entidades financieras, así como la profundización de la crisis económica. Entonces, la pregunta que cabe es cómo hacer para enfrentar el problema de  solvencia de Bankia con las menores consecuencias para sus depositantes, de modo de evitar el pánico y en lo posible que las arcas del Estado sufran lo menos posible.

Digo esto porque si bien el aporte es de capital según anunció el sábado su presidente, la pregunta es cómo se piensa crear valor para este capital en una institución financiera que ha perdido su prestigio y se ha declarado en bancarrota en terminos de mercado. Quizás la ayuda a secas para salvar a los depositantes hubiera sido más convincente pero los eufemismos están al orden del día y ni los mercados ni los contribuyentes se les puede engañar a estas alturas. El nuevo presidente de Bankia nos hablaba de crear valor para ese capital como si se tratara de un proyecto nuevo, ilusionante y con buenas perspectivas. Pero creo que todos sabemos que esto solo será un milagro, pues crear valor implica beneficios y sobre 23.000 millones éstos son unos 2.000 millones de euros (8% de beneficios), cosa que Caja Madrid por ejemplo ni en su mejores momentos del ladrillo lo hacía. Esto simplemnete no es posible y sería mejor decir a las cosas por su nombre: que se aporta ese capital en Bankia y no en otro sitio porque se ha preferido la solución de “Demasiado grande para caer -quebrar-”, o sea que los cálculos de coste-beneficio son positivos con esta alternativa, de lo contrario un colapso del sistema financiero nos llevaría a un corralito y los 23.000 millones podría ser un coste mucho menor.

Bankia fue el segundo banco, luego de Caixabank, creado como consecuencia del proceso de reestructuración del sistema de cajas de ahorro impulsado por el Banco de España. Su constitución data del 3 de diciembre de 2010, en una operación de fusión de Caja Madrid y Bancaja, al que se han adherido La Caja de Canarias, Caixa Laietana, Caja Rioja, Caja Ávila y Caja Segovia. Sus acciones salieron al mercado a 3,75 euros, y ya van perdiendo el 58% de su valor hasta el viernes pasado, día en el que la CNMV suspendió su cotización. En la apertura del lunes, las acciones abrieron con una caída adicional de 26%, y algunos bancos de inversión ya manejan precios objetivos del orden de 20 ó 30 céntimos, un valor de liquidación de la empresa, que equivale a un deterioro mayor al 90% desde su salida a bolsa. Sin duda, son muchas las empresas que han perdido valor en bolsa en este último año por lo que ser accionista implica un riesgo ya sea de Bankia o Repsol y la cuestión de la información es responsabilidad del supervisor o de la CNMV (si esto no lo creemos así, las conscuencias en términos de credibilidad de España fuera de España son tremendos).

Los casos de insolvencia de entidades bancarias con riesgo sistémico son de muy difícil resolución. Dejar caer a la entidad puede generar una crisis generalizada y más cuando ésta es muy grande. Pero salvarla parece muy injusto para los contribuyentes que se ven obligados a destinar parte de sus impuestos a sostener a una empresa privada, sin contar con las consecuencias en términos de incentivos futuros a los restantes bancos (riesgo moral). En términos generales, en estas situaciones los que no recuperan nunca su inversión son los accionistas (lo que desacredita parcialmente el argumento del riesgo moral). Pero esto parece razonable ya que son los únicos que asumen el riesgo del negocio, y si todo salía bien pues muy sencillo: se paga el impuesto que corresponde y punto.

En este punto surge otra incertidumbre importante puesto que las auditoras deben hacer un stress test a los otros bancos al menos tan “riguroso” como el de Bankia y eso puede llevar a unas necesidades de capitalización del sistema muy elevado y por lo tanto seguir acudiendo al resacte Europeo vía indirecta, o sea través del BCE, y de la emisión de deuda para capital como en este caso.

En este contexto de más está decir que una solución satisfactoria para todas las partes (Gobierno, contribuyentes, empleados, depositantes, accionistas) es imposible. Sin duda, salvar a las entidades grandes no parece un error técnico a primera vista y sí una injusticia, pero no salvarla puede parecer menos injusto aunque quizás un error técnico (por aquello de “es imposible disciplinar al mercado en medio de la crisis y sino que le pregunten por la caída Lehman en 2008). Ahora bien, sería deseable encontrar la solución menos injusta en términos de responsabilidades, pero también de equidad, esto es además de cuidar a los depositantes (cosa positiva tanto desde el punto de vista de la equidad como de la eficiencia) el Gobierno debería pensar en soluciones distintas. Al igual que hemos insistido en este blog, no se quiere decir que la que sigue sea una propuesta concreta realizable, sino más bien un puntapié inicial para discutir.

En primer lugar, se debería buscar proteger a los depósitos para alejar la posibilidad de pánico financiero. Para ello, se puede separar la actividad intermediadora de Bankia, de la de inversión. La esfera comercial podría ser absorbida por otro banco, o bien dado el gran tamaño, ser dividido en muchas partes y distribuirlo entre varios bancos interesados en incrementar su cartera de clientes, o bien expandir su alcance geográfico. Hasta se podría plantear un sistema de mercado, en el que cada cliente eligiera la entidad que a partir de ahora cuente con sus depósitos. Esto implica sacrificar en parte a los contribuyentes aunque el procediemiento no es nada sencillo.

Una vez resuelto el tema de los depósitos, el banco de inversión podría ser nacionalizado, para su paulatino desmantelamiento. ¿Cómo proceder en este proceso? Por un lado se encuentran los acreedores del banco y por otro los deudores. Entre estos últimos, la exposición más importante es al mercado inmobiliario. Por lo tanto, una posibilidad es plantear una reestructuración de las deudas del banco, las que se irían pagando a medida que se vayan cobrando los créditos hipotecarios y no hipotecarios otorgados, y colocando en el mercado las viviendas en propiedad de la entidad (ya sea en propiedad como en alquiler, pudiendo incluso pasar a formar parte de viviendas protegidas). Evidentemente, esto implicará una quita de deuda y una ampliación de los plazos, justamente en línea con lo planteado en el post anterior. La peor parte posiblemente se la lleven los accionistas, quienes perderían todo el dinero invertido.

Si bien no es una solución óptima (difícilmente la haya), parecer ser una opción para evitar el pánico financiero y que el Estado no se haga cargo a través del dinero público de reflotar a una entidad que no parece pueda hacerlo facilmente. Sin ser del todo justa, pareciera que una solución de este estilo sería no tan mala en términos distributivos.

Quedan los trabajadores de la entidad que también sufrirán un ajuste sea por la vía que sea, pero sin duda si el Estado aporta capital con este argumento también podría crear una cooperativa de parados y ofrecer cantidades similares a quién sea capaz de presentar un plan de negocio que tenga una rentabilidad del 8%.

En definitiva el tema es muy complejo: en primer lugar “To big to fail” es una realidad y eso lo demuestra la decisión del gobierno, en segundo lugar usar la ayuda vía capital no deja de ser una ayuda porque si nadie pone capital en Bankia cuál es la razón para decir que el Gobierno ve una oportunidad donde nadie la ve, en tercer lugar salvar a Bankia, a sus trabajadores y a sus depositantes es una opción de equidad como cualquier otra pero tiene detrás un claro juicio de valor, en cuarto lugar porque se otroga un capital en función de lo que piden los nuevos gestores: hay que tener cuidado que ahora no venga la época de venta de activos a precio de saldo y que no eran tan malos pero como ya se han provisionado adelante a vender, en quinto lugar debe el supervisor tomar las riendas y ser él quién depure responsabilidades, si nuestro Banco de España no es capaz de hacer esto ni tampoco de auditar, la situación de credibilidad del sistema financiero español no funcionará aunque se limpien todos los balances, en sexto lugar España acude al rescate de sus bancos a través de la vía indirecta del BCE pero cuidado con este instrumento: no distinguir los problemas de solvencia de los de liquidez puede ser un gran error que demore la recuperación.

Por último una reflexión: tal cual está la situación en España no es posible que el tamaño del negocio financiero siga como hasta ahora, quizás el problema en los últimos dos años no es sólo el ladrillo sino también que al no haberse realizado el ajuste, el sistema no da beneficios suficientes para mantener la actual estructura financiera y esto último no es solo en Bankia sino en todas las entidades financieras que operan en el territorio español.

La reforma financiera con mas detalle

 

Finalmente el gobierno anunció el nuevo plan de reestructuración bancaria, que parece seguir la línea de la anterior administración; es decir, continuar con el saneamiento de los activos problemáticos ligados al sector promotor. No obstante, el monto objetivo a sanear se parece más al valor máximo que las entidades pueden soportar y no el real valor de los activos tóxicos. Así, casi con seguridad volveremos a hablar de reestructuración bancaria en el futuro cercano.

La reforma busca sanear 50.000 millones de euros adicionales, a los 66.000 millones saneados anteriormente. Los fondos provendrán de tres fuentes:

  • 25.000 millones de dotación extraordinaria de provisiones, es decir una reorganización del pasivo;
  • 15.000 millones de recursos propios o ampliación de capital. Como la emisión es muy restringida actualmente, la mayor parte será de retención de utilidades;
  • 10.000 millones de provisión, “por una sola vez”, para activos que si bien no están en mora, son similares a otros que sí se discontinuó el pago. De esta forma, las coberturas futuras necesarias serán menos traumáticas una vez que estos activos se reclasifiquen como dudosos.

Por otra parte, se incentiva la fusión de entidades, ampliando los plazos del cumplimiento de las nuevas condiciones para aquellas entidades que han estado involucradas en fusiones.

También, se amplia el FROB en 6.000 millones de euros. Este es el único aporte nuevo al pasivo bancario, que sale de los presupuestos generales del Estado. De esta forma, si el problema es de solvencia, poco es lo que podrá hacer este dinero.

Debe tenerse en cuenta que las crisis bancarias se basan en la sospecha de que los activos de las entidades están sobrevaluados y que de mostrar su valor real las instituciones serían insolventes. Atacar los problemas de solvencia solo con 6.000 millones de euros parece muy poco. La idea que subyace a la estrategia del gobierno es que el nuevo plan relaje la falta de liquidez del sistema, con lo que muchos activos recuperen algo de valor. Pero más bien parece que el plan se hizo a la medida de las posibilidades de la banca, de modo que ninguna entidad quiebre. Y las posibilidades de la banca no parecen ser suficientes…

Cara a apostar me inclino porque deberán hacerse retoques, a 3 días del anuncio el muerto se rie del desgollado y Bankia quiere comprar ……..

La reforma financiera de Rajoy

El vierenes se conocía la reforma financiera del equipo económico de Rajoy y aunque es pronto para desgranar su contenido y mucho menos para saber sus consecuencias se puede comenzar reflexionando sobre las grandes lineas.

En primer lugar está claro que se opta por una solución distinta al Banco Malo y se asume que cada entidad asuma sus activos tóxicos con capital y beneficios.

En segundo lugar  y tras un baile de cifras del sector inmobiliario, cosa que por cierto es muy difícil de considerar porque la mayoría de los cálculos no considera los efectos secundarios del sector (que sucede con un préstamo fallido a un estudio de arquitectura ???) se llega a la mágica cifra de 55.000 mil millones de euros que las entidades tendrán que de alguna forma aflorar. A continuación se dice esto es mas o menos el doble de los beneficios de la banca y cajas en un año (bueno nuevamente el cálculo es muy grueso porque si quitamos los dos grandes banco la cifra queda en la mitad y que yo sepa el Santander o el BBVA no creo cedan sus beneficios para cubrir déficit de otras entidades).

En tercer lugar y como consecuencia de lo anterior surge la consecuencia obvia que las entidades se deben fusionar, pero el quid de la cuestión y esto ya lo sabemos de la reforma Salgado los gestores que deben inducir a la fusión son los mismos que están (como si al zorro se le pide cuidar el gallinero y se le dice que si se come todas las gallinas se quedará sin comida). Las fusiones pueden llegar pero no solo es importante que esto suceda sino que suceda BIEN ya tenemos el ejemplo anterior donde se han fusionado el hambre con las ganas de comer

En cuarto lugar y que me disculpe el Ministro no entiendo bien eso de que lo mas importante es que bajará el precio de las viviendas???. Bien creo que el primer problema y lo que realmente bajará es el suelo y en cuanto a la vivienda bajará si la oferta supera la demanda solvente y no digo más..

No creo que debamos juzgar a la reforma de forma negativa, es algo que se debe hacer pero las cosas por su nombre, la reforma es para evitar el quiebre del sistema y eso está bien , la reforma es para generar confianza en los mercados y eso está bien, la reforma es un vía de escape sin la cual no puede haber crédito una ves se salga de la recesión y eso está bien. Pero este año  2012 ya se nos va (será a la vuelta del verano) sobre todo porque hay 4 meses de incertidumbre y negociaciones donde hay una cuestión que no se dice  habrá cambios en el Banco de España y nuevamente a esperar las nuevas ideas.