La gobernanza global pasa factura

Global governance takes its tool

What does the World Trade Organization (WTO) , the International Monetary Found (IMF)  and the European Union (EU) have in Common?
They are  supranational organizations that incited by the globalization process, have re-formulated their mission and organization. In this post we will discuss how global governance affect us.

 La gobernanza global pasa factura

¿Qué tienen en común la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea (UE)? Son organizaciones supranacionales que, espoleadas por el avance del proceso de globalización, han reformulado su misión y organización; en este post comentaremos cómo afecta a la gobernanza global, la renovación institucional de estas tres instituciones; también reflexionaremos sobre lo que estas organizaciones no comparten: su eficacia o efectividad en la gestión de los bienes públicos globales.

Las tres instituciones son fruto, en su estado actual, de la globalización. Nadie imaginaba, hace tan solo 30 o 40 años, un mundo tan inter-conectado, en el cual los bienes y servicios circularan con gran rapidez. Tampoco imaginábamos que el FMI junto a la UE y el Banco Central Europeo formaran un trio -los hombres de negro- que permitiera generar control y estabilidad financiera en una de las zonas más prósperas del planeta. Pocas personas podían aventurar una Europa tan amplia como la actual y, con tantos problemas nuevos, que van más allá de lo económico,  afectando a cuestiones políticas, sociales, culturales, etc..

 En cuanto a los bienes públicos, hay un amplio consenso en que su provisión debe ser tanto a escala local como a escala global.  En el caso de los bienes públicos locales, casi todos aceptan que los gobiernos deben imponer impuestos, regulaciones y  recomendaciones para que la provisión de los así llamados bienes públicos puros (no exclusión y no rivalidad en el consumo) e impuros (como puede ser el caso de la congestión de tráfico o de la generación de una externalidad negativa) sea eficiente.  Por el contrario, a escala global al no haber una gobernanza mundial,  la provisión de determinados bienes públicos es todavía un concepto abstracto y con contados ejemplos reales.

En definitiva, el debate acerca de la  gobernanza global y la gestión de los bienes públicos globales (estabilidad, seguridad, bienestar, sostenibilidad ambiental) está más presente que nunca, al tiempo que el debate nunca ha sido tan difícil como ahora.

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En todo caso, la hipótesis de partida de este post sobre la gobernanza global debe construirse sobre un hecho: de las tres instituciones mencionadas, una de ellas –la UE- aparenta mayor fortaleza; pero tiene, a mi juicio, una debilidad estructural -la brecha entre sus objetivos como Unión y los objetivos de sus estados miembros- que pone en cuestión la posibilidad de proveer determinados bienes públicos globales. Con el añadido de que, de una forma u otra, esta organización es un elemento imprescindible de  la gobernanza global.

Las otras dos instituciones que mencionamos están atravesando un período de serias dificultades. El FMI intenta su reorganización para transformarse en una  institución que se pueda sumar a la gobernanza mundial. Y, la OMC intenta volver a la ronda de negociaciones sobre el comercio mundial que logre una mayor liberalización.

¿Todo esto nos hacer ser pesimista sobre el futuro de la gobernanza global? La respuesta, desde mi perspectiva es que no; por el contrario, la necesidad de la provisión de bienes públicos globales nos hace estar cada más cerca de la problemática y de la pregunta que hemos postergado durante mucho tiempo: ¿Cómo construir instituciones supranacionales? y ¿Cómo adaptar su funcionamiento a los cambios provocados por la globalización?

Comencemos con la OMC:  la mayoría piensa que no se avanza en las rondas de negociaciones para liberalizar el comercio porque la organización es muy débil. Sin embargo, algunos argumentos como los de S. Guriev nos indican justamente lo contrario. Guriev afirma que si el avance no es rápido, se debe a que los gobiernos saben que cuando la OMC aprueba condiciones, su nivel de cumplimiento en el mediano plazo es muy fuerte. En otras palabras, cuando se producen acuerdos en la OMC, se consolida una gobernanza global del comercio internacional que ningún país por poderoso que sea, puede incumplirla por mucho tiempo. Este mecanismo de sujeción a la norma se refuerza por la propia dinámica de la globalización. Por lo tanto que la OMC no avance como nos gustaría es una paradójica buena señal de que la gobernanza comienza a funcionar.

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En lo que respecta al FMI , hasta hace poco tiempo era institución dedicada a proveer soluciones a los problemas de los países en desarrollo y de algunos países emergentes. Ahora juega un rol fundamental en la provisión de un bien público global como es la estabilidad financiera. En ese sentido, muchos se quejan de que tampoco avanza al ritmo que nos gustaría. Y, de forma similar al caso de la OMC, es posible que este avance lento nos muestre que el camino de la gobernanza mundial está a la vuelta de la esquina. Pensemos, por ejemplo, en la lucha en la que están empeñados muchos países para conseguir mayores cuotas de decisión, o en el caso del yuan para que forme parte  de las monedas de reserva. Quizás esa falta de acuerdo se deba a que gradualmente se acepta más y más que las decisiones del FMI en materia de recomendación son equiparables a la calificación de las agencias de riesgo; y, que sus decisiones ya no pueden ser menospreciadas pues forman parte de una gobernanza que quién sabe puede en el corto plazo imponer los primeros impuestos o tasas financieras globales.

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El caso de la Unión Europea es otro ejemplo de creación de una autoridad supranacional proveedora de bienes públicos que los Estados no pueden generar a su nivel con un grado de eficiencia aceptable. Pensemos en la moneda única vs la gestión de tipos de cambio nacionales. O determinados acuerdos ambientales que  hoy en día, sin el protagonismo de la UE, difícilmente podrían aprobarse. Otros acuerdos también se enfrentan a desafíos importantes que ponen en duda la legitimidad y existencia de la UE. Pensemos, por ejemplo, en la situación a la que se ha llegado con la flexibilización de los criterios de Maastricht: casi todos los países los incumplen (bueno mejor dicho todos), lo cual muestra una debilidad manifiesta de la UE en tanto que proyecta la idea de que no puede imponerse un gobierno europeo más allá de lo nacional, si lo que está en juego es el bienestar de los ciudadanos nacionales.

Consejo de la UE grande

En este sentido, sobre el futuro de la UE, son más numerosos los optimistas que los pesimistas. Al fin y al cabo, Europa ha logrado una paz y prosperidad como nunca en su historia ha logrado un estado social y de derecho. Logros muy relevantes en los países del Norte y grandes aspiraciones en los países del Sur. Europa ha logrado superar retos como la unificación alemana o la ampliación al Este. Mientras que en el caso de la OMC y el FMI posiblemente se dé lo contrario, siendo mayoría los pesimistas que afirman que las instituciones se han quedado anticuadas y que no sirven para mucho.

Mi posición es distinta. Creo que la provisión de bienes públicos globales  (podemos incluir la mejora de la equidad o la regulación de la economía colaborativa entre otros ya muy conocidos) necesita de organizaciones globales que vayan más allá de la UE. Comparando Europa con la OMC o con el FMI, creo que hay una mayor debilidad en la UE respecto a la hipótesis de una gobernanza supranacional capaz de proveer bienes públicos globales. Ello se debe básicamente a dos cuestiones: la primera que son menos los países involucrados y, la segunda que algunos países son demasiados grandes para caer. Un riesgo moral que ninguna de las otras dos instituciones soportan. Hay ejemplos de sobra que muestran como en Europa se puede sancionar a Grecia o Portugal, pero no a Francia o Alemania. Mientras que también hay ejemplos de sobra conocidos en los que la OMC puede sancionar a países grandes, incluso a Estados Unidos sin temor a una represalia.

La reflexión final con la que quiero concluir este post es que, paradójicamente, el tipo de instituciones globales como el FMI o la OMC, que aparentan haber fracasado, son las instituciones que gradualmente, paso a paso, están garantizando la provisión de ciertos bienes público globales.

Y, si no son éstas, otras ocuparán su lugar. Pero, en cualquier caso, siempre bajo la forma de instituciones globales, no necesariamente supranacionales.  Mientras que el modelo de la UE sigue atrayendo al resto de organizaciones regionales supranacionales, son otras instituciones globales las que están cosechando más éxitos, reemplazando a los estados y foros regionales en la provisión de bienes públicos globales que ni los estados ni las organizaciones supranacionales por criterios organizativos o de tamaño están en condiciones de proveer. Pensemos en la aparición de mega-ciudades y qué organizaciones están sirviendo de canalizadores de iniciativas que dan respuesta a problemas como la adaptación al cambio climático. En el caso del comercio y las finanzas, éstas se han globalizado, ahora hace falta asegurar determinados bienes públicos que aseguren que la globalización discurra por los cauces que nos interesan a todos.

Por último me gustaría introducir el tema de la “equidad” como bien público, pero nuevamente cuando nos referimos a la desigualdad global entre los ciudadanos (no entre las naciones) nos damos cuenta que los niveles son exageradamente elevados (GINI =0,67 de promedio -concepto 1-) y que no tiene nada que ver con la idea nacional o supra nacional (UE) de la equidad donde lo que interesa es la equidad entre los ciudadanos de un mismo territorio (GINI ponderado por habitante de 0,55 -concepto 2-). La pregunta nuevamente es si las Instituciones que no sean globales podrán resolver un problema global como el de la equidad.Y la respuesta posiblemente es que “no”.

Dejamos planteada la idea para un siguiente post que analice el papel de instituciones como el Banco Mundial y los Bancos de Desarrollo Multilaterales y su rol como proveedores de “bienes públicos globales”

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Carpe Diem

La Tragedia Griega Toca su fin

After a few months away, I´m back with a post of a major topic as far as macroeconomic policy is concerned. The endless Greek tragedy. And why is it endless? Basically for three reasons.

The first reason to analyze is the longevity of the crises, almost five years over the edge.  Secondly, we need to understand the importance of  streamlining  the decision-making  process and try to remove the eternal bureaucracy that it involves.
Last but not least, delve into a deeper topic, which refers to the voluntary choice of the member countries of the European union at the time of transferring the monetary sovereignty.
In my opinion this process needs to end. Based on the classic idea of the tragedy , when the end is known , the tragedy is consummated . And I think that we all know which is the end for Greece : a default on its debt , whatever the stated context is. 

A mi vuelta con el blog depués de un receso, recurro al tema de mayor actualidad en lo que a política macroeconómica se refiere. La interminable tragedia griega”. Y, es tragedia y es interminable básicamente por tres razones.

La primera, porqué un país como Grecia no se merece estar tanto tiempo (casi cinco años) al borde del abismo. Desde el primer rescate financiero, su gente está sufriendo sin saber para qué, ni para cuándo se prevé el final. El segundo motivo es porque la tragedia griega ha puesto de manifiesto la pesada maquinaria europea de toma de decisiones, que se enreda en consultas y reuniones del Consejo Europeo hasta tal punto que es casi imposible seguir los acontecimientos de forma ordenada.  Este laberinto decisional implica un riesgo que va más allá del propio problema griego y que se adentra en las tripas de una Unión que tiene todas las papeletas para fracasar en su visión de alcanzar una Unión cada vez más estrecha, que lleve quizás a los Estados Unidos de Europa.

La tercera cuestión tiene que ver con un tema más de fondo, que se refiere a la elección voluntaria de los países miembros a la hora de ceder su soberanía monetaria. Hasta ahora los ejemplos eran casi insignificantes como Ecuador o Panamá, pero el Euro ha demostrado que el concepto de “las áreas monetarias óptimas” no era tan antiguo y, que asimilar un sistema de cambio “super fijo” tiene entre sus riesgos la incertidumbre del “coste de salida” que nadie conoce; pero que, a tenor, de los últimos acontecimientos  no son temas despreciables. A Merkel y a Hollande ya se les nota preocupados.

Mi opinión es que este proceso toca a su fin. Y, me baso en la idea clásica de la tragedia. Cuando se conoce  el final,  la tragedia está consumada; y, en este caso me parece que todos sabemos cuál es el final, al menos para Grecia: un impago de su deuda sea cuál sea el decorado de este último acto y, sea cuál sea el tiempo de representación en la dilatada negociación europea.

Veamos rápidamente los números para situarnos: Grecia tiene una deuda de unos 315 mil millones , un PIB de unos 200 mil millones, un crecimiento entre 0% y 1% y unos intereses que, en promedio (esto cada vez es más difícil de calcular dada la variedad de mecanismos que se usaron para refinanciar en los últimos años) pueden oscilar entre un 3% y 4%. Para pagar los intereses necesita, aproximadamente, un 5% o 6% de su PIB. Si sigue creciendo a este ritmo y, en teoría, cumple con el rango de déficit/superávit primario de 0%  a 1% (lo cual implica menos necesidad de financiamiento) no hay solución posible.

Para muestra un botón, los vencimientos del 2015 representan un 12% del PIB aproximadamente.

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Para pagar su deuda necesita que estos números cuadren de alguna forma razonable:

a) Incrementar el crecimiento (recordemos que es una economía con un 26% de sus recursos laborales en paro) a tasas cercanas al 6% sostenido en el tiempo. Este escenario queda descartado como solución en el corto plazo. Más aun conseguir que sea vía inversión y por cuenta externa más que de consumo, lo que implica aún mas sacrificios para la población.

b) Superávit primario del orden del 6% para poder hacer frente a los intereses lo que se logra subiendo impuestos (sin que la actividad no se deprima) a una sociedad que no tiene una estructura institucional consolidada; o, bajando los gastos del Estado (la pregunta es por dónde se puede comenzar, sin que esto signifique un adelanto de las elecciones y vuelta a comenzar). Este escenario también queda descartado en el corto plazo.

c) Que la deuda deje de ser una preocupación para la política económica. Y, esto se logra o bien “reestructurando la deuda” (en cualquier forma: quita, plazos perpetuos, intereses cercanos a cero etc etc). O bien, “dejando el euro y pasando a una moneda nacional” que se pueda devaluar (con el coste que supone un corralito: fuga de divisas y cierre de los mercados) a costa de hacer un default o impago preventivo.

Como se puede observar la tragedia está consumada y el final va depender, no tanto de los griegos sino de los acreedores, que a estas alturas ya valoran el coste de salida del euro, o bien asumiendo el impago, como es obvio, o bien perdonando las deudas,  lo cual implica un antecedente desconocido en la UE.

A estas alturas, la UE, el BCE y el FMI actúan como los verdaderos protagonistas de la tragedia, asumiendo que el camino de las reformas llevarán a Grecia a una salida ordenada de su problemática. Pero todos saben que este camino reformista solo supone ganar tiempo, pues no hay nadie que se atreva a decir que subiendo el IVA se recaudará lo suficiente; o, que bajando las pensiones, el gobierno podrá aguantar. Este camino no se puede hacer desde el euro, sino desde una devaluación nominal que permita una primer sinceramiento de la economía. Parece obvio, pero hemos olvidado que la moneda representa dos cuestiones fundamentales: la riqueza de un país, y la confianza de generar más riqueza y pagar las deudas. Así que en este escenario, Grecia debería tener una moneda mas devaluada, sin lugar a dudas.

Esta reflexión no es gratuita en la práctica. El default te saca de los mercados un tiempo mas o menos largo, los capitales huyen. En realidad, la fuga de capitales no es algo nuevo. En abril se fueron del sistema bancario griego 5.000 mil millones de euros y el BCE tiene prestado 80.700 millones en líneas de emergencia, que se garantizan con letras griegas de corto plazo. Europa repudiará esta acción en función de los efectos colaterales que produzca la salida del euro; y, por otra parte en Grecia el fenómeno de la inflación generado por una posible devaluación distorsionará una salida ordenada.

Algunos opinan (entre ellos Klaus Scmidt-Hebbel) que esta conclusión es buena para el mundo, pues se pone en tela de juicio la entrega de la soberanía monetaria a una Unión política sin haber acordado la entrega de soberanía en política fiscal. Así se pone en evidencia que la corrupción del sistema político es mucho más costosa: en inestabilidad política y en subdesarrollo económico. Situaciones como ésta piden a gritos reformas de libro que no funcionan como se esperan y, por último, se hace más evidente el riesgo de la aparición de los populismos.

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La segunda razón que mencionamos es que lo que suceda a estas alturas y con dos rescates a cuestas y un tercero en camino,  supone que la UE ya no puede echar órdagos a nadie. Los comunicados europeos sobre la tragedia griega ya no se toman en serio en los mercados. Las discusiones en el seno de Europa (tanto de los líderes de los gobiernos como del Eurogrupo –incluido por cierto el FMI- parecen una discusión de patio de vecinos, donde se aspira no ya a una solución para Grecia y los acreedores, sino a disimular actitudes que no resten votos en las circunscripciones nacionales. No es serio que varios millones de griegos se levanten con la incertidumbre de cobrar o no sus pensiones porque una línea del memorándum de Yanis Varufakis incluye una coma en un sitio inadecuado. Ya es hora de tomar de decisiones y decir si los que pierden son los acreedores o son los griegos. La incertidumbre no es un buen consejo en economía y esta tragedia dura cinco años, con lo cual el daño mayor ya está hecho. Pase lo que pase a Grecia nadie le devolverá su bienestar y Europa quedará en el lugar que se merece: “no sabe no contesta”. Los argumentos del “moral hazard” y del “me too” (para ver estos argumentos un excelente artículo de Pablo Gerchunoff y Llach) cada día tienen menos relevancia porque la realidad se impone. Grecia está en quiebra y, también pesan los argumentos políticos. Si Grecia se salva, quien gana políticamente es la izquierda más radical y este factor puede ayudar a que en otros países las ideologías populistas avancen. Pero nuevamente la realidad política puede superarnos y si hay quiebra, es posible que los radicalismos de uno u otro signo salgan todavía más fortalecidos.

Por último, hagamos una breve referencia al proyecto del euro,  que está en tela de juicio con Grecia. Puede iniciarse un efecto dominó que afecte a otros países, cuyo nivel de endeudamiento y déficit público tampoco son viables si tienen que pagar sus deudas en solitario sin la ayuda Europea. En este sentido, si Europa quiere una moneda común, al menos, tendrá que tener una política fiscal común (esto implica renunciar a la soberanía fiscal) y poder emitir eurobonos, porque éstas dos últimas cuestiones son la base de una moneda común). Es la única salida para restablecer la confianza en el sistema y generar expectativas favorables de que las deudas se pagan. En definitiva, supone tener un banco central que puede emitir moneda en la misma denominación que los compromisos que se adquieren. No se puede echar balones fuera durante tanto tiempo porque donde no hay confianza, no hay expectativas. Y, donde no hay expectativas favorables, no puede haber una moneda común. Esto es cierto con Grecia dentro del Euro, o fuera del Euro.

El final dependerá de muchos factores y los resultados sobre los costes y beneficios de salvar o no a Grecia; y, de qué Grecia se quede o no en el  Euro están en su fase decisiva. Pero esto no obvia, que la tragedia griega ya toca a su fin.  Las expectativas se han desvanecido y la incertidumbre campa por doquier.

Daniel Sotelsek

¿Qué nos depara el 2015?

Que nos depara el 2015 en Europa

Por ahora, el año comienza de la peor forma posible, con un ataque terrorista que ha costado la vida a los trabajadores del semanario Charlie Hebdo y que por su brutalidad se nos hace incomprensible desde cualquier punto de vista. Las imágenes nos dejan sin palabras y con un sentimiento de impotencia ante tanto terror y maldad. Un suceso que tendrá repercursiones -no sabemos cuáles- en la Francia de la libertad, la igualdad y la fraternidad.

En lo político, la situación es de mucha incertidumbre, el ascenso en intención de voto de partidos populistas (tanto de derechas como de izquierdas) en Grecia, España, Francia, Italia y Holanda, sumado al posible adelanto del referéndum en Reino Unido sobre  la continuidad en la UE y, la debilidad política en Portugal hacen que los cimientos de la UE se vean amenazados seriamente.

En lo económico, la situación no es mucho mejor y alimenta el rumbo político con la frase “demasiado es demasiado”. Europa está estancada (no crece), con deflación (la demanda no tira del carro), con deuda soberana y privada muy elevada (sacrificios para el pago de intereses), y con un alto nivel de desempleo ( exige sacrificios para mantener los seguros de desempleo).

En lo social, desde la crisis de 2008, la situación no ha hecho más que empeorar tanto en los niveles de pobreza como de desigualdad. Los ciudadanos están cansados de escuchar que la única solución es el ajuste y comienzan a pensar que la única solución es menos Europa, opinión más extendida entre los que forman la Eurozona. El horizonte no parece ser muy bueno pues a estos niveles algunas estadísticas indican que el nivel de vida en 2015 en términos medios puede haber caído un 18% desde el 2008; y, si excluimos Alemania, Reino Unido y los Países nórdicos la situación es realmente preocupante. Piketty se ha convertido en el gurú de toda el ala izquierda que clama una vuelta a una economía mas humana y mas igualitaria.

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Algunos economistas como N. Roubini han destacado la fragilidad del momento en que se encuentra Europa, especialmente cuando se la compara con Estados Unidos pero también hay diferencias con el caso de Japón.

En el primer caso considera que son tantas las diferencias con Estados Unidos, que Europa se encuentra en una situación donde realmente no puede hacer frente a los problemas que son necesarios superar para mantener el Euro: la demografía de un continente envejecido que se dirige a la insostenibilidad ( en 2060 puede alcanzar el 60%); la geografía no ayuda ( Europa sigue siendo un conjunto de países heterogéneo); el libre movimiento de personas y capitales está restringido por cuestiones lingüísticas, culturales, legales; la asimetría entre las países es enorme: mientras un grupo gasta (Grecia, Portugal, Italia..), otro grupo debe ahorrar (Alemania, Holanda, etc.) y por último la incoherencia de un área monetaria óptima (no existe unión fiscal ni política -en términos reales de soberanía-).

Éstos y otros factores explican la forma de hacer política en la UE y más específicamente la forma de hacer política monetaria. El BCE lo esta haciendo todo, absolutamente todo, con un retraso considerable: la política monetaria activa, la supervisión bancaria, la expansión monetaria, etc.

Frente a estos argumentos están los que dicen que la situación será similar a la de Japón ,pero hay una pequeña – gran diferencia- y es que Japón no tuvo la crisis de deuda de Europa porque supo monetizar su deuda imprimiendo dinero en una economía única. El BCE no puede hacer esto simplemente porque la divergencia entre países hace imposible un consenso y adoptar una estrategia coherente a la hora de actuar. Sólo con palabras de “súper Mario” no se puede hacer frente a una situación como esta.

En estos días, se decidirá el futuro político de Grecia y si las cosas salen mal (esto es, que gane Syriza con planteamientos radicales) es posible que la salida del país heleno del Euro comience a plantearse seriamente, pues la devaluación es, al fin y al cabo, la primera herramienta a mano cuando uno se encuentra en una situación desesperada. Es cierto que el Euro ya lo esta haciendo (devaluándose), pero esto no puede tener mucho recorrido pues la asimetría entre países saldría a la luz y veríamos como para un país como Alemania un euro/dólar de 1,50 es una buena medida mientras que para las países del Sur de Europa es posible que el equilibrio se encuentre en una banda de 1,10-0,9.

Con estos mimbres la pregunta es qué hacer y luego cómo hacerlo. Mucho me temo que no tenemos demasiadas respuestas para la primera pregunta y llegado el caso de una decisión concreta tampoco tenemos respuesta para la segunda pregunta.

Pero siempre hay optimistas que piensan que tirando para adelante la situación cambiará y los astros nos serán favorables: pues a siete años de vacas flacas le siguen siete años de vacas gordas; pero como decía un amigo mío no vaya a ser que estos años fueron lo de las vacas gordas.

Las soluciones no son fáciles, pero debemos entender que el ciclo político económico es difícil de predecir. A medida que continúe el ajuste, la política será populista y, a medida que la política sea populista la culpa será de Europa. Quizás sea el momento de reflexionar sobre un avance en materia fiscal que nos haga mas iguales pues de esa forma podremos hacer una política económica coherente con dos principios: apostar por la tecnología y la innovación como única vía para aumentar la productividad en términos reales en el largo plazo; y, una política monetaria y fiscal que ayude a toda la Unión en el corto plazo.

En todo caso, sigue pesando como tema central de esta Europa dividida (también en Japón y en cierto modo en Estados Unidos) la desinflación y el estancamiento. En Europa el tipo de interés real es negativo y el índice de inflación también, lo cual implica que a la postre se puede producir lo que la propia Alemania (y posiblemente todos los países de la UE) persigue a la hora de poner firme al BCE con el tema de la inflación. Esto es que nada permita que el ahorro de sus concuidadanos pierda valor, en otras palabras lo que no ha hecho la inflación lo puede hacer la deflación. Y en medio de este enredo de tipos de interés nominales en cero y reales negativos están aquellos economistas que como L. Summers plantean una etapa en la economía mundial (mucho más acentuada en Europa) de un “estancamiento secular”.

El argumento no es difícil de entender: el desequilibrio entre el ahorro y la inversión ha hecho que el tipo de interés de equilibrio (o sea el que coincide con el pleno empleo) sea de un -2 o -3% pero como el interés nominal no puede ser negativo, las economías se verían abocadas a un estancamiento secular, o lo que es igual a un crecimiento muy bajo especialmente por falta de demanda. Sin embargo, los problemas por el lado de la oferta no son menores y se pueden explicar, en parte, por los problemas económicos del pasado; pero, también, por la caída de la demografía y la pirámide de edades, el final del incremento de la fuerza del trabajo por la incorporación de la mujer al mercado, el bajo rendimiento (en términos de productividad) que nos otorga una mejor educación y, el escaso incremento de la productividad.

Daniel Sotelsek

El futuro del negocio bancario en entredicho

The future of banking: ⇓⇓⇓⇓

“Big bank have changed a lot, but not sufficient , since the crisis (2008-2009) it has become commonplace to argue that bank should be run as utilities, not casinos”. What happens to the profits?.

El futuro del negocio bancario: “un mal presagio”

Las próximas horas conoceremos los resultados de los test del Banco Central Europeo sobre la banca, lo que ha despertado las alarmas en la prensa económica. Por supuesto tendremos análisis para todos los gustos. Ya ha empezado The Economist (25/10/14) calentando motores con un artículo sobre la deuda de los países en el que viene a decir, mas o menos, que la deuda es impagable; y, más si se suma que a la recesión, lo siguiente es la deflación.


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También se han adelantado, al coro que vendrá, voces nacionales que alertan de la recesión europea, que de darse, también será española. Santiago Carbó escribe en El País (21/10/14) un artículo muy interesante sobre la foto de lo que sería el purgatorio (7 años) de la banca europea. Lo que no sabemos es cuántos van al infierno y cuántos van el cielo. En todo caso, lo que si parece un hecho es que Europa en conjunto, y España en particular, no despega a pesar del activismo de Draghi y de la buenas palabras del ministro Montoro. Europa está en recesión y deflación, y España tiene 5,4 millones de parados, 6% de déficit, 300% del PIB de deuda pública y privada…

Pero de lo que quería hablar es de un tema algo mas de fondo que de coyuntura, aunque sin duda no es fácil desvincularlos. Me refiero a que, poco a poco, se va descubriendo que el negocio bancario está en declive y que sus causas se han agravado con la crisis. La tendencia venía de antes y, por lo tanto, la industria de la banca (especialmente, la comercial) ya no será la misma en el mediano plazo. Algunos se atreven a decir que “ya no será” en el largo plazo. Frases como “Too big to fail” seguidas de “Too big to bail out”, “leverage”, “bail out”, “bail in”, “Basilea”, “Tobin Tax”, “big data”, “Euribor flat” deberían habernos dado una pista de que las cosas no iban bien.

Hasta 2007, según Oliver Wyman (la consultora bancaria por antonomasia) la banca americana tenía retornos del 30% (acciones). En la actualidad, una vez ajustado el sector, la rentabilidad no llegaría al 8%, rentabilidad mas parecida a las compañías de servicios públicos. Incluso en 2013, el promedio para los grandes bancos no ha superado el 5%.

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Lo que está pasando es que los tres pilares sobre los que se sustenta la rentabilidad bancaria comercial (al menos en el mundo desarrollado) se están quebrando y el camino no parece tener un retorno fácil.

1. Los bancos necesitan de un ambiente donde la intermediación entre el ahorro y la inversión sea necesaria. Antes los bancos ayudaban a reducir los así llamados costes de transacción y las asimetrías de información. En otras palabras, alguien (los bancos) estaban en el medio para evitar costes y riesgos no deseados. La crisis ha demostrado que esto ya no es así. Al contrario, cuando los riesgos llamados sistémicos aparecieron, la justificación de la intermediación y la confianza sobre la industria cayó en picado.

2. Los bancos necesitan una ecuación de rentabilidad-riesgo que les permita obtener ingresos suficientes para mantenerse en pie, que están disminuyendo inexorablemente. Algunas variables coyunturales como los bajos tipos de interés pueden cambiar la tendencia en el mediano plazo (aunque la sangría de estos años puede dejar huella para aquellas instituciones que no han realizado una adecuada reestructuración). El resto de ingresos como las comisiones por servicios y los préstamos en condiciones ventajosas del BCE tampoco parecen ser el camino. (por cierto, es un tema que atañe a la política de ayudas y subsidios, de la que curiosamente nadie en la UE quiere hablar demasiado).

Pero el tiro de gracia a esta, antaño virtuosa, ecuación rentabilidad-riesgo viene del lado de las regulaciones que en pocos meses más se empezarán a imponer. Las normas de Basilea III (además de ser muy complejas en su cálculo –casi 5.000 variables) apuntan básicamente a tres cuestiones relevantes: la primera es el aumento del capital exigible, tanto en calidad como en cantidad (mayor seguridad pero menos rentabilidad). Y, esto especialmente aplicable para los bancos “too big to fail” llegando incluso a niveles que duplican los ratio anteriores a la Crisis (del 8% al 15%.) La segunda tiene que ver con el ratio de liquidez que ajustan el balance para evitar en lo posible crisis de liquidez (pues el riesgo sistémico hace que la frontera entre liquidez y solvencia sea cada vez mas fino y evita las ganancias vía desfase temporal). Esto implica un sistema mas desapalancado (leverage) o, lo que es igual con menos activos. Lo que supone, voilà, un sistema con menos crédito. La tercera vía apunta a cómo se comportarán en la gestión y la transparencia los bancos, ya que se reducen los incentivos para generar productos financieros de alto riesgo, y, al tiempo, aparece una reglamentación del supervisor orientada a que los problemas no los paguen los contribuyentes (bail out) sino los accionistas (bail in).

Todo esto tiene un claro componente restrictivo desde el punto de vista del negocio y, por tanto, de la rentabilidad. En este contexto, la pregunta obvia es: ¿Quién pone capital en una actividad poco rentable? Si, como parece obvio la respuesta es negativa -a no ser que se asuman mas riesgos- los bancos tendrán problemas para mejorar su capital y, en consecuencia, en un entorno donde la situación de la economía no es favorable, la falta de eficiencia del sistema es elevada, los préstamos disminuyen, las ayudas públicas (rescates) solo existen luego de la perdida del capital, etc. etc. Se genera un circulo vicioso donde el resultado es una caída en la rentabilidad desconocida hasta ahora.

3. En tercer lugar, los bancos, como industria, necesitan de un ambiente donde los costes de entrada sigan siendo importantes. O, lo que es igual, en un negocio donde los competidores se mueven en un mercado imperfecto, lleva naturalmente a la formación de bancos mas grandes. Inevitablemente, la hegemonía de estos bancos “demasiado grandes para caer” conlleva dejar un poco de lado la presión regulatoria y supervisora. Pero es evidente que la globalización tiene un apellido llamado “innovación tecnológica” que favorece que los competidores en esta industria aumenten y aparezcan nuevos jugadores, que conocen mejor el juego de las nuevas tecnologías. Es posible que veamos novedosas fórmulas y transacciones financieras que lleven, en algunos casos, a un perfecta desintermediación…

Dicho esto, son muchos los elementos que estamos dejando de lado, entre los cuales vale la pena destacar la propuesta de Piketty ahora y de muchos otros antes sobre el “Tobin Tax” (impuesto a las transacciones bancarias). Hay mucha literatura al respecto que se puede consultar, solo quería incidir en que el cóctel del negocio bancario parece tener una difícil solución. Seguramente nos llevará a cuestionar el funcionamiento de muchas entidades cuya ecuación rentabilidad-riesgo no dará respiro a la salida de capitales de la industria en busca de otros derroteros, algunos de los cuales tomarán el relevo de la tradicional banca comercial.

Mientras tanto, en Europa seguimos deshojando la margarita sobre la famosa intervención del BCE que nunca llega. En este sentido, los resultados  sobre el sistema europeo de bancos pueden dar un primera pista, pero creo que las ramas del árbol nos siguen tapando el bosque.

Por último, creo importante diferenciar este análisis de países mas o menos desarrollados. A estos últimos, es posible que el tirón del negocio bancario les sea mas duradero. Todo dependerá de la capacidad de adaptación que a estas alturas se nos antoja muy difícil de predecir.

Daniel Sotelsek

Wolf´s y la respuesta de Alemania…

Sir, Martin Wolf escribió este artículo  (“The riddle of German self-­interest”, May 30) y tuvo respuesta de Alemania. A continuación pueden leer la respuesta de Wolf´s a los comentarios de Mr Schuknecht que se publicó en el FT.

Realmente vale la pena porque aclara bastante lo que está pasando en Europa…..

“Last week I wrote a column entitled The riddle of German self-interest. To my surprise, it received a lengthy response from a senior and highly respected official of the German finance ministry. I am very grateful for this reply, because it clarifies the German finance ministry’s position and raises a number of profound issues…..  #axzz1xIdtEkrC

 

Los presupuestos y su credibilidad: ¿se cumplirá el objetivo de déficit?

No es hora de repetir lo que a estas alturas muchos analistas  han comentado  pero si creo importante decir  que los objetivos del 5,3% del déficit no se van a cumplir y esto además de muchos motivos que ya se han puesto sobre la mesa, yo agregaría al menos 4 cuestiones tangenciales pero muy improtantes:

1. Estamos en abril y por lo tanto ya tenemos 4 meses de retraso o sea un cuarto de presupuesto y eso es mucho aunque se hagan bien los ajustes no hay forma de recuperar estos meses.

2. Cuando uno analiza los ajustes  por partidas específicas se da cuenta que la reducción va a llevar a una mayor ejecución presupuestaria que en años anteriores o sea no es que se gaste mas sino que se ejecuta más  y eso reduce el margen que muchas veces se utiliza a la hora de solucionar los problemas el déficit.

3.  El cuadro macroeconómico que se ha utilizado vale la pena leerlo pues me parece que hay demasiado  optimismo con algunas variables (por ejemplo el crecimiento y sobre todo el de Europa) , a estas alturas o sea 3 días después de la presentación (por cierto el BIDI no es una nueva forma de presentación solo es un código que te lleva a la web de forma más rápida lo digo porque sino logramos comprender el BIDI mucho me temo que hay otros temas macro que son mas complejos) el ministro de economía ya reconoce que los indicadores en Europa serán peores y eso sin duda nos lleva a pensar que a fin de año igual que en años anteriores diremos que la recesión ha provocado caída de los ingresos y no se ha podido cumplir con los objetivos previstos

4. Tema aparte es la amnistía fiscal que personalmente creo que no se recaudarán 2.500 millones por este concepto a pesar de que todos opinan que hay mucho más y que esto es un listón de mínimos. Creo que es un “riesgo moral” y una profesía autocumplida pero por favor no digamos que lo recomienda la OCDE simplemente digamos que es una bala más en la recámara para ajustar el 0,5% que Europa nos ha corregido de última hora (5,8 a 5,3). POr lo demas queda mucho por discutir en torno a la oportunidad o no de esta medida.

En definitiva todo lo que sabemos, todo lo que se ha dicho más estos apuntes (digamos puramente técnicos) indican que el objetivo de ´deficit no se cumplirá y el resultado final dependerá de esto y de algo más: “lo que hagan las comunidades autónomas”. Sin ánimos de ser agorero los cálculos del déficit en el mejor de los casos parece que serán superiores en torno al 1% y lo mismo con las movilizaciones que son correlativas con esta cifra.

Por último si echamos una mirada rápida a las partidas parece sensato pensar que sin tocar pensiones (mejor dicho incrmentando), sin tocar salarios públicos (a nos ser que se ajuste vía despidos), sin reucir el coste de la deuda (quizás a la inversa incrementando), sin reducir gastos en salud y educación y sin aumentar los impuestos al consumo (IVA) no es fácil alcanzar ajustes importantes. Hay otros que dirían que lo anterior es una chorrada y que lo único que importa es el crecimiento pero tampoco parece que en 2012 el presupuesto tenga en mente que la economía vaya a crecer….

Mi opinión al respecto es que todo “depende” del convencimiento del gobierno. En todo caso parece claro y esto hay que tomarlo solo como ejemplo; no se puede nadar y guardar la ropa (además sin que se moje).

Brasil en el punto de mira

La importancia de los países periféricos en la salida de la crisis (visita del Prof. Barbosa)

Esta semana tuvimos el placer de recibir al profesor Alexandre de Freitas Barbosa, investigador del Instituto de Estudios Brasileiros de la Universidad de Sao Paulo y de la Cátedra Celso Furtado de la Universidad Complutense de Madrid. En dos encuentros, uno en el Banco de España y el otro en la sede de CIFF de Alcalá, el Prof. Barbosa nos mostró que es fundamental observar a América Latina para buscar posibles alternativas a las actuales soluciones planteadas para sortear la crisis.

En la reunión en el Banco de España, el lunes de esta semana, la ponencia del Prof. Barbosa se centró en la actualidad de la economía brasilera. En el transcurso de la misma, se encargó de derribar ciertos mitos y de enaltecer algunos logros recientes de Brasil. En particular, opinó que dicho país aún se encuentra lejos de poder escapar al subdesarrollo. Los 40 millones de pobres que aún tiene y la precariedad laboral y en los sistemas de protección social del gigante sudamericano son ejemplos de ello. No obstante, esto no quiere decir que no se hayan alcanzado importantes logros en el pasado reciente. En efecto, se sacó de la pobreza a 30 millones de personas, se creció fuertemente y se sentaron ciertas bases para la positiva evolución futura de la economía.

El encuentro del miércoles en CIFF se basó en temas más teóricos, relacionados con el pensamiento de posiblemente los dos economistas latinoamericanos más influyentes del siglo pasado, Raúl Prebisch y Celso Furtado. Sin embargo, la ponencia buscaba también encontrar los aportes de estos dos teóricos para superar contextos como el que vive actualmente el mundo desarrollado. En particular, afirmó que de la crisis no se sale con medidas ortodoxas. América Latina de los `90 es una prueba de ello. Las políticas de ajustes y la reforma laboral no serán efectivas. Tampoco propone medidas proteccionistas, como algunos académicos dicen que Prebisch y Furtado aconsejarían actualmente, en una mala interpretación de sus textos. Una parte indispensable de la solución a la crisis tiene que ser la creación de un nuevo ordenamiento internacional, una especie de nuevo Bretton Woods, en el que se tenga en cuenta la importancia de las economías “periféricas”.

En definitiva, el Prof. Barbosa nos presentó una mirada alternativa de la crisis, que hasta ahora ningún dirigente político europeo está considerando. Dado que las recetas conocidas por los europeos hasta ahora no están dando los resultados deseados, es posible que sea necesario recurrir a pensamientos diferentes, de otras latitudes. Para ello qué mejor que contar con gente conocedora y experimentada que nos pueda contar una alternativa. Eso fue justamente lo que hizo el Prof. Barbosa.