¿Qué nos depara el 2015?

Que nos depara el 2015 en Europa

Por ahora, el año comienza de la peor forma posible, con un ataque terrorista que ha costado la vida a los trabajadores del semanario Charlie Hebdo y que por su brutalidad se nos hace incomprensible desde cualquier punto de vista. Las imágenes nos dejan sin palabras y con un sentimiento de impotencia ante tanto terror y maldad. Un suceso que tendrá repercursiones -no sabemos cuáles- en la Francia de la libertad, la igualdad y la fraternidad.

En lo político, la situación es de mucha incertidumbre, el ascenso en intención de voto de partidos populistas (tanto de derechas como de izquierdas) en Grecia, España, Francia, Italia y Holanda, sumado al posible adelanto del referéndum en Reino Unido sobre  la continuidad en la UE y, la debilidad política en Portugal hacen que los cimientos de la UE se vean amenazados seriamente.

En lo económico, la situación no es mucho mejor y alimenta el rumbo político con la frase “demasiado es demasiado”. Europa está estancada (no crece), con deflación (la demanda no tira del carro), con deuda soberana y privada muy elevada (sacrificios para el pago de intereses), y con un alto nivel de desempleo ( exige sacrificios para mantener los seguros de desempleo).

En lo social, desde la crisis de 2008, la situación no ha hecho más que empeorar tanto en los niveles de pobreza como de desigualdad. Los ciudadanos están cansados de escuchar que la única solución es el ajuste y comienzan a pensar que la única solución es menos Europa, opinión más extendida entre los que forman la Eurozona. El horizonte no parece ser muy bueno pues a estos niveles algunas estadísticas indican que el nivel de vida en 2015 en términos medios puede haber caído un 18% desde el 2008; y, si excluimos Alemania, Reino Unido y los Países nórdicos la situación es realmente preocupante. Piketty se ha convertido en el gurú de toda el ala izquierda que clama una vuelta a una economía mas humana y mas igualitaria.

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Algunos economistas como N. Roubini han destacado la fragilidad del momento en que se encuentra Europa, especialmente cuando se la compara con Estados Unidos pero también hay diferencias con el caso de Japón.

En el primer caso considera que son tantas las diferencias con Estados Unidos, que Europa se encuentra en una situación donde realmente no puede hacer frente a los problemas que son necesarios superar para mantener el Euro: la demografía de un continente envejecido que se dirige a la insostenibilidad ( en 2060 puede alcanzar el 60%); la geografía no ayuda ( Europa sigue siendo un conjunto de países heterogéneo); el libre movimiento de personas y capitales está restringido por cuestiones lingüísticas, culturales, legales; la asimetría entre las países es enorme: mientras un grupo gasta (Grecia, Portugal, Italia..), otro grupo debe ahorrar (Alemania, Holanda, etc.) y por último la incoherencia de un área monetaria óptima (no existe unión fiscal ni política -en términos reales de soberanía-).

Éstos y otros factores explican la forma de hacer política en la UE y más específicamente la forma de hacer política monetaria. El BCE lo esta haciendo todo, absolutamente todo, con un retraso considerable: la política monetaria activa, la supervisión bancaria, la expansión monetaria, etc.

Frente a estos argumentos están los que dicen que la situación será similar a la de Japón ,pero hay una pequeña – gran diferencia- y es que Japón no tuvo la crisis de deuda de Europa porque supo monetizar su deuda imprimiendo dinero en una economía única. El BCE no puede hacer esto simplemente porque la divergencia entre países hace imposible un consenso y adoptar una estrategia coherente a la hora de actuar. Sólo con palabras de “súper Mario” no se puede hacer frente a una situación como esta.

En estos días, se decidirá el futuro político de Grecia y si las cosas salen mal (esto es, que gane Syriza con planteamientos radicales) es posible que la salida del país heleno del Euro comience a plantearse seriamente, pues la devaluación es, al fin y al cabo, la primera herramienta a mano cuando uno se encuentra en una situación desesperada. Es cierto que el Euro ya lo esta haciendo (devaluándose), pero esto no puede tener mucho recorrido pues la asimetría entre países saldría a la luz y veríamos como para un país como Alemania un euro/dólar de 1,50 es una buena medida mientras que para las países del Sur de Europa es posible que el equilibrio se encuentre en una banda de 1,10-0,9.

Con estos mimbres la pregunta es qué hacer y luego cómo hacerlo. Mucho me temo que no tenemos demasiadas respuestas para la primera pregunta y llegado el caso de una decisión concreta tampoco tenemos respuesta para la segunda pregunta.

Pero siempre hay optimistas que piensan que tirando para adelante la situación cambiará y los astros nos serán favorables: pues a siete años de vacas flacas le siguen siete años de vacas gordas; pero como decía un amigo mío no vaya a ser que estos años fueron lo de las vacas gordas.

Las soluciones no son fáciles, pero debemos entender que el ciclo político económico es difícil de predecir. A medida que continúe el ajuste, la política será populista y, a medida que la política sea populista la culpa será de Europa. Quizás sea el momento de reflexionar sobre un avance en materia fiscal que nos haga mas iguales pues de esa forma podremos hacer una política económica coherente con dos principios: apostar por la tecnología y la innovación como única vía para aumentar la productividad en términos reales en el largo plazo; y, una política monetaria y fiscal que ayude a toda la Unión en el corto plazo.

En todo caso, sigue pesando como tema central de esta Europa dividida (también en Japón y en cierto modo en Estados Unidos) la desinflación y el estancamiento. En Europa el tipo de interés real es negativo y el índice de inflación también, lo cual implica que a la postre se puede producir lo que la propia Alemania (y posiblemente todos los países de la UE) persigue a la hora de poner firme al BCE con el tema de la inflación. Esto es que nada permita que el ahorro de sus concuidadanos pierda valor, en otras palabras lo que no ha hecho la inflación lo puede hacer la deflación. Y en medio de este enredo de tipos de interés nominales en cero y reales negativos están aquellos economistas que como L. Summers plantean una etapa en la economía mundial (mucho más acentuada en Europa) de un “estancamiento secular”.

El argumento no es difícil de entender: el desequilibrio entre el ahorro y la inversión ha hecho que el tipo de interés de equilibrio (o sea el que coincide con el pleno empleo) sea de un -2 o -3% pero como el interés nominal no puede ser negativo, las economías se verían abocadas a un estancamiento secular, o lo que es igual a un crecimiento muy bajo especialmente por falta de demanda. Sin embargo, los problemas por el lado de la oferta no son menores y se pueden explicar, en parte, por los problemas económicos del pasado; pero, también, por la caída de la demografía y la pirámide de edades, el final del incremento de la fuerza del trabajo por la incorporación de la mujer al mercado, el bajo rendimiento (en términos de productividad) que nos otorga una mejor educación y, el escaso incremento de la productividad.

Daniel Sotelsek

La deuda española no para de subir…..

The Spanish debt  going up …..

The veracity of the Spanish tax accounts

A few weeks ago, the President of Spain, Mariano Rajoy, announced that the consolidated state budget deficit reached 6.7% of GDP in 2012. This figure, was presented as “good news”, because it is a value lower than expected, which represent a significant consolidation over the 2011 deficit . But the truth is that: The reduction of public spending in a recession does not necessarily generate improved solvency.

Lies have short legs….., if you want to know more about this, read following post.

La veracidad de las cuentas fiscales españolas

Hace unas semanas, el presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, anunció que el déficit público del Estado consolidado alcanzó el 6,7% del PIB en 2012. Esta cifra, si bien elevada y superior al límite establecido por Bruselas situado en 6,3%, se presentaba como una buena noticia, debido a que es un valor menor al esperado, a la vez que representa una importante consolidación respecto al déficit de 2011. Este resultado fiscal se alcanza debido a un déficit del orden del 3,8% del Gobierno Nacional, 1% de la seguridad social y el resto de los gobiernos sub-nacionales (del cual la gran mayoría corresponde a las Comunidades Autónomas). Asimismo, cabe destacar que este valor se obtiene gracias excluir de las partidas de gasto a las ayudas de las entidades financieras, que se ubicaron en torno al 3% del PIB.

En relación al déficit de la seguridad social, cabe hacer una mención especial, ya que en 2012 registró el mayor déficit en su historia. Asimismo, representa un fuerte deterioro respecto al año anterior, cuando exhibió valores también negativos pero de solo 0,1% del PIB, a la vez que evidencia un muy significativo error de predicción, ya que el presupuesto esperaba que terminara el año en equilibrio. El sistema de seguridad social está compuesto por el sistema de pensiones, el seguro de desempleo y el Fondo de Garantía Salarial. Los tres cerraron al año con más gastos que ingresos, pero casi el 90% del déficit está explicado por el primero.

En lo que respecta al control directo del Estado Nacional, el gobierno se jacta de haber logrado disminuir significativamente el déficit, ya que en el anterior año, cuando aún el PSOE mandaba en Moncloa, el desequilibrio conjunto entre gobierno y seguridad social alcanzó el 5,2% del PIB.

Pero para sorpresa de muchos, cuando Hacienda publicó los datos de devoluciones impositivas del mes de enero, éstas venían con fuertísimos incrementos. En efecto, los pagos a contribuyentes crecieron un 176% por IRPF, 111% por sociedades y 56% por IVA. La versión oficial de esta particular evolución es que se debe a un mayor control tributario, reflejado en una estricta revisión de las solicitudes de devolución, para lo que se está aprovechando al máximo el plazo legal de 6 meses para analizar las reclamaciones, cuyo volumen está afectado por los importantes cambios normativos sobre los impuestos del año pasado. La versión más plausible es que el retraso de las devoluciones a enero se haya realizado para mostrar un déficit menor en 2012.

Las devoluciones extraordinarias de enero alcanzan los 40.000 millones de euros, es decir casi 0,5% del PIB. Así, de haberse computado estas devoluciones al año pasado, el déficit total se habría incrementado hasta 7,2% del PIB. Pero más relevante aún es que el déficit del gobierno nacional más seguridad social se hubiera situado en 5,3% del PIB, es decir 0,1 punto porcentual por encima de 2011. Según estos datos, no habría habido ajuste de la administración de Rajoy en comparación al último año de Zapatero. En efecto, del menor déficit registrado en 2012, la mayor parte lo lograron las Comunidades Autónomas, que se consolidaron en casi 1,6 puntos del PIB (pasaron de un déficit del 3,3% al 1,7%).

Hollande i merkel

A partir de los datos anteriores, se pueden extraer varias conclusiones. En primer lugar, algo que venimos repitiendo seguidamente en este blog: la reducción del gasto público en recesión no necesariamente genera una mejora de la solvencia, ya que puede provocar un efecto contractivo sobre los ingresos que más que compensen las menores erogaciones. Segundo y principal, el Gobierno está jugando con un arma de doble filo. Subestimar con “contabilidad creativa” el déficit alcanzado puede generar un efecto de confianza por el menor desequilibrio publicado. Sin embargo, también puede emitir una señal de desconfianza en las cuentas públicas, aumentando la desconfianza en el país. De cualquier manera, este tipo de comportamiento, como toda mentira, tiene las patas cortas. Este año ya se comenzó con un primer mes en el que el déficit superó el registrado en el mismo período del año anterior. Por lo tanto, para volver a mostrar una consolidación fiscal, se requerirá de mayores esfuerzos y ajustes, lo que redundará nuevamente en menor nivel de actividad y empleo. ¿O acaso hay otras partidas de este año para postergar al siguiente y maquillar un poco el resultado?.

En este sentido es necesario, de una vez por todas, admitir que los recortes y la recesión no nos llevan a ninguna parte. Cuidar el gasto, cambiar su dinámica, hacerlo mas productivo no implica reducir el gasto sino ponerse a trabajar en un plan de crecimiento en serio pero sobre todo, buscar una salida a la deuda que a estas alturas y con la cifra de déficit actual casi todos entendemos que es difícil  de pagar.

Repasando temas de “Deuda Pública y Privada”….

Reviewing issues of “public and private debt” ….

Today we are going to continue this section talking about the debt in Spain. I think this issue previously required an explanation on some basic concepts, for later understand some questions that we ask ourselves day by day.

Hoy continuamos esta sección con un tema como el de la Deuda en España. Me parece que este tema requiere una explicación sobre algunos conceptos para entender algunas preguntas que nos hacemos todos los días….

¿Cuán endeudados estamos realmente?

Continuando con el nuevo bloque “repasando temas de economía”, en esta oportunidad vamos a tratar un tema en muy boga últimamente: la deuda soberana. ¿Cuándo un país se encuentra muy endeudado?

Todos los días aparecen noticias en los diarios y en la televisión acerca del enorme esfuerzo que debe hacer España para enfrentar los pagos de su deuda externa y las dudas acerca de su capacidad de pago. Una primera mirada a un simple gráfico hará que todas estas cuestiones, que ya tan arraigadas las tenemos, resulten al menos llamativas. Como se puede ver en el gráfico siguiente, España es de los países desarrollados menos endeudados. Entonces, ¿por qué se duda de nuestra capacidad de pago y no de la de Japón, país que lidera la lista, o de Estados Unidos o Alemania, quienes tienen en endeudamiento en términos del PIB mayor a España?

Deuda bruta del gobierno general

% PIB

Fuente: International Monetary Fund, World Economic Outlook Database, October 2012

En primer lugar, una aclaración. El indicador que observamos no es el endeudamiento en términos monetarios, sino en términos del producto bruto interno anual (PIB), es decir de todo lo que produce una economía en el lapso de un año. Esto es así porque justamente una parte de esa producción será, indirectamente, la destinada al pago de la deuda. El camino es el siguiente: el Estado recauda impuestos sobre una gran diversidad de bases imponibles (el consumo, las ganancias, etc.). Estas bases imponibles están estrechamente relacionadas con la producción. Entonces, una deuda en términos absolutos no nos dice nada acerca de la capacidad de pago. Por ejemplo, la deuda nominal de Estados Unidos sería por magnitud impagable para cualquier otro país. Del mismo modo, la deuda de Grecia, para muchos impagable por dicho país, sería insignificante para otros países, entre ellos España. Entonces, se toma la deuda en relación del PIB, para dar cuenta de la capacidad de pago de la economía.

Hecha esta aclaración, queda por contestar la pregunta principal de este post. Si España está entre los países menos endeudados en términos del PIB dentro de los países desarrollados, entonces ¿por qué se duda tanto de nuestra capacidad de pago?

En primer, una obstáculo es que al no tener Banco Central propio, España no posee la capacidad de emisión de la moneda en la que está denominada su deuda. En otras palabras, si un país está endeudado en una moneda cuya emisión tiene potestad, entonces ante cualquier dificultad para recaudar lo necesario para hacer frente a los pagos de la deuda, siempre queda la opción de emitir dinero. Si bien muchos economistas advierten acerca del riesgo inflacionario, entre otros, de esta práctica, muchos otros la desestiman o la toman como un mal menor, mientras que en la realidad es lo que hacen muchos países, entre ellos Estados Unidos. Pero España no tiene la potestad autónoma de emitir Euros, por lo que para pagar su deuda solo le queda la opción de recaudar impuestos. Perder la capacidad de emisión es perder la capacidad de hacer política monetaria

Luego, también se deben tener en consideración los plazos de vencimiento de esa deuda. Un país puede tener un porcentaje de deuda sobre PIB muy bajo, por ejemplo 25% como Australia, pero que toda esa deuda deba ser pagada en un mismo año. Si no se hacen los ahorros necesarios en los años previos, pagar en un solo año el equivalente a la cuarta parte de la producción anual de una economía es prácticamente imposible. Por lo tanto, ese país de seguro caería en default. Por el contrario, una país con un cociente de endeudamiento elevado, por ejemplo más del 100% del PIB como Estados Unidos, puede tener plazos de vencimientos muy a largo plazo, por lo que puede tener tiempo para generar el ahorro para el pago, o incluso para que la economía crezca y ese porcentaje se reduzca por el simple hecho del aumento del PIB. Como vemos en el siguiente gráfico, el 9% de la deuda española tiene un vencimiento menor a un año, es decir que España debe pagar o renegociar más del 6% del PIB en deuda en los próximos 12 meses.

Deuda española por vencimiento

% del total

Fuente: Eurostat

Esto abre otro campo de discusión. Si hay confianza en la capacidad de pago del país, muchas veces no importa tanto qué porcentaje de la deuda vence en el corto plazo, porque se da por sentado que la mayor parte de ese monto se renegociará. Pero si no hay tanta confianza en la solvencia del país, entonces muchos inversores no aceptarán renegociar la deuda y solicitarán el cobro en efectivo. En ese caso, sí importa que el país cuente con los recursos líquidos necesarios. Esta confianza, en parte, es la que lleva a que para países como Alemania, Reino Unido o Estados Unidos, con porcentajes de deuda mayores a los de España, no se ponga en duda en con tanta insistencia su capacidad de pago.

Por último, pero no por ello menos importante, se debe tener en cuenta el interés que paga la deuda contraída. Por mayores que sean los plazos del capital de las deuda, los intereses se suelen pagar todos los años. Un país que tenga una deuda con vencimiento a largo plazo, pero cuyos intereses sean muy elevados, puede presentar problemas de solvencia por la dificultad de hacer frente, ya no al principal de la deuda, sino a los intereses. España, los últimos años, ha venido sufriendo subas cada vez más importante en los intereses que debe ofrecer para colocar deuda. Básicamente, esto es la famosa “prima de riesgo”. Que la prima esté en 450 puntos básicos, significa que España está pagando por su deuda 4,5 puntos porcentuales más que Alemania.

En definitiva, las dudas acerca de la solvencia de España no radican tanto en su nivel de deuda en relación el PIB, sino más bien en su vencimiento, y más aún debido al elevado interés que se paga. Se debe tener en cuenta que la hiperinflación alemana de posguerra se produjo principalmente por los elevados costos que los aliados le impusieron, los cuales representaban el 8% del PIB anual. España, con una deuda del 70% del PIB (y creciendo), 9% de la cual se debe hacer frente en los próximos 12 meses (es decir, más del 6% del PIB) y un interés que alcanza casi al 6% anual (es decir, otro 4% del PIB, totalizando un 10%), se enfrenta a un calendario de pagos muy exigente. Para ello, deberá renegociar buena parte de la deuda, pero para ello se le exige cada vez más intereses, lo que a su vez agrava el problema.

Un elemento adicional es el incremento de la deuda que se genera porque no somos capaces de tener más ingresos que gastos en el Estado:  eso que se llama déficit del sector público es la cifra que debemos sumar a nuestra deuda: por ejemplo si este año el déficit del estado es del 6%, hay que agregar para el año 2013 ese incremento del endeudamiento que a su vez genera intereses. Si sumamos esto a la cifra anterior del 10%, España tiene un esfuerzo teórico de 16% (si el déficit no se coloca a largo plazo) tema que sin duda pone en tela de juicio nuestra solvencia

Parte de la solución está en manos del Banco Central Europeo, y sus posibles compras de deuda soberana. Pero ya avisaron que para eso España tiene que pedir el rescate completo, lo que posiblemente terminará haciendo pues necesita como agua de mayo que al menos bajen los intereses.

Otro tema que es necesario explicar sobre la deuda es que debemos dividir la administración central (de la que estábamos hablando) y las comunidades autónomas. Son éstas últimas las que han aumentado de manera considerable su endeudamiento en 2011: un 17% más y ya representa un 13,1% del PIB de España. Desde 2008 la deuda de las comunidades se ha incrementado un 130%. La suma de ambas es la “Deuda Pública”

Por último hay que aclarar que la deuda pública (de la administración y de las comunidades) no es lo mismo que la deuda privada. En la gráfica se puede ver desde el año 1994 y hasta 2011 como ha evolucionado la deuda pública y privada. Esta última representa el 200% del PIB en 2008 y ha crecido al 10% anual desde el año 2001, lo cual significa que el sector privado que ha empujado el crecimiento lo ha hecho a través del crédito. Desde 2009 el sector privado ha ido disminuyendo suavemente su deuda o sea ahorrando más. Ese es el motivo por el cual muchos afirman que no es posible que en una economía ahorren todos: sector público y sector privado sino el despegue no es posible, a menos que vengan nuevos inversores de fuera.

Lo importante es destacar que el endeudamiento global de España ha llegado a ser en 2011 cercano al 270% cifra que sin duda genera una llamada de alerta.

PD: para analizar y comparar la deuda privada de los países puede consultarse:

http://data.worldbank.org/indicator/FS.AST.PRVT.GD.ZS/countries/1W?display=default

Bankia: Demasiado grande para caer y demasiado grande para no ser injusto con los contribuyentes.



Hace ya más de dos semanas, el gobierno nacional y el sector financiero en general están lidiando con la salida de la situación de Bankia, el cuarto banco en importancia del país, con más de 10 millones de clientes y 350 mil accionistas, la mayor parte pequeños inversores. Con una capitalización de 3.000 millones de euros, el pedido por parte de su consejo de administración de una ayuda pública de 23.500 millones de euros, es prueba suficiente de que se trata de un caso de insolvencia y no de iliquidez. De esta forma, es poco probable que el dinero público destinado a su rescate pueda ser recuperado posteriormente. El accionar del gobierno resulta así muy controvertido, más aun teniendo en cuenta que estaría destinando la mitad del ahorro resultante de los ajustes en el gasto público de este año, en el salvataje de una entidad privada. También es cierto que su caída puede generar una situación de desconfianza que provoque un pánico financiero y la caída de más entidades financieras, así como la profundización de la crisis económica. Entonces, la pregunta que cabe es cómo hacer para enfrentar el problema de  solvencia de Bankia con las menores consecuencias para sus depositantes, de modo de evitar el pánico y en lo posible que las arcas del Estado sufran lo menos posible.

Digo esto porque si bien el aporte es de capital según anunció el sábado su presidente, la pregunta es cómo se piensa crear valor para este capital en una institución financiera que ha perdido su prestigio y se ha declarado en bancarrota en terminos de mercado. Quizás la ayuda a secas para salvar a los depositantes hubiera sido más convincente pero los eufemismos están al orden del día y ni los mercados ni los contribuyentes se les puede engañar a estas alturas. El nuevo presidente de Bankia nos hablaba de crear valor para ese capital como si se tratara de un proyecto nuevo, ilusionante y con buenas perspectivas. Pero creo que todos sabemos que esto solo será un milagro, pues crear valor implica beneficios y sobre 23.000 millones éstos son unos 2.000 millones de euros (8% de beneficios), cosa que Caja Madrid por ejemplo ni en su mejores momentos del ladrillo lo hacía. Esto simplemnete no es posible y sería mejor decir a las cosas por su nombre: que se aporta ese capital en Bankia y no en otro sitio porque se ha preferido la solución de “Demasiado grande para caer -quebrar-”, o sea que los cálculos de coste-beneficio son positivos con esta alternativa, de lo contrario un colapso del sistema financiero nos llevaría a un corralito y los 23.000 millones podría ser un coste mucho menor.

Bankia fue el segundo banco, luego de Caixabank, creado como consecuencia del proceso de reestructuración del sistema de cajas de ahorro impulsado por el Banco de España. Su constitución data del 3 de diciembre de 2010, en una operación de fusión de Caja Madrid y Bancaja, al que se han adherido La Caja de Canarias, Caixa Laietana, Caja Rioja, Caja Ávila y Caja Segovia. Sus acciones salieron al mercado a 3,75 euros, y ya van perdiendo el 58% de su valor hasta el viernes pasado, día en el que la CNMV suspendió su cotización. En la apertura del lunes, las acciones abrieron con una caída adicional de 26%, y algunos bancos de inversión ya manejan precios objetivos del orden de 20 ó 30 céntimos, un valor de liquidación de la empresa, que equivale a un deterioro mayor al 90% desde su salida a bolsa. Sin duda, son muchas las empresas que han perdido valor en bolsa en este último año por lo que ser accionista implica un riesgo ya sea de Bankia o Repsol y la cuestión de la información es responsabilidad del supervisor o de la CNMV (si esto no lo creemos así, las conscuencias en términos de credibilidad de España fuera de España son tremendos).

Los casos de insolvencia de entidades bancarias con riesgo sistémico son de muy difícil resolución. Dejar caer a la entidad puede generar una crisis generalizada y más cuando ésta es muy grande. Pero salvarla parece muy injusto para los contribuyentes que se ven obligados a destinar parte de sus impuestos a sostener a una empresa privada, sin contar con las consecuencias en términos de incentivos futuros a los restantes bancos (riesgo moral). En términos generales, en estas situaciones los que no recuperan nunca su inversión son los accionistas (lo que desacredita parcialmente el argumento del riesgo moral). Pero esto parece razonable ya que son los únicos que asumen el riesgo del negocio, y si todo salía bien pues muy sencillo: se paga el impuesto que corresponde y punto.

En este punto surge otra incertidumbre importante puesto que las auditoras deben hacer un stress test a los otros bancos al menos tan “riguroso” como el de Bankia y eso puede llevar a unas necesidades de capitalización del sistema muy elevado y por lo tanto seguir acudiendo al resacte Europeo vía indirecta, o sea través del BCE, y de la emisión de deuda para capital como en este caso.

En este contexto de más está decir que una solución satisfactoria para todas las partes (Gobierno, contribuyentes, empleados, depositantes, accionistas) es imposible. Sin duda, salvar a las entidades grandes no parece un error técnico a primera vista y sí una injusticia, pero no salvarla puede parecer menos injusto aunque quizás un error técnico (por aquello de “es imposible disciplinar al mercado en medio de la crisis y sino que le pregunten por la caída Lehman en 2008). Ahora bien, sería deseable encontrar la solución menos injusta en términos de responsabilidades, pero también de equidad, esto es además de cuidar a los depositantes (cosa positiva tanto desde el punto de vista de la equidad como de la eficiencia) el Gobierno debería pensar en soluciones distintas. Al igual que hemos insistido en este blog, no se quiere decir que la que sigue sea una propuesta concreta realizable, sino más bien un puntapié inicial para discutir.

En primer lugar, se debería buscar proteger a los depósitos para alejar la posibilidad de pánico financiero. Para ello, se puede separar la actividad intermediadora de Bankia, de la de inversión. La esfera comercial podría ser absorbida por otro banco, o bien dado el gran tamaño, ser dividido en muchas partes y distribuirlo entre varios bancos interesados en incrementar su cartera de clientes, o bien expandir su alcance geográfico. Hasta se podría plantear un sistema de mercado, en el que cada cliente eligiera la entidad que a partir de ahora cuente con sus depósitos. Esto implica sacrificar en parte a los contribuyentes aunque el procediemiento no es nada sencillo.

Una vez resuelto el tema de los depósitos, el banco de inversión podría ser nacionalizado, para su paulatino desmantelamiento. ¿Cómo proceder en este proceso? Por un lado se encuentran los acreedores del banco y por otro los deudores. Entre estos últimos, la exposición más importante es al mercado inmobiliario. Por lo tanto, una posibilidad es plantear una reestructuración de las deudas del banco, las que se irían pagando a medida que se vayan cobrando los créditos hipotecarios y no hipotecarios otorgados, y colocando en el mercado las viviendas en propiedad de la entidad (ya sea en propiedad como en alquiler, pudiendo incluso pasar a formar parte de viviendas protegidas). Evidentemente, esto implicará una quita de deuda y una ampliación de los plazos, justamente en línea con lo planteado en el post anterior. La peor parte posiblemente se la lleven los accionistas, quienes perderían todo el dinero invertido.

Si bien no es una solución óptima (difícilmente la haya), parecer ser una opción para evitar el pánico financiero y que el Estado no se haga cargo a través del dinero público de reflotar a una entidad que no parece pueda hacerlo facilmente. Sin ser del todo justa, pareciera que una solución de este estilo sería no tan mala en términos distributivos.

Quedan los trabajadores de la entidad que también sufrirán un ajuste sea por la vía que sea, pero sin duda si el Estado aporta capital con este argumento también podría crear una cooperativa de parados y ofrecer cantidades similares a quién sea capaz de presentar un plan de negocio que tenga una rentabilidad del 8%.

En definitiva el tema es muy complejo: en primer lugar “To big to fail” es una realidad y eso lo demuestra la decisión del gobierno, en segundo lugar usar la ayuda vía capital no deja de ser una ayuda porque si nadie pone capital en Bankia cuál es la razón para decir que el Gobierno ve una oportunidad donde nadie la ve, en tercer lugar salvar a Bankia, a sus trabajadores y a sus depositantes es una opción de equidad como cualquier otra pero tiene detrás un claro juicio de valor, en cuarto lugar porque se otroga un capital en función de lo que piden los nuevos gestores: hay que tener cuidado que ahora no venga la época de venta de activos a precio de saldo y que no eran tan malos pero como ya se han provisionado adelante a vender, en quinto lugar debe el supervisor tomar las riendas y ser él quién depure responsabilidades, si nuestro Banco de España no es capaz de hacer esto ni tampoco de auditar, la situación de credibilidad del sistema financiero español no funcionará aunque se limpien todos los balances, en sexto lugar España acude al rescate de sus bancos a través de la vía indirecta del BCE pero cuidado con este instrumento: no distinguir los problemas de solvencia de los de liquidez puede ser un gran error que demore la recuperación.

Por último una reflexión: tal cual está la situación en España no es posible que el tamaño del negocio financiero siga como hasta ahora, quizás el problema en los últimos dos años no es sólo el ladrillo sino también que al no haberse realizado el ajuste, el sistema no da beneficios suficientes para mantener la actual estructura financiera y esto último no es solo en Bankia sino en todas las entidades financieras que operan en el territorio español.